miércoles, abril 30, 2008


BASIL BERNSTEIN

Clases sociales, Lenguaje y Socialización


Las principales agencias de socialización en las sociedades contemporáneas son la familia, el grupo de compañeros (grupo de pares) la escuela y el trabajo. Es a través de estas agencias y, en particular, a través de sus relaciones recíprocas, que los diferentes principios de organización de la sociedad se manifiestan.

En el interior de este vasto campo, solamente estudiaré la socialización en la familia, aunque es evidente que las formas de orientación y de filtración de la experiencia del niño en el interior de la familia reproducen, en gran medida, los principios de organización que prevalecen al nivel del conjunto de la sociedad. Por consiguiente, examinaremos cuáles son los factores sociológicos que afectan los comportamientos lingüísticos, los cuales en el interior de la familia, tienen una importancia esencial en el proceso de socialización.

Es indudable, desde un punto de vista sociológico, que la clase social determina muy profundamente las formas de socialización. La estructura de clases influye en el trabajo y en los roles educativos, controla las relaciones que las familias pueden tener entre ellas y penetra de manera profunda la experiencia social inicial, adquirida en la familia. El sistema de clases influye poderosamente en la distribución del conocimiento entre los miembros de una sociedad; también condiciona el sentimiento que les permite actuar sobre el mundo, el cual es compartido de manera desigual. El sistema de clases separa claramente las comunidades unas de otras jerarquizándolas y oponiéndolas sobre una envidiosa escala de valores. La influencia de la clase social se inscribe, por consiguiente, en tres dimensiones fundamentales: el conocimiento, la posibilidad de actuación, y la distancia u oposición entre los grupos. Sería inconcebible que estas diferencias entre grupos que viven en condiciones materiales muy diferentes no ejercieran influencia sobre las formas de control y de innovación de procedimientos de socialización de las diferentes clases. Sustentaré la tesis de que la estructura profunda de la comunicación es afectada en sí misma, aunque no de una manera definitiva e irrevocable.

Para entrar en la discusión, consideremos el efecto del sistema de clases sobre la distribución social del conocimiento. El sistema de clases afecta la distribución del conocimiento. En nuestra época como en todas las épocas históricas sólo un escaso porcentaje de la población ha tenido acceso a un nivel de conocimiento que implica el manejo de metalenguajes de control y de innovación, mientras que la amplia masa de la población no ha accedido más que a un conocimiento que permite la ejecución de operaciones particulares, fuertemente ligadas al contexto.

Un porcentaje muy bajo de la población ha tenido acceso a los principios de cambio intelectual, mientras que al resto le ha sido negado tal acceso. Esto sugiere que estamos en capacidad de distinguir dos clases de significados; universalistas y particularistas. Los significados universalistas son aquellos en los cuales los principios y las operaciones son lingüística-mente explícitos, los significados particularistas son aquellos en los cuales los principios y las operaciones son relativamente implícitos. Si los órdenes de significación son universalistas los significados están menos ligados a un contexto determinado. Los metalenguajes del conocimiento tanto en su aplicación a los objetos como en su aplicación a las personas expresan significados universales. En este caso, los individuos pueden tomar conciencia de los fundamentos de su experiencia pudiendo transformar dichos fundamentos. Al contrario, cuando los significados son particularistas, ellos son menos independientes del contexto y están más ligados a la situación, es decir, ligados a una relación social y a una estructura social particulares. Cuando el sistema de significados es particularista una gran parte del sentido está inmerso en el contexto y éste no es conocido más que por aquellos que han tenido la experiencia de las mismas situaciones, mientras que cuando los significados son universalistas, éstos están, en principio, disponibles a todos, porque los principios y las operaciones han sido explícitos.

Mi tesis consiste en que las formas de socialización orientan al niño hacia códigos de habla diferentes que controlan el acceso a significados relativamente dependientes o relativamente independientes del contexto. Los códigos elaborados orientan a sus usuarios hacia significados universalistas, mientras que los códigos restringidos orientan y sensibilizan a los usuarios en significados particularistas; estos dos códigos conducen a formas lingüísticas diferentes y reposan sobre relaciones sociales diferentes. Los códigos elaborados están menos ligados a una estructura particular y conllevan la posibilidad de un cambio en los principios; en este caso, el habla puede ser liberada de la estructura social y adquirir cierta autonomía. La universidad es un lugar organizado alrededor del habla. Los códigos restringidos están más estrechamente ligados a una estructura social particular y se prestan menos a un cambio de principios. Con un código elaborado, el sujeto socializado accede más fácilmente a la comprensión de los principios que inspiran su socialización y puede, de esta manera, efectuar una reflexión sobre el orden social que le ha sido transmitido. En el caso de los códigos restringidos, el sujeto socializado toma menos conciencia de los fundamentos de su socialización, y las posibilidades de reflexión son más limitadas. Uno de los efectos del sistema de clases consiste en limitar el acceso a los códigos elaborados.

Se puede agregar, que los códigos restringidos tienen su fundamento en símbolos condensados, mientras que los códigos elaborados tienen sus bases en símbolos articulados; los códigos restringidos reposan sobre la metáfora y los códigos elaborados reposan sobre la racionalidad. Los códigos restringen o determinan el uso que se hace de la lengua en situaciones de socialización relevantes, y, por consiguiente determinan los órdenes de significados pertinentes y las categorías de relación que el sujeto socializado interioriza. Desde este punto de vista, un cambio en los códigos habituales del habla implica cambios en los medios por los cuales se establecen relaciones con los objetos y las personas.


Fuente: Class, Codes and Control. Basil Bernstein.

Traducción de Mario Díaz

martes, abril 29, 2008



Naomi Klein en Chile


El Centro Pulso de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, la Asociación Chilena pro Naciones Unidas y Le Monde Diplomatique, invitan al Foro “Capitalismo y Desastre” con Naomi Klein y el Senador Juan Pablo Letelier.

El foro se realizará el lunes 28 de abril a las 18,30 hrs. en la Sala Domeyko de la Casa Central de la Universidad de Chile. En la ocasión Naomi Klein se referirá a su último libro “La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre”.

Más información sobre la autora en:
Página oficial de la autora
Página de Naomi Klein en Myspaces
Naomi Klein en la wikipedia en español
Materiales en español sobre el libro "La Doctrina del Shock: El auge del capitalismo del desastre"

Por último un corto de Alfonso Cuarón y Naomi Klein, dirigido por Jonás Cuarón, sobre el libro:


Fuente: David Silva Labra

lunes, abril 28, 2008



Etnoecología


Por Víctor M. Toledo


La etnoecología puede definirse como un enfoque o abordaje interdisciplinario que explora las maneras como la naturaleza es visualizada por los diferentes grupos humanos (culturas), a través de un conjunto de creencias y conocimientos, y cómo en términos de esas imágenes, tales grupos utilizan y/o manejan los recursos naturales. Dado lo anterior, la etnoecología se centra en el estudio del complejo kosmos-corpus-praxis, es decir en la triple exploración de: el sistema de creencias o cosmovisiones (kosmos), el repertorio completo de conocimientos o sistemas cognitivos (corpus), y el conjunto de prácticas productivas, incluyendo los diferentes usos y manejos de los recursos naturales (praxis). La etnoecología ofrece entonces un marco conceptual y un método para el estudio integral de los procesos de la apropiación humana de la naturaleza.

Con base en los numerosos estudios etnoecológicos realizados entre innumerables culturas de diferentes hábitats del planeta, es posible establecer algunos rasgos generales de las formas como los pueblos indígenas del mundo contemporáneo conciben, conocen y utilizan la naturaleza y sus recursos.

El Kosmos

Para los pueblos indígenas, la tierra y en general la naturaleza tiene una cualidad sagrada que está casi ausente del pensamiento occidental o "moderno". La tierra es venerada y respetada y su inalienabilidad es reflejada en prácticamente todas las cosmovisiones indígenas. Los pueblos indígenas no consideran a la tierra como un mero recurso económico. Bajo sus cosmovisiones, la naturaleza es la fuente primaria de la vida que nutre, sostiene y enseña. La naturaleza es, por lo tanto, no sólo una fuente productiva sino el centro del universo, el núcleo de la cultura y el origen de la identidad étnica. En el corazón de este profundo lazo está la creencia de que todas las cosas vivas y no vivas y los mundos social y natural están intrínsecamente ligados (principio de reciprocidad). En la cosmovisión indígena además, cada acto de apropiación de la naturaleza tiene que ser negociado con todas las cosas existentes (vivas y no-vivas) mediante el diálogo y a través de diferentes mecanismos como los rituales agrícolas y los actos shamánicos (intercambio simbólico). Por lo anterior, los seres humanos son vistos como una forma de vida particular participando en una comunidad más amplia de seres vivos regulados por un solo conjunto de reglas de conducta.

El Corpus

Los pueblos indígenas albergan un repertorio de conocimientos ecológicos que generalmente es local, colectivo, diacrónico y holístico. Como los pueblos indígenas poseen una muy larga historia de práctica en el uso de sus recursos circundantes, ellos poseen sistemas cognitivos que son transmitidos de generación a generación. La transmisión de este conocimiento se hace mediante el lenguaje, de ahí que el corpus sea generalmente un conocimiento no escrito. La memoria es, por lo tanto, el recurso intelectual más importante entre las culturas indígenas. Este cuerpo de conocimiento es la expresión de una cierta sabiduría personal y, al mismo tiempo, de una creación colectiva, es decir, una síntesis histórica y cultural convertida en realidad en la mente de un productor individual. Por esta razón, el corpus contenido en la mente de un sólo productor expresa un repertorio que es una síntesis de información de por lo menos cuatro fuentes: (a) la experiencia acumulada a lo largo del tiempo histórico y transmitida de generación a generación por un cierto grupo cultural; (b) las experiencias compartidas socialmente por los miembros de una generación contemporánea o cohorte; (c) la experiencia compartida en el hogar o el grupo doméstico al cual pertenece el individuo; y (d) la experiencia personal, particular a cada individuo, acumulada mediante la repetición de los ciclos anuales (naturales y productivos) y enriquecida por las variaciones percibidas y las condiciones impredecibles asociadas a ellas.

El conocimiento ecológico indígena está normalmente restringido a los ambientes inmediatos y es una construcción intelectual que resulta de un proceso de acumulación de experiencias tanto a través del tiempo histórico como del espacio social. Finalmente, el conocimiento indígena es holístico porque está intrínsecamente ligado a las necesidades prácticas de uso y manejo de los ecosistemas locales. Aunque el conocimiento indígena está basado en observaciones en una escala geográfica más bien restringida, debe proveer información detallada de todo el escenario representado por los paisajes concretos donde se usan y manejan los recursos naturales. Como consecuencia, las mentes indígenas no sólo poseen información detallada acerca de las especies de plantas, animales, hongos y algunos microorganismos; también reconocen tipos de minerales, suelos, aguas, nieves, topografías, vegetación y paisajes, incluyendo el cielo o firmamento. De manera similiar, el conocimiento indígena no se restringe a los aspectos estructurales de la naturaleza, es decir, los correspondientes a la identificación y clasificación de elementos (etnotaxonomías) o componentes de la naturaleza, también se refiere a dimensiones dinámicas (relativa a patrones y procesos), relacionales (ligado a las relaciones entre o de los elementos o eventos naturales) y utilitarias (relativas a su uso). Como resultado, es posible integrar una matriz cognitiva que certifica el carácter del conocimiento indígena y sirve como un marco metodológico para la investigación etnoecológica.

La Praxis

En cuanto a la praxis, las sociedades indígenas subsisten apropiándose de diversos recursos de su vecindad inmediata. Así, la subsistencia de los pueblos indígenas está basada más en los intercambios ecológicos (con la naturaleza) que en los intercambios económicos (con los mercados). Por ello, están obligados a adoptar mecanismos de sobrevivencia que garanticen un flujo ininterrumpido de bienes, materiales y energía de los ecosistemas. En este contexto se adopta una racionalidad económica basada en los valores de uso, que en términos prácticos está representada por una estrategia del uso múltiple que maximiza la variedad de bienes producidos con el fin de proveer los requerimientos domésticos básicos a lo largo del año. Los hogares indígenas tienden por lo tanto a llevar una producción no especializada basada en el principio de la diversidad de recursos y prácticas. Este modo de subsistencia resulta en la utilización al máximo de todos los paisajes disponibles en los ambientes circundantes, el reciclaje de materiales, energía y desperdicios, la diversificación los productos obtenidos por el ambiente y, especialmente, la integración de diferentes prácticas: agricultura, recolección, extracción forestal, agroforestería, pesca, caza, ganadería de pequeña escala, y artesanía. Como resultado, la subsistencia indígena implica la generación de una amplia gama de productos que incluyen alimentos, instrumentos domésticos y de trabajo, materiales de construcción, medicinas, combustibles, fibras, forraje y otros.

Bajo la estrategia del uso múltiple, los productores indígenas manipulan el paisaje natural de tal manera que dos características principales se mantienen y favorecen: el mosaico de hábitats y la heterogeneidad biológica y genética. En la dimensión espacial, el territorio nativo se convierte en un complejo mosaico de paisajes en que campos cultivados, áreas barbechadas y cuerpos de agua son todos segmentos del sistema de producción. La creación de mosaicos de paisaje bajo la estrategia de uso múltiple indígena incrementa la biodiversidad. Varios autores han ya enfatizado la importancia de los modelos de uso de mosaicos de paisajes de baja intensidad de los pueblos indígenas y otras poblaciones de pequeños propietarios para la conservación de la biodiversidad. El mismo arreglo diversificado presente en los paisajes indígenas tiende a ser reproducido en un micro-nivel, donde se favorecen las estrategias de multi-especies, policultivos o agroforestería sobre el monocultivo. Como consecuencia, los recursos genéticos animales y especialmente los vegetales tienden a ser mantenidos en los campos agrícolas, sistemas acuáticos y huertos y agrobosques indígenas.


Fuente: Laboratorio de Etnoecología

domingo, abril 27, 2008



Décimas por el día después

Por Jorge Coulon

(Inti Illimani)

Con mojigato rubor
deliberó el tribunal
que considera inmoral
que en Chile se haga el amor
Porque es la noche anterior
y no es el día después
la que desespera al juez
cuando ejerce su censura
con aliento a sepultura
y segura flaccidez

Con sus miembros atrofiados
este triste tribunal
vuelve el reloj nacional
a turbios tiempos pasados
votaron condicionados
sin libertad de conciencia
Sin real independencia
los condujo el Opus Dei
a derogar una ley
respaldada por la ciencia

Es hora de decir basta
y decirlo muy en serio
Chile no es un monasterio
que a las mujeres aplasta
si alguna elige ser casta
esta en su justo derecho
pero si otra abre su pecho
o las piernas a quien quiera
que alce la frente altanera
sin censores al acecho

Indecente es la violencia
inmoral es la pobreza
deprimente es la tristeza
y obscena es la prepotencia
Insulta la inteligencia
tanta manipulación
y una firme decisión
madura en la sociedad:
Por un país de verdad
cambiar la constitución


La Partida – Inti Illimani

Antigua América – Los Jaivas en Machu Picchu


Kloketen


sábado, abril 26, 2008



DISEÑO DE INTERACCIÓN DE LA INFORMACIÓN: Una teoría unificada del campo del diseño.

Por Eyra



Para Shedroff, el diseño de interacción de la información es la intersección de las disciplinas de diseño de información, diseño de interacción y diseño sensorial. Las raíces del diseño de información están en publicidad y diseño gráfico, tal como lo habíamos visto al inicio del curso en otra de las clases. El diseño de información direcciona la organización y presentación de los datos: transformación en información significativa.

El diseño de interacción es la creación y narración de hitorias, es a la vez un arte antiguo y una nueva tecnología. El diseño sensorial es el empleo de todas las técnicas con las cuales nos comunicamos con otros a través de nuestros sentidos. Estos pueden ser el tactil, visual, cinestésico, auditivo y olfativo.

Diseño de información

El autor señala que el diseño de información no reemplaza al diseño gráfico o a alguna otra de las disciplinas visuales, sin embargo es la estructura a través de la cual estas capacidades son expresadas. La información no es el fin de el continuo entendimiento. Los datos puede ser transformados en información significativa, que a su vez se convertirá en conocimiento para posteriormenete terminar en un saber. Los datos no tienen valor alguno hasta que conforman un mensaje completo. Para que se lleve a cabo este proceso debe intervenir el diseño de interacción y la creación de experiencias, por lo tanto es necesario conocer a la audiencia, sus necesidades, intereses, habilidades, etc.




Shedroff menciona que con cada experiencia adquirimos conocimiento. Es el entendimiento adquirido por medio de experiencias buenas o malas. La información forma los estímulos de una experiencia mientras que el saber puede ser el entendimiento del mensaje obtenido a través de la experiencia. Por otra parte, la sabiduría es un tipo de "meta-conocimiento" de procesos y relaciones obtenidas a través de experiencias. Es resultado de la contemplación, evaluación, retrospección e interpretación (todas son procesos personales). Es un entendimiento que debe ser obtenido por uno mismo.

Para transformar los datos en información primero se debe explorar lo forma en que se organizará. El autor propone las siguientes maneras: por alfabeto, por ubicación, por tiempo, por continuidad, número, categoría o al azar. Es conveniente incluir índices que organicen lo mismo pero de diferentes maneras. También es importante permitirle a la gente encontrar cosas en la manera que es más apropiada para las cosas que ellos conocen o de la forma en la que ellos lo entienden. Esto es debido a que toda la gente aprende de manera distinta y tiene habilidades que varían. Asimismo nos recalca la importancia de que en cada decisión, no importa que tan simple o mundana sea, deba haber metas y mensajes bien definidos. El objetivo más importante de la comunicación efectiva es la claridad.

Diseño de interacción

Para Shedroff una de las cosas más interactivas es una conversación con un amigo. Respecto a esto, uno de las formas de considerar el significado de interactividad es el prever todas las experiencias como una serie continua de interactividad. Lo que diferencia a la interactividad es el control que la audiencia tiene sobre las herramientas o contenido; la habilidad para producir y crear.

Nathan Shedroff menciona varios grados con los cuales se puede interactuar: control, retroalimentación, creatividad, co-creatividad, productividad, comunicación y adaptabilidad.




Los primeros dos niveles se enfocan en qué tanto control tiene la audiencia sobre el resultado, secuencia o tipo de acción, y qué tanta retroalimentación existe en la interfase. Normalmente, las experiencias con alta interactividad ofrecen mayores niveles de retroalimentación.

Los siguientes niveles son la creatividad, co-creatividad y productividad. Las experiencias creativas permiten al usuario, creador o participante hacer o compartir algo de ellos mismos. Algunas experiencias pueden ser usadas más productivamente que otras (como el entretenimiento). La productividad es tradicionalmente de más preocupación en los productos de negocios que en los de entretenimiento. Las tecnologías co-creativas son aquellas que ofrecen ayuda en la creación del proceso. Las oportunidades para conocer a otros, hablar con ellos y compartir sus historias y opiniones personales, son siempre vistas como importantes e interesantes. Debido a que estas experiencias incluyen dos o mas personas, también incluyen altos niveles de control, retroalimentación y adaptabilidad.

Nathan Shedroff nos muestra un diagrama en el que muestra los seis niveles. Lo que hace es combinar la retroalimentación y el control en una dimensión; la creatividad, productividad y comunicación en otra; y la adaptación en una tercera dimensión. Esto nos da un cubo, nos muestra las relaciones generales entre las experiencias de las que podemos aprender.



Diseño sensorial

Algunas de las disciplinas que abarca el diseño sensorial son: la escritura, el diseño gráfico, iconografía, fabricación de mapas, caligrafía, tipogafía, ilustración y teoría del color (gráficos); fotografía, animación y sinematografía (imágenes); y diseño de sonido, cantar y música. En los sentidos del gusto y del olfato se encuentran la perfumería y la cocina.



Finalmente, Nathan Shedroff explica que todos los detalles sensoriales deben coordinarse no sólo entre ellos, sino con los objetivos y mensajes del proyecto. Una interface para una experiencia, ya sea tecnológica, física o conceptual, debe tener un mensaje y una razón para comunicarlo y comenzar con la creación del significado y desarrollo de tipos apropiados de interactividad.

Personalmente, me pareció una lectura muy interesante, de la cual podemos recuperar muchos conceptos importantes y aplicarlos a nuestro trabajo cotidiano. Algo muy cierto que menciona a manera de conclusión es que tanto el diseño de información como el diseño de interacción son disciplinas muy nuevas que crecerán considerablemente dependiendo de cómo sigamos experimentando y creando.

Shedroff, Nathan. Unified field theory of Design. Documento electrónico recuperado de http://www.nathan.com/thoughts/unified


Fuente: Eyra


viernes, abril 25, 2008



“Que la utopía sea tan fuerte que parezca razón, que la razón sea tan bella que parezca utopía”

Clemente Estable


*Nentuzugun

Re vlkantukelan ta iñche

ka ñi kvme tripan zugungenon,

kitara mew vlkantuken

kimfal zugu ñi niyen mew ka kvme rakizuam.

Mapu piwke Nelly

ka pvchi kono mvpv,

gillatuñmaelchi ko reke,

gillañpegey kvme felen ka llazkvlen.

Fey tifa mew kvme amulley ta ñi vl,

pilley ga Violeta,

kvzawfe kitara

pewv kvyen wvrwangelu.

Vlmenke che ta ñi kitara no

chemkvn rume ñi femgenon,

ta ñi vl wenu miawpeyvm

zituafiel chip u wagvlen.

Vlkantun niyelley kimfal zugu

tretrefvyem witrupeyvm mollfvñ

feychi vlkantulen ta layalu

feyentyfalchi rvf zugu,

lefkechi ayvzuamal rume

ka pu vytun ka tripa che

feychi fvtrakechi kvnal vl

puwlleay ta ponwi mapa.

Chef ta ñi kom puwkemvm

ka chef kom llitukemvm,

newengekelle chi vl

rumel we vlgelleay,

rumel we vlgelleay,

rumel we vlgelleay.

(*Manifiesto, Víctor Jara)


Traducción: Elicura Chihuailaf

jueves, abril 24, 2008



Gilles Lipovetsky: La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo (Anagrama, 2007)

Por Bernabé Sarabia


Cuando Lyotard acuña el concepto de ‘postmodernidad’ a finales de los años setenta y escribe que ya “se han acabado los grandes relatos”, se palpa en las sociedades desarrolladas de todo el mundo una potente sensación de liberación. El “narciso” cool, individualista y consumista que tan bien retrata Lipovetsky en La era del vacío y El imperio de lo efímero es un ser optimista en su gozo, un individuo que vive el presente, olvidado del pasado y sin preocupación por el futuro. Veinte años después, esa euforia de los años postmodernos ya no es la misma. En Los tiempos hipermodernos, Lipovetsky advierte al lector del fin de la euforia. El hedonismo del presente que caracterizó los años ochenta –la movida madrileña constituye una magnífica ilustración- ya no existe. En la hipermodernidad, el desempleo, la preocupación por la salud, las crisis económicas y un largo sinfín de virus que provocan ansiedad individual y colectiva se han introducido en el cuerpo social.

Para Lipovetsky el desarrollo de la globalización y de la sociedad de mercado ha producido en estos años nuevas formas de pobreza, marginación, precarización del trabajo y un considerable aumento de temores e inquietudes de todo tipo. Sin embargo, la sociedad hipermoderna no ha supuesto la aniquilación de los valores. Al contrario, el hedonismo ya no estimula tanto, la extrema derecha no ha tomado el poder y el conjunto de la sociedad no ha caído en desviaciones xenófobas y nacionalistas. La dinámica de la individualización personal no ha supuesto que la democracia pierda firmeza o se aleje de sus principios humanistas y plurales. Los derechos humanos siguen constituyendo uno de los principios morales básicos de la democracia. La dinámica del individualismo refuerza, en opinión de Lipovetsky, la identificación con el otro. El culto al bienestar conduce, aunque parezca paradójico, a que los individuos sean más sensibles al sufrimiento.

La producción de bienes se centra en las personas, como es el caso del teléfono móvil. Las culturas de clase se erosionan, se hacen menos legibles y la pertenencia a un grupo social no determina ya los modos de consumo

En la sociedad hipermoderna el peligro no viene por algo que precisamente la caracteriza, lo que Lipovetsky denomina hiperconsumo. “Cuanto más se impone la comercialización de la vida, más celebramos los derechos humanos. Al mismo tiempo, el voluntariado, el amor y la amistad son valores que se perpetúan e incluso se fortalecen”. El peligro viene para Lipovetsky de otra parte. Procede de lo que él denomina una inquietante fragilización y desestabilización emocional de los individuos. La debilidad de cada uno de nosotros tendría su origen en el hecho de que cada vez estamos menos pertrechados para soportar las desgracias de la existencia, y ello no porque el culto al éxito o al consumo provoque esa fragilidad, sino porque las grandes instituciones sociales han dejado de proporcionar la sólida armazón estructuradora de antaño. De ahí vendría la ola de trastornos psicosomáticos, depresiones y demás angustias con las que las distintas industrias que producen psicofármacos se enriquecen.

En la arquitectura de La felicidad paradójica, cuyo subtítulo es enormemente significativo –Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo-, se entra con la aparición de un nuevo arquetipo social, el hiperconsumidor, un ser que ya no desea sólo el bienestar, lo que ahora anhela es armonía, sensación de plenitud, felicidad y sabiduría. Dicho hiperconsumidor es la consecuencia, según Lipovetsky, del desarrollo de las tres etapas a través de las cuales se despliega la sociedad contemporánea. La primera de ellas, comprendida entre 1880 y la Segunda Guerra Mundial, marca el inicio de la sociedad de consumo. Son los años de la producción a gran escala y de la puesta a punto de las máquinas de fabricación continua que producen bienes con vocación de durabilidad.

Para su desgracia, el hiperconsumidor se apoya tanto en sus emociones que éstas no acaban nunca de ser satisfechas, y la experiencia de la decepción asoma y amenaza a distintas capas de la sociedad

En torno a 1950 es cuando se inicia el nuevo ciclo histórico de las economías de consumo. En esta segunda etapa, la capacidad de producción aumenta tanto que se genera una mutación social que da lugar a la aparición de la sociedad de consumo de masas. Se abren supermercados, centros comerciales, hipermercados y, aunque de naturaleza básicamente fordista, el orden económico se rige ya en buena medida por los principios de la seducción y de lo efímero. En este período se vienen abajo las antiguas resistencias culturales y se expande la sociedad del deseo.

En la tercera etapa, la vida de las sociedades desarrolladas no hace sino acumular signos de placer y felicidad. En este estado de cosas la cultura del consumo promete felicidad y evasión de los problemas. La producción de bienes se centra en las personas, como es el caso del teléfono móvil. Las culturas de clase se erosionan, se hacen menos legibles y la pertenencia a un grupo social no determina ya los modos de consumo. Sin embargo –y ahí aparece la paradoja anunciada en el título de esta obra- el hiperconsumidor se vuelve desconfiado e infiel. Ya no sigue sólo a una marca, ahora entra en internet y compara, analiza, reflexiona y orienta sus deseos hacia lo que más le gratifica.

Para su desgracia, el hiperconsumidor se apoya tanto en sus emociones que éstas no acaban nunca de ser satisfechas, y la experiencia de la decepción asoma (del análisis de la decepción se ocupó el siguiente libro de Lipovetsky aparecido en Francia --La société de déception (2006)-- que será próximamente traducido) y amenaza a distintas capas de la sociedad. Jóvenes violentos, ancianos desprotegidos o inmigrantes son colectivos sobre los que el autor reflexiona. Desde este análisis y desde los excesos del hedonismo del capitalismo de consumo, Lipovetsky se atreve a predecir una mutación cultural que ha de revisar la importancia de los goces inmediatos y contener el frenesí consumista.


Gilles Lipovetsky (1944-) es profesor de filosofía en la universidad de Grenoble, miembro del Consejo de Análisis de la Sociedad (que depende directamente del Primer Ministro), del Consejo Nacional de Programas (Ministerio de Educación), y consultante de la APM (Asociación Progreso del Management). Es autor de La era del vacío. Ensayo sobre el individualismo contemporáneo (1986); El imperio de lo efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas (1990); El crepúsculo del deber. Ética de los nuevos tiempos democráticos (1992); La tercera mujer. Permanencia y revolución de lo femenino (1999); Metamorfosis de la cultura liberal. Ética, medios de comunicación y empresa (2002); Les temps hypermodernes (2003); y El lujo eterno. De la era de lo sagrado al tiempo de las marcas (2003).

miércoles, abril 23, 2008



EL MALETÍN LITERARIO: la etapa final

Por Diego Muñoz Valenzuela


El Maletín Literario –controvertida iniciativa de fomento de la lectura del Gobierno, operada a través de la DIBAM- pasó a una nueva etapa que acerca el momento de su materialización. Así se continúa con un proceso que pone de relieve una decisión a ultranza, sin escuchar las voces críticas de actores relevantes y las propuestas alternativas al uso de los fondos asignados (once millones de dólares), por cierto inéditos para este tipo de iniciativas (en el Maletín se gastará más del doble de lo que el Consejo del Libro asigna en su concurso de proyectos a toda clase de iniciativas).


Más allá de que mantengo serias dudas acerca de la efectividad y eficiencia de la iniciativa y rechazo el criterio simplista que asevera que cualquier cosa que se haga por el fomento de la lectura será buena; mis primeras impresiones son éstas: se demuestra que el valor del libro depende del tamaño de la edición y se pone de relieve que estas licitaciones tienden a concentrar el efecto económico en escasos actores de la industria.


El precio unitario de los libros demuestra que es preciso buscar formas de impulsar la industria del libro hacia mayores tamaños de edición. La tecnología actual permite imprimir lotes económicos de 500 libros a los precios acostumbrados (5.000 a 7.000 $ para libros chilenos). Así ¿para qué producir, almacenar, distribuir más? Sin embargo, al crecer las economías de escala, los libros pueden reducir el precio a una quinta, incluso a una décima parte (ver los precios de la licitación). Al menos, aquí queda claro que el enemigo principal no son ni el IVA ni los piratas, sino los tirajes. Algunos han errado la puntería por muchos años.


Respecto de la concentración de la adjudicación en pocos operadores de gran tamaño, confiables, solventes, para garantizar la seriedad y viabilidad del proyecto, éste es el modus operandi habitual del Estado. Conlleva una profecía autocumplida: dejar fuera a los actores de la pequeña empresa, siempre desvalida más allá de los discursos gubernamentales abundantes de promesas, desprovista de medios de garantía y financiamiento para abordar grandes operaciones. Como ha ocurrido, la mayor parte de los pequeños empresarios del libro quedarán mirando el banquete de los peces mayores. ¿Dónde quedan entonces las palabras promisorias acerca del impulso a la micro y pequeña empresa, en este caso la editorial?


La controversia acerca del bullado maletín, para hacer memoria, estuvo centrada en diversos aspectos:


- La efectividad de la medida, es decir, que los libros fuesen leídos por los beneficiados y que les fuesen útiles.

- La ausencia de un entorno o programa de intervención que asegure el impacto en cuanto a incentivo real de la lectura, sobre todo en estratos donde los hábitos de lectura son demostradamente débiles.

- El tono efectista y demagógico que rodea toda la idea, olor a populismo.

- La selección de los textos incluidos (la verdad es que hay cientos de posibilidades buenas y que el valor depende del grupo de destinatarios). En todo caso, se está escogiendo por los beneficiados, sin consultarles a ellos.

-El costo involucrado respecto de los presupuestos históricos para este tipo de iniciativas.

- La posibilidad alternativa de financiar centenares de iniciativas que han sido exitosas (por ejemplo los programas de Fundación La Fuente, INFOCAP de Un techo para Chile, Letras de Chile y otras).

-La posibilidad de que sea un dispendio fraudulento, malversación de fondos, u otras similares.

La iniciativa se llevará a cabo. De esto jamás he tenido dudas. Da para pensar, por cierto. No significa inmovilismo, ni crítica gratuita, ni desánimo. Los que hemos estado siempre en esto, en especial los escritores que hemos decidido actuar, hacer, comprometernos para promover la lectura y el libro desde hace muchos años, continuaremos en nuestro empeño.

Todavía esperamos –verbo ligado a la hermosa, tal vez ingenua expectativa que denominamos esperanza- que más allá de declaraciones vacías e iniciativas pomposas, se manifieste el respeto hacia el libro, la lectura, los escritores y todos los agentes ligados a este ciclo del cual dependen el crecimiento espiritual, cultural, material y en definitiva la auténtica libertad de un país.

martes, abril 22, 2008



EL LIBRO VERDE

de Juan Carlos Bodoque

Diario de Ruta de un Periodista Estrella


Juan Carlos Bodoque y Vodoque, Periodista y Comunicador Comunicacional de la Universidad de Titirilquén, es oriundo de Alto Tiritilquén y es uno de los 68 hijos del matrimonio compuesto por la señora Mitzy Bodoque y don Belisario de Bodoque. A los 8 años conejo, Juan Carlos Bodoque ingresó a la Manada Apumanque, donde conoció a su mejor amigo, Tulio Treviño. Eximio escritor, entre sus publicaciones se cuentan algunos ensayos universitarios como “El periodismo estrella en la guerra fría”, “¿Es posible un periodismo sin estrella?” y “El periodismo estrella en un mundo globalizado”. Multifacético, también ha incursionado en otros géneros como en la ciencia ficción con su libro “XRXR7000: Una galaxia inexorable” y en la literatura infantil con “La marsopa loca”.

A continuación se reproduce la presentación que el mismo autor hace de su celebrada obra.

Lejano me parece el día en que el Señor Manguera, autoridad plenipotenciaria de nuestra estación televisiva, me destinó a la realización de notas medioambientales. Debo confesar que mi deseo oculto era ser el conductor ancla de “31 Minutos”, pero la llegada de Tulio Triviño, recomendado por mí, terminó con mis aspiraciones. Yo quería que Tulio fuera mi asistente, pero situaciones que prefiero no comentar en un momento tan trascendente como la presentación de este libro determinaron que él se llevara la fama y yo el trabajo duro.

Así nació “La Nota Verde”: contra mi voluntad. Ignoraba yo los vericuetos de un tema que al principio me parecía terriblemente aburrido. Pero con el tiempo, un sinfín de viajes y aventuras me convencieron de que estaba metido en algo grande y que era mi obligación darlo a conocer. Primero fue “La ruta de la caca”, un reportaje que hoy por hoy es un clásico indiscutido, donde me pregunté por el destino de los desechos que cada uno tira por la taza del wáter. Después conocí el milagro del reciclaje, el avance inclemente de la desertificación y un pueblo que funcionaba con energía solar. Casi quedo sordo producto de la contaminación acústica que afecta nuestras ciudades, viajé al último confín del mundo para buscar a la ballena que me cantaba mi canción de cuna cuando era niño; desnudé la red de tráfico de animales del Tío Pelado, supe que me podía quemar vivo sin saberlo por culpa del hoyo en la capa de ozono, castigué a los Monos Locos por haber incendiado un bosque completo, fui a la montaña a buscar una araucaria para reconquistar a la caprichosa Sol Del Solar, descendí el río Biobío para ver cómo sus aguas se encochinaban por culpa del progresa, viví en carne propia la realidad de los perros callejeros, rescaté del olvido a un viejo museo, desentrañé algunos de los secretos que nos depara el universo, mi avioneta cayó en medio del desierto y casi muero de sed, supe que el aire que respirábamos estaba tan sucio como algunas conciencias y pasé un estimulante día libre en la playa, mirando el mar.

Tantas vivencias las quise recopilar en “El Libro Verde de Juan Carlos Bodoque: diario de ruta de un periodista estrella”, pequeña y desinteresada obra maestra llamada a convertirse en un éxito de ventas y crítica. Aunque no lo he leído por completo, el muchacho mal pagado que lo escribió me ha dicho que está excelente y que, sin duda, obtendrá los más respetados galardones nacionales e internacionales. A juzgar por a portada y los dibujos, puedo asegurar lo mismo.

Soy Juan Carlos Bodoque, y éstas son mis notas verdes.


Fuente: "El Libro Verde de Juan Carlos Bodoque". Aplaplac Libros, 2004.

lunes, abril 21, 2008



Diseño Precolombino, Iconografía Chilena


Por Margarita Cid Lizondo


Un ícono, es una imagen o representación; es un signo o símbolo que sustituye al objeto mediante su significación, representación o por analogía.

