jueves, enero 29, 2009




Revista de Crítica Cultural


Entrevista a Nelly Richard, teórica del arte


por Macarena Gallo



-Queríamos crear un discurso contestatario en un escenario de enfrentamiento absoluto entre oficialidad y disidencia. Cuando termina la dictadura, había que repensar en un escenario en que las instituciones habían cambiado, dejando de ser represivas y aparentando ser más dialogantes. El desafío era ver qué significaba el arte y el pensamiento crítico en un nuevo escenario, el de la transición, donde había un nuevo diagrama de poder y es el mercado cultural quien rige y pone sus leyes. Nos sentíamos incómodos con el discurso oficial de la transición.


¿Por qué?

-El nuevo escenario se instala, a partir de un pacto entre redemocratización y neoliberalismo, con sus retóricas más o menos triunfantes: la del mercado y la del consenso. Entonces, todos los primeros números de la revista estaban destinados a pensar lo que este pacto neoliberal de los primeros años de la transición dejaba afuera, como el tema de los derechos humanos, la cuestión de la memoria... Empezamos a indagar en todos estos huecos y fisuras que no aparecían en los discursos oficiales neutralizantes. Otra de las marcas por la cual surge la revista fue la idea de hacer un tránsito entre la cultura académica y el afuera de la academia.


¿Cuáles fueron las razones que llevaron a ponerle fin a la Revista?

-Una revista cultural independiente que busca marcar posición, en un contexto de controversia, de diálogo y de polémica, es muy difícil en Chile. Estamos en un medio cultural muy restringido, muy acotado, con un periodismo cultural pobre. Ese tránsito que queríamos activar, entre la universidad y sus afueras, no sé si lo logramos. Una historia larga que se acaba sin ninguna nostalgia. En rigor, la revista fue más leída y consultada en el extranjero que acá.


¿Por qué?

-Básicamente por lo que te dije, tenemos un campo cultural súper restringido y con pocas intermediaciones a nivel de periodismo cultural. No hay capacidad de réplica. Sólo se dejan llevar por el discurso oficial de la transición, más bien de éxito. Nosotros nos interesábamos en meternos en aquellas zonas oscurecidas, más desintegradas, más laterales, más oblicuas, que nadie recogía. Después de 36 números, se tomó la decisión de terminarla y hacer esta recopilación, que me tiene muy conforme, porque en rigor es muy difícil releer los años de la transición de una forma abierta, curiosa, desprejuiciada, audaz, sin tomar en cuenta este cuerpo de voces que hablan precisamente de todos estos lugares más oblicuos y menos previsibles que ocurren en el libreto oficial. Este tipo de revistas no responden a encargos ni pedidos, no tienen un financiamiento regular y requieren de una voluntad, una pasión y una energía que en nuestro caso se diluyó. Nos pareció que la revista no era tan necesaria y había cumplido su proceso. Además, el destino seguro de la revista a públicos universitarios le quitó en algo el espíritu de aventura que tenía...


La institucionalizó.

-Exactamente. Se había cumplido el objetivo y había que dejarle espacio a otros colectivos, otras revistas. Hay que reubicar todo lo que ha pasado con las revistas culturales en democracia, como Rocinante, Página Abierta, Piel de Leopardo por nombrar algunas, que han sido totalmente canceladas por políticas comunicacionales de la Concertación. Han sido absolutamente criminales y han quedado indefensas.


Fuente: The Clinic

No hay comentarios.: