domingo, junio 24, 2012



Manuel García, el trovador que le canta al futuro
El ariqueño está a días de lanzar "Acuario", su cuarto disco como solista. En la obra tomó riesgos como componer en piano, fundir sonidos beat y usar imágenes del hombre en el futuro.

por Leonardo Riquelme

"No dejo de pensar, que estoy en el mismo lugar, que el viento hará brillar las llaves de una puerta que ya está abierta de para en par", dice Manuel García en "Carcelero", el primer single de su disco, Acuario, el cuarto como solista y que sale a la venta el 7 de julio.

La selección no es antojadiza. La letra refleja lo que el ariqueño quiere decir con este trabajo: una reflexión sobre el presente y el futuro, pero con notas y sonidos propios del beat sesentero. García corre riesgos, pero dice que le gusta el resultado.

Su trabajo es parte del "cancionero" del movimiento estudiantil. Con voz pausada y timbre agudo -que algunos comparan con el de Silvio Rodríguez- no ha dudado en hablar de temas de contingencia ante el público. El verano pasado lo hizo en la Quinta Vergara, en el Festival de Viña del Mar. Esa noche, leyó una carta en que le "contó" al Presidente Piñera, "con respeto y cariño que la gente lo está pasando mal en Cabildo, en Aysén, en Temuco, y que los estudiantes no lo dejarán dormir, si usted no los deja soñar".

-Tu trabajo siempre se ha vinculado con la actualidad ¿Qué contingencia hay en este álbum?
-La revisión existencialista del siglo XXI respecto a los valores más profundos del ser humano. Es una reflexión que no tiene que ver con lo actual, lo quemante, lo social o político, como en otros trabajos. En este disco hay un planteamiento interno de esta especie de vorágine, de naufragio del ser humano. Tiene que ver con el descrédito de la política, de la oferta y demanda y que se traduce en la relación con el vecino, en las relaciones de parejas, en la relación con las máquinas, en la conectividad y la comunicación masiva, algo de lo que somos parte todos los días, pero que cuestionamos igual. Siento que hay una amargura que el ser humano está masticando lentamente y que ya no tiene que ver si cambiamos o no al Presidente de turno, sino con nuestra ética con el prójimo. En el disco eso está plasmado con imágenes de ciencia ficción, con la proyección del ser humano del futuro.

-¿Fue más difícil este disco que los anteriores, dada las expectativas; o se hizo más sencillo?
-Ha salido todo muy natural, porque soy un artista en permanente ejercicio de creación, de autocrítica y de replanteamiento estético. Me gusta mucho correr riesgos, incorporar cosas nuevas, buscar mundos distintos. Desde que comencé a presentar mi disco Sin Título, hace dos años, he estado planteando en mi casa y en estudios de grabación el nuevo disco que ahora presento. esta es la etapa de maduración de un proceso muy largo.

-¿Cuáles fueron los riesgos que corriste en "Acuario"?
-Por ejemplo, compuse muchas canciones en piano, cuando yo soy mejor guitarrista. El piano lo manejo de manera rudimentaria. Otro riesgo fue confiar en un productor musical y decir:'bueno, vamos a tomar programaciones electrónica'. La persona que intervino en mis canciones, fue Marcelo Aldunate. Otra apuesta fue sumar a más compositores, como los hermanos Durán, de Los Bunkers. Quería ir hacia otro mundo con lo melódico más beat y con el pop. TRaté de aterrizar aquellas influencias que me gustan, con materiales con los que no había trabajado nunca. Y al final de todo, quedé muy satisfecho. Tengo mucha curiosidad por tocarlo en vivo y ver qué emociones provoca este empeño y experimentación en los demás.

-Dos ministros acaban de arrepentirse de apoyar el régimen militar por las violaciones a los derechos humanos ¿Crees en esa redención?
-La redención es una palabra muy bella. En ella cabe todo: el arrepentimiento, mirarse a sí mismo, la reflexión de los errores cometidos y mediante ese reconocimiento la curación de las heridas. Yo prefiero mantenerme alerta. Como ciudadano espero que no sean nuevos trucos. Hay una desconfianza ciudadana generada por muchos años de estrategias políticas que no nos han llevado a buen puerto, y eso es de parte de todos los gobiernos. Por eso hay un descreimiento político y social tan grande. Espero que esas promesas se demuestren con hechos.

 
Fuente: Emol


jueves, junio 21, 2012



 

EN EL INTENTO DE UN CIERRE PROVISORIO

 por Noemí E. Burgos


En el recorrido teórico-práctico que se intentó hacer para dar cuenta de las relaciones entre educación, creatividad y cultura, encontramos algunas cuestiones que nos parecen ser la clave para compartir entre docentes:

  • En esta expansión del neoliberalismo se nos exige creatividad y se nos pone marcos cada vez más rígidos para lograr autonomía de pensamiento. Por un lado, se observa una vuelta a la homegeneización de la sociedad para que el que piensa dsitinto sea de inmediato señalado y cuestionado. Por el otro, la misma crisis social en la que vivimos, y que hace tambalear todas las certezas, deja grandes fisuras que pueden ser llenadas, justamente, con ideas creativas que tiendan a transformar la sociedad. Es en la escuela donde hay tiempos y espacios para educar para la autonomía y la libertad responsable, donde vale la pena "resistir" la dominación y ensayar nuevas formas de integración social y cultural. La enorme tarea de ponerle contenido a la creatividad comienza con la propuesta institucional y continúa con la propuesta didáctica.
  • Para crear hay que partir de la cultura de nuestros alumnos para tener como punto de llegada la appropiación e integración cultural.
  • La creatividad se apoya en la libertad responsable, la creciente autonomía, la alteridad y el pensamiento divergente.
  • La creatividad no se puede reducir a una estrategia, sino que tiene que ver con el qué, por qué, para qué enseñar y a quiénes beneficia el hecho educativo.
  • A nosotros nos enseñaron que los creativos sólo eran personas especiales, con talentos especiales y que el esfuerzo por repetir la lección diaria tenía que ver con la transmisión del patrimonio cultural de la humanidad, pero no con la creatividad. Así, siempre miramos a los artistas como "personas especiales" que hasta podían darse el lujo de desafiar las convenciones sociales. Hoy tenemos que desandar ese camino y volver a empezar: la creatividad se enseña y se aprende. Los contenidos escolares tienen que servir para "leer, interpretar y escribir" la realidad con los otros, y para acompañar es esfuerzo sostenido de pensar otros mundos posibles en los cuales ensayar condiciones de vida que promuevan la justicia, la verdad y la paz.
  • Ser creativo no consiste en tener un gran repertorio de estrategias para dominar el medio ambiente, sino en hacer uso de la libertad en forma responsable con el objeto de que ese medio ambiente sea sustentable para todos quienes vivimos en el planeta Tierra.
  • Los procesos de pensamiento infantil tienen también una oportunidad relevante en la escuela para acceder a la interacción entre pares, para lograr la apropiación del conocimiento y para iniciarse en el desarrollo de la autonomía. La selección de las condiciones organizativas de la institución escolar y de los materiales curriculares puede constituirse en una oportunidad para instituir nuevos modos de ser, de hacer, y de sentir junto a otros.
 En este cierre provisorio, esperamos que hayan tenido la oportunidad de compartir estas reflexiones y que, a partir de aquí, se generen discusiones  respecto de lo que puede ser motivo de transformaciones verdaderas.

Incorporamos la canción de Atahualpa Yupanqui y Pablo del Cerro* (2006) para alentar a los maestros y maestras a perseverar en el intento de enseñar la creatividad.

* Seudónimo de Antonieta Paula Pepin Fitzpastrick de Chavero, esposa de Atahualpa Yupanqui.

De tanto dir y venir

De tanto dir y venir
abrí mi huella en el campo.
Para el que después anduvo
ya fue camino liviano.

En infinitos andares
fui la gramilla pisando.
Raspé mi poncho en los talas.
Me hirieron pinchos de cardo.

Las huellas no se hacen solas
ni con sólo el ir pisando.
Hay que rondar madrugadas
maduras en sueño y llanto.

Viento de injustas arenas
fueron mi huella tapando.
Lo que antes fue clara senda
se enyenó de espina y barro.

Parece que no hubo nada
si se mira sin mirarlo.
Todo es malezal confuso,
pero mi huella está abajo.

Desparejo es el camino.
Hoy ando senderos ásperos.
Piso la espina que hiere,
pero mi huella está abajo.

Tal vez un día la limpien
los que sueñan caminando.
Yo les daré, desde lejos
mi corazón de regalo.


Fuente: La enseñanza y el aprendizaje de la creatividad en el Jardín de Infantes. Noemí E. Burgos. HomoSapiens Ediciones,. 2007.

domingo, junio 03, 2012



ADVERTENCIA

por Nicolas Bourriaud

Este libro fue redactado entre 2005 y 2008, en los lugares adonde me llevaron las circunstancias: París, Venecia, Kiev, Madrid, La Habana, Nueva York, Moscú, Turín; por último, Londres. Ciudades, lugares más que países. Las naciones son abstracciones de las que desconfío, ya se verá por qué.

Es preferible pues buscar en un modo de vida las fuentes de esta reflkexión teórica sobre el arte contemporáneo, que responde menos a textos existentes que a una experiencia vivida: demasiado lamenté la ausencia de una relación vital entre los críticos y las obras para no subrayar el hecho  de que esta reflexión teórica nace de una vida nómada, durante la que me crucé con la mayor parte de los artistas de quienes se tratará más adelante. Casi todas las ideas expuestas en este libro provienen del trato con ellos y de la observación asidua de sus trabajos.

Multiculturalismo. Posmoderno. Globalización cultural. Tales son las palabras claves a partir de las cuales se organiza este ensayo, palabras que remiten a preguntas no resueltas. Sabido es que lejos de enfrentar el haz de problemas que designan, ciertas nociones genéricas se limitan a nombrarlo. Una pregunta punzante constituye, por lo tanto, el punto de partida de este trabajo teórico: ¿por qué se ha comentado tanto la globalización desde un punto de vista sociológico, político, económico y casi nunca desde una perspectiva estética?¿Cómo afecta este fenómeno a la vida de las formas?

Reflexionando sobre la importancia del viaje y la iconografía de la movilidad en el arte contemporáneo, recordé un texto que publiqué en 1990 en la revista New Art International, titulado "Notes on radicantity": aquí no hago más que desarrollar y profundizar aquella intuición de mi juventud, que se basaba entonces en esacsos ejemplos. Con excepción de la tercera parte, Radicante es enteramente inédito, exceptuando dos capítulos. "Bajo la lluvia cultural" se publicó en el catálogo Sonic Process del Centre Pompidou; una versión corregida apareció en Hz, para una exposición de la Schirn Kunsthalle de Frankfurt. "El colectivismo artístico y la producción de itinerarios" sirvió de introducción a la exposición Playlist que organicé en el Palais de Tokio en 2005.

Una imagen, una idea: tal es el ritmo que he querido imprimirle a este ensayo. Mis lecturas de Walter Benjamin y Georges Bataille me enseñaron que la exposición de un tema por jirones, una escritura fragmentaria y vagabunda, permite a veces delimitar su objeto mejor que muchos desarrollos rectilíneos. En todo caso, este método correspondía al tema que propongo tratar. Así que concebí este libro como una especie de presentación powerpoint. Una imagen, una orientación. O si se quiere: un collar cuyos elementos vendrían abrochados los unos a los otros por el poder prensil de una idea fija, un archipiélago conceptual, lo que corresponde también a la imagen central de este ensayo.

Dicho esto, Radicante se compone de tres partes distintas: la primera trata el tema de manera teórica; la segunda consiste en una reflexión estética a partir de obras de arte recientes; la tercera extiende el pensamiento radicante a los modos de producción de la cultura y a sus modos de consumo y de uso.

Por último, durante la escritura de este libro, intenté nunca perder de vista una exigente obsesión: mirar el mundo a través de esta herramienta óptica que es el arte a fin de esbozar una "crítica del arte del mundo" en la que las obras dialogan con el contexto en que fueron creadas.


Fuente: Radicante. Nicolas Bourriaud. Adriana Hidalgo Editora. Buenos Aires. 2009.