Esta imagen, mantiene una relación de semejanza con el objeto o concepto que representa; estas pueden ser realizadas mediante técnicas diferentes de diseño como: pintura, trabajo en metal, esculpidos en piedra, tejidos a telar, repujado, cestería, tallados en madera, etc.

Las manifestaciones artísticas de los pueblos primitivos nacen de una inquietud, un anhelo íntimo de producir algo con sus propias manos, que pueda recrear sus sentidos y expresar al mismo tiempo sus ideas religiosas o estéticas.

El deseo de decorar objetos de uso, armas, vestidos, cestería, alfarería y joyería son posiblemente inconscientes manifestaciones del alma que, a través de la manufactura del hombre, crea valores estéticos y de belleza, igual que la danza o la música.

Estas expresiones visuales llevan implícita una imagen, un símbolo, un ícono, mediante el cual dan cuenta de su universo.

Este libro, es un registro unitario y amplio de la iconografía precolombina nacional, que permite visualizar a los antiguos habitantes de nuestro país con una mirada global; es reconocer y valorizar su desarrollo visual y las temáticas que los pueblos originarios de Chile poseían antes de la llegada de los españoles.

Nos permite descubrir por ejemplo como en el Norte Grande los petroglifos de Tamentica dan cuenta del Culto al Cóndor y relacionar esta temática del Cóndor con la joyería Mapuche y el prendedor Akucha donde los dos pájaros simbolizan en su mitología el alma de los antepasados, “Cóndores del sol”.

En las cercanías del Bicentenario de nuestro país como nación, nace la reflexión acerca de nuestra identidad como país, la búsqueda del sentido de pertenencia con nuestra cultura ancestral. Los íconos precolombinos chilenos, pertenecen al legado gráfico que hemos recibido de herencia, es una manifestación visual de nuestra identidad que hoy más que nunca debemos asumir y fomentar en nuestro quehacer diario.


A continuación se reproduce una entrevista realizada por Catalina May a la autora.

Margarita Cid Lizondo es una diseñadora que en la universidad descubrió que en el Chile precolombino había una tradición más que potente de iconografía. Interesada en ello, investigó durante años y acaba de publicar este libro donde muestra la originalidad de los tallados rapa nui, la gracia de los diseños mapuches y las alucinantes tabletas para la inhalación de psicotrópicos que usaban los perlas en el Norte Grande.

-¿De dónde viene el interés por hacer este libro?

- Nace de la época de la universidad, yo soy diseñadora de la Católica. En esa escuela hay una búsqueda de lo que tiene que ver con tu patrimonio cultural en distintas áreas, pero cuando uno empieza a buscar cuál es tu fuente de inspiración y recurres al material bibliográfico, te encuentras con grafismos japonés, con los indios navajos y su vestuario, con las culturas moriscas y sus mosaicos. Eso me hizo cuestionarme por qué no hay nada que sea americano, que sea sudamericano y mucho menos chileno. Nunca nadie se había fijado en Chile como lugar de iconografía potente. Nosotros tenemos esa gran tranca de que todo lo peruano es más bonito, tiene más color, más onda, la riqueza del inca. O Brasil y sus tocados. Nuestro imaginario a lo más da para intuir que en las laderas de los cerros en la zona atacameña hay algo. Tú sabes que son dibujos, pero rara vez los has visto dibujados. Los has visto fotografiados o en puntitos, pero no constituyendo la forma y dándole el peso de íconos, que son elementos visuales potentes.

-¿Cómo trabajaste?

-Me demoré cuatro años. Con Marcela Enríquez, bibliotecaria del Museo de Arte Precolombino, recopilamos material que estaba en fotos, objetos, bibliografía impresa lo más actual posible, de colecciones privadas. Par organizar el libro dividí Chile en zonas geográficas y cada una en soportes: petroglifos, tabletas de inhalación, cerámica, textil, etc… Después vino escanear todo el material, ordenarlo y empezar a dibujar en Frenad de forma muy detallista, porque este es un registro que la gente va a utilizar durante muchos años.

-¿Qué lugar crees que van a tomar estos íconos en nuestra cultura?

-Espero haber entregado el abecedario de un montón de imágenes que quiero que sean elementos que invadan lo cotidiano. Pueden ser para un orfebre, para un tejedor, para un cabro chico que quiere armar un kultrün porque es su tarea en la nueva reforma educacional. El otro día una amiga me decía que sus hijas quieren que se haga un tatuaje pero, ella no quiere hacerse una runa o un grafismo maorí. “Si existiera algo que me identificara me lo haría”, me decía. Y abre el libro y me dice: “Este petroglifo del cóndor en el norte me lo voy a hacer”. Para mí fue genial, porque ella consideró que ese ícono sí era meritorio de estar en su espalda. Yo sé que estas imágenes van a ser reproducidas a diestra y siniestra y por eso estoy armando el sitio iconografía.cl, en él quiero que la gente me cuente para qué las usan.

Ver estas imágenes nos hace romper con la idea de que el diseño es algo moderno…

-Absolutamente. El diseño es una profesión moderna, pero tú te das cuenta de que muchos de los procesos de abstracción de las formas, de una llama por ejemplo, un diseñador actual las hace de manera muy similar. Las líneas base que dan fuerza al objeto no distan mucho. Yo pienso que fueron diseñadores anónimos, de quienes apenas sabemos en qué período histórico estuvieron, o la relevancia que tuvieron. Era una labor que desempeñaba alguien importante, porque era la persona encargada de traspasar la cosmovisión de los pueblos a un objeto, ya sea para un ritual de culto o un objeto de uso. No era sólo un pintor, porque está la parte utilitaria también. Ese es el perfil de un diseñador.

O sea que Chile sí tiene una tradición en el diseño…

-Nosotros no hemos sabido ver qué es lo que hace distinto lo nuestro, que no es FOME, ni feo, ni gris. Es posible comunicar desde nuestro origen. Una de las colecciones más exitosas de Jean Paul Gautier estuvo basada en los incas. Él puso de moda hasta el gorrito con orejas, pero de terciopelo estampado. Era de elite, alta costura. Y, perdón, vino un europeo, tomó la iconografía precolombina, se la llevó y grito y plata. Él vio que ahí hay una fuente de inspiración.


domingo, abril 20, 2008


¿Qué es la Comunicación?


Por Vilém Flusser


La comunicación humana es un proceso artificial. Descansa sobre artificios, sobre invenciones, sobre instrumentos, esto es, sobre símbolos que han sido ordenados en códigos. Los hombres no se entienden los unos a los otros de un modo “natural”. Al hablar no salen tonos “naturales” como en el canto del pájaro, y el escribir no es tampoco un gesto “natural” como el baile de las abejas. De allí que la teoría de la comunicación no sea ninguna ciencia natural, sino que pertenece a aquellas disciplinas que tienen que ver con los aspectos no naturales del hombre, y que alguna vez fueron llamadas “ciencias del espíritu”. La designación norteamericana de “humanities” da con la esencia de tales disciplinas de una forma más exacta.

Sólo en este sentido puede llamársele a él un animal social, un zoon politikón. Se dice que es un idiota (originalmente: una “persona privada”), cuando no ha aprendido a servirse de los instrumentos de la comunicación (p. ej., de un lenguaje). La idiotez, ser humano imperfecto es una carencia de arte. Por cierto que existen también relaciones entre los hombres que son “naturales” (como la existente entre la madre y el lactante, o en las relaciones sexuales) y se podría afirmar de ellas que son las formas de comunicación más originarias y fundamentales. Pero no son lo más característico de la comunicación humana y están contaminadas por lo demás por conceptos artificiales (“influenciados por la cultura”).

El carácter artificial de la comunicación humana –el hecho de que él se entienda con los otros hombres a través de artificios- no siempre es algo consciente para el hombre. Luego de haber aprendido un código tendemos a olvidar su artificialidad. Una vez que hemos aprendido el código de los gestos, no se piensa nuevamente que el asentir con la cabeza sólo significa un “si” para aquellos que se sirven de tal código. Los códigos (y los símbolos, de los que están hechos) se convierten en una especie de segunda naturaleza, y el mundo codificado en el que vivimos –el mundo de los fenómenos significativos como el movimiento de la cabeza, las señales del tránsito y los muebles- nos hace olvidar el mundo de la “primera naturaleza” (el mundo significativo). En último término, este es el objetivo del mundo codificado que nos rodea: hacernos olvidar que él es un tejido artificial, que llena de significado a la insignificante naturaleza, en si y para sí carente de significado, y que se adecua a nuestros requerimientos. El objetivo de la comunicación humana es hacernos olvidar el contexto falto de significación en el que nos hallamos por completo solos e incomunicados, es decir, aquel mundo en el que nos hallamos condenados a la prisión individual y a morir: el mundo de la “naturaleza”.

Obviamente que, con un saber así, acerca de la soledad y de falta de sentido, no se puede vivir. La comunicación humana teje un velo del mundo codificado, un velo de arte y de ciencia, de filosofía y de religión en torno a nosotros y lo teje cada vez más denso, para que nos olvidemos de nuestra propia soledad y de nuestra muerte, y también de la muerte de aquellos a quienes queremos. Dicho brevemente, el hombre se comunica con los demás, es un “animal político”, no porque el sea un animal social, sino porque el es un animal solitario, que es incapaz de vivir en soledad.

La teoría de la comunicación se ocupa del tejido artificial que hace que nos olvidemos de la soledad y es, por esto, una humanity. Por cierto que no es este el lugar para dilucidar la diferencia entre “naturaleza”, por una parte, y “arte” (o “cultura” o “espíritu”), por la otra. Pero la consecuencia metodológica de constatar que la teoría de la comunicación no es ninguna ciencia natural, debe ser puesta en palabras. Alrededor de fines del siglo 19 se había aceptado, en términos generales, que las ciencias naturales explican los fenómenos, en tanto que las “ciencias del espíritu” los interpretan. (Por ejemplo, se explica una nube si se la remite a sus causas, y se interpreta un libro, si se apunta a su significado) Según esto, la teoría de la comunicación sería una disciplina interpretadora: ella tendría que ver con los significados.

Lamentablemente hemos olvidado lo ingenuo que resulta creer que los fenómenos mismos demandan o una explicación o una interpretación. Las nubes pueden ser interpretadas (los adivinos y algunos psicólogos hacen esto) los libros pueden ser explicados (los materialistas históricos y algunos otros psicólogos hacen esto). Parece que un asunto se convierte en “naturaleza”, en el momento en que se lo explica y se torna “espíritu”, cuando nos decidimos a interpretarlo. Según esto, en general, para un cristiano todo sería “arte” (esto es, obra divina) y para un filósofo ilustrado del siglo 18, en general, todo sería “naturaleza” (a saber, en principio, explicable). La diferencia entre ciencia natural y “ciencia del espíritu” no habría que referirla, por lo mismo, al asunto, sino a la postura del investigador.

Sólo que esto no se corresponde con el estado efectivo de las cosas. Es verdad que todo puede ser “humanizado” (p. ej., leer las nubes) y todo puede ser “naturalizado” (p. ej., descubrir las causas de los libros). Empero, con esto, hay que hacerse consciente de que el fenómeno investigado, en cualquiera de los dos modos de proceder, muestra diferentes aspectos y que, por lo tanto, no tiene mucho sentido hablar de un “mismo fenómeno”. Una nube interpretada no es la nube de los meteorólogos y un libro explicado no tiene nada que ver con la literatura.

Si uno empleara lo que acabamos de decir en los fenómenos de la comunicación humana, entonces reconoceríamos el problema del cual hemos estado hablando. En efecto, si se intenta explicar la comunicación humana (por ejemplo, como un desarrollo continuo de la comunicación del mamífero, como consecuencia de la anatomía humana o como método de transferencia de informaciones), se hablaría entonces de un fenómeno diferente a que si se lo intentase interpretar (o mostrar lo que este significa). El presente trabajo propone tener a la vista este hecho. En consecuencia, la “teoría de la comunicación” ha de ser entendida como una disciplina interpretativa (a diferencia, por ejemplo, de la “teoría de la información” o “informática”), y la comunicación humana ha de ser vista como un fenómeno significativo y por interpretar.

La no naturalidad de este fenómeno, que se hace visible bajo el punto de vista interpretativo no ha sido comprendida aún del todo con la artificialidad de sus métodos, ni con la producción intencional de los códigos. La comunicación humana no es natural, incluso hasta antinatural, porque ella intenta almacenar la información adquirida. Ella es “de entropía negativa”. Se puede afirmar que la transferencia de información adquirida, de generación en generación, es un aspecto esencial de la comunicación humana y expone una característica del hombre en general. El que es un animal, que ha inventado la triquiñuela de poder acumular un montón de información adquirida.

Es cierto que en la “naturaleza” existen también tales procesos entrópicos negativos. A modo de ejemplo, podríamos considerar el desarrollo de la biología como una tendencia a alcanzar formas cada vez más complejas, hacia una acumulación de informaciones –como un proceso que conduce a configurar estructuras cada vez menos probables. Lo que nos permitiría decir que, la comunicación humana presentaría un último estadio provisorio en este proceso de desarrollo –en todo caso, cada vez que se intenta explicar el fenómeno de la comunicación humana. Pero se hablaría entonces de un fenómeno diferente al que aquí se menciona.

Visto desde el punto de vista explicativo de la ciencia natural, el amontonar información es un proceso que se juega a espaldas de un proceso mucho más vasto, orientado hacia la pérdida de información, para desembocar finalmente en ésta: un epiciclo. Efectivamente, la encina es más compleja que la bellota, pero ella se convierte finalmente en ceniza, la cual es menos compleja que la bellota. Efectivamente, la estructura del cuerpo de una hormiga es más compleja que la estructura de la ameba, pero la tierra acercándose al sol y todo el epiciclo biológico, finalmente, se transforman en cenizas, en donde esta ceniza una vez más se convierte en algo menos complejo que la ameba. Los epiciclos del aseguramiento de la información son efectivamente improbables, pero estadísticamente posibles, y han de desembocar de todos modos y por igual, estadísticamente, por la segunda ley de termodinámica, en lo probable.

De un modo completamente diferente y exactamente a la inversa, esta tendencia entrópica de la comunicación humana negativa aparece cuando se la intenta interpretar en lugar de explicar. Es entonces cuando la acumulación de información no se vuelve un proceso estadísticamente menos probable, aunque posible, sino que es captada como un tentativa humana –no, por tanto, como una consecuencia del azar y la necesidad, sino de la libertad. El almacenamiento de las informaciones adquiridas no es interpretado como un caso excepcional de la ley de termodinámica (como acontece en la informática), sino como una intención antinatural del hombre que está condenado a morir y, en verdad, quizá de la siguiente manera:

La tesis de que la comunicación humana sea un artificio frente a la soledad dispuesta hacia la muerte, y la tesis de que ella sea un proceso que se mueva en sentido contrario a la tendencia general de la naturaleza, dirigida por la entropía, sostienen las dos la misma cosa. La tendencia obstinada de la naturaleza de dirigirse hacia estados cada vez más probables, hacia la acumulación, hacia las cenizas (hacia la “muerte calórica”), no es sino el aspecto objetivo de la experiencia subjetiva de nuestra estúpida soledad y de nuestra condena a morir. Tanto desde el punto de vista existencial –como intento de superar la muerte en comunidad con otros- así como también desde el punto de vista formal –como intento de almacenar y producir informaciones- nuestra comunicación aparece como el intento de negar la naturaleza, y esto no sólo atañe a la “naturaleza” allí afuera, sino también a la “naturaleza” del hombre.

Si interpretásemos nuestro compromiso con la comunicación de esta forma, las reflexiones estadísticas (y, en principio, las cuantificadoras) se transformarían luego en insignificantes. La pregunta acerca de qué probabilidad tengan las piedras y los ladrillos de agruparse en una ciudad y cuándo es que vuelvan a desmoronarse en un montón de escombros, sería entonces una falsa pregunta. La ciudad ha nacido por una intención de darle un significado al sin sentido de la existencia echada hacia la muerte. La pregunta acerca de cuántos monos y cuantas años han de golpearse maquinas de escribir para poder tipear de “manera necesaria” la Divina Comedia es entonces una pregunta carente de significado. La obra de Dante no debe ser explicada por lo tanto desde sus causas, sino que debe ser interpretada a partir de sus intenciones. Luego tampoco se puede medir con la escala que emplean los científicos naturales el compromiso humano por el almacenamiento de la información frente a la muerte. El test del carbono mide el tiempo natural ejemplarmente en la pérdida de información de los átomos radioactivos específicos. Con todo, el tiempo artificial de la libertad humana (el “tiempo histórico”) no es posible medirlo mediante la inversión de la fórmula empleada en el test del carbono, como acumulación de informaciones. La acumulación de información no es entonces la medida de la historia, sino tan sólo, por así decir, los restos muertos de la intención impulsora de la historia frente a la muerte, por tanto, de la libertad.

Lo importante es retener de ello, que no existe contradicción alguna entre el acercamiento interpretativo y el acercamiento explicativo en la comunicación, entre la teoría comunicacional y la informática. Un fenómeno no es una “cosa en sí”, sino una cosa que aparece al interior de una consideración, y por esto no tiene mucho sentido hablar con dos tipos de consideración de la “misma cosa”. Considerado desde el punto de vista de la informática, la comunicación es un fenómeno diferente del que se da a la vista de este trabajo. En la informática, la comunicación es un proceso “natural” y tiene ser dilucidado por tanto de un modo objetivo. Aquí, la comunicación es entendida como un proceso antinatural y tiene que ser interpretada de manera intersubjetiva. En algún lugar tendrán que intersectarse los dos campos de la visión. Lo común de las dos perspectivas podría ser asumida, entonces, desde una tercera perspectiva. Sin embargo, esto se halla más allá del propósito del presente trabajo. Su punto de vista es uno “humanista”; pues trata de la comunicación humana como un fenómeno de la libertad.


FUENTE: Víctor Silva Echeto. Vilém Flusser, Kommunikologie. Frankfurt/Main 2003, tercera edición, 9-15. (Traducción: B. Onetto, Valdivia, agosto 2004)


sábado, abril 19, 2008



Información + evaluación = conocimiento

Por Mario Bunge


La sociedad contemporánea ha sido llamada “la sociedad de la información”. Si con esto se quiere decir que la información es el motor de nuestra sociedad, se afirma una verdad a medias, porque los motores de toda sociedad, ya sea moderna o tradicional, son el trabajo, la cooperación, la competencia, y la coerción. Los flujos de información forman parte de las relaciones sociales que mantienen y transforman a las sociedades.

Lo que ocurre es que, a medida que una sociedad se moderniza, el trabajo, la cooperación, la competencia y la coerción se planean y ejecutan en medida creciente con ayuda de conocimientos y prácticas creados por la ciencia y por la técnica. Nótese que acabo de decir ‘conocimiento’, no ‘información’, porque la información puede comunicar superstición o mentira, promesa o amenaza, y virtud o pecado, tanto como conocimiento.

En otras palabras, lo que caracteriza al trabajo calificado, la cooperación, la competencia y la coerción organizada en las sociedades modernas es el conocimiento especializado, es decir, el que va más allá del conocimiento ordinario. Es claro que este conocimiento, como cualquier otro, se transmite por vía de la información. Pero la información en sí misma no es conocimiento.

Hablemos, pues, de sociedad del conocimiento en lugar de sociedad de la información. Y aun así, aunque apreciemos el conocimiento tanto como la bondad, no exageremos su importancia: recordemos que la enorme mayoría de la gente, incluso la gente más poderosa del globo, vive en ignorancia casi total de los mecanismos naturales y sociales.

Para transformarse en conocimiento, la información debe ser evaluada como verdadera o falsa, pertinente o irrelevante, práctica o impráctica, interesante o tediosa. Por ejemplo, un rumor acerca de un hecho presunto no es sino un indicio de que algo puede haber ocurrido. Para saber algo sobre el presunto hecho habrá que buscar datos fidedignos que confirmen o desmientan el rumor, y habrá que evaluarlos a la luz del conocimiento disponible.

Otro ejemplo: la información contenida en un texto científico no es conocimiento; se transforma en conocimiento a medida que el texto se lee o escucha y se comprende. El motivo es que no hay conocimiento sin sujeto cognoscente. En cambio, la información, que es señal “viva” que se propaga, o símbolo “congelado” en un impreso, puede circular en un sistema informático, o puede almacenarse en un libro o en un disco, sin que nadie la capte ni procese. Todo conocimiento lo es de algo y por alguien: no hay conocimiento de la nada ni conocimiento en sí mismo, salvo como abstracción filosófica, porque conocer es un proceso cerebral.

Otra diferencia entre información y conocimiento es que la primera puede ser pública o privada, mientras que el conocimiento es personal. En efecto, las informaciones de ciertos tipos circulan libre y gratuitamente, p. ej.. por Internet. Otras, en cambio, son atesoradas por el Estado o por empresas privadas. Por ejemplo, la información que se divulga sobre la bolsa de valores es pública, en tanto que el conocimiento de las entretelas de las empresas privadas es privado. Otro tanto ocurre con el conocimiento técnico, que es patentable, y con el que manejan las fuerzas de seguridad, que es secreto.

Las fuentes de información, tales como los periódicos, las estaciones de televisión y las editoriales, son bienes y pueden ser públicas o privadas. Quienes poseen o controlan dichas fuentes disponen de un poder que los ubica por encima del común de las gentes. Y todo lo que pueda ser de propiedad privada contribuye a la desigualdad. Por ejemplo, sólo el 7% de la población mundial tiene acceso a Internet. Con ello, los miembros de esa minoría obtienen conocimientos que les dan ventajas sobre el 93% restante de la humanidad.

Es verdad que el porcentaje de los “enchufados” está aumentando de un año al otro. Pero es seguro que la curva llegará pronto a un plateau, porque la enorme mayoría de los seres humanos seguirán sin disponer del conocimiento y del dinero que se necesitan para manejar Internet. Esto sugiere que no es verdad que la informatización esté democratizando la sociedad. Ya regresaremos a este tema.


VIDEOCONFERENCIA: XV Congreso Bienal OUI