lunes, abril 07, 2008



AMÉRICA, HOY Y MAÑANA


Por Gabriela Mistral


¡América! ¡América! Todo por ella, porque todo nos vendrá de ella, desdicha o bien.

Somos aún México, Venezuela, Chile, el azteca-español, el quicha-español, el araucano-español. Pero seremos mañana, cuando la desgracia nos haga crujir la quijada, un solo dolor y no más que un anhelo.

Maestro: Enseña en tu clase el ensueño de Bolívar, el vidente primero. Clávalo en el alma de tus discípulos con agudo garfio de convencimiento. Divulga a la América, a su Bello, a su Montalvo, a su Sarmiento, a su Lastarria, su Martí.

Describe a tu América. Haz amar tu luminosa meseta mexicana, la verde estepa de Venezuela, la negra selva austral. Dilo todo de tu América. Di cómo se canta en la pampa argentina, cómo se arranca la perla del Caribe, cómo se puebla de blancos la Patagonia.

Periodista: ten justicia por tu América total. No desprestigies a Nicaragua para exaltar a Cuba; ni a Cuba para exaltar a Argentina. Piensa en que llegará la hora en que seamos uno, y entonces tu siembra de desprecio o de sarcasmo te morderá en carne propia.

Artista: muestra en tu obra la capacidad de finura, la capacidad de sutileza, la exquisitez y la hondura a la par, que tenemos. Cree en nuestra sensibilidad que puede vibrar como la “otra”, y manar como la otra, la gota cristalina y breve como la obra perfecta.

Industrial: ayúdanos a vencer, o siquiera detener la invasión, que llaman inofensiva y que es fatal, de la América rubia, que quiere vendérnoslo todo, poblarnos los campos y las ciudades de su maquinaria, de sus telas, hasta de lo que tenemos y no sabemos explotar. Instruye a tus obreros, instruye a tus químicos y a tus ingenieros. Tú deberías ser el jefe de esta cruzada que abandonas a los idealistas. ¿Odio al yanqui? No. Nos está venciendo, nos está arrollando por culpa nuestra, por nuestra languidez tórrida, por nuestro fatalismo indio. Nos está disgregando por obra de algunas de sus virtudes o de todos nuestros vicios raciales. ¿Por qué le odiaríamos? Que odiemos lo que en nosotros nos hace vulnerables a su clavo de acero y oro, a su voluntad y opulencia. Discutimos inacabablemente, mientras él “hace”, ejecuta. Nos despedazamos, mientras él se afirma como una carne joven. Hablamos, alegamos mientras él siembra, funde, asierra, labra, multiplica, forja. Dirijamos toda actividad como una flecha hacia ese futuro ineludible. La América española una, unificada por dos cosas estupendas: la lengua que le dio Dios y el dolor que le da el del Norte.

Materia Primas: En dos tercios de la América seguimos siendo los países de las materias primas, como quien dice los parientes de África primaria. Continuamos pagando a duras penas con nuestras bajas monedas, desde los arados hasta las ropas que nos visten. Compramos buena parte de la farmacopea. La tapicería extranjera que cubre nuestras habitaciones, aunque seamos excelentes tejedores, y la vajilla exótica brilla en nuestras mesas, aunque España y Portugal nos trajeron sus cerámicas ejemplares. Países de selva, cuyo aire trasciende a madera, compran sus fósforos y su papel a Escandinavia, y pueblos de costa desatada no se echan todavía al mar, y continúan pagando el bacalao seco.

Exitismo: El exitismo sudamericano es algo descomunal. Me conozco muy bien su cara vulgar. La he visto en la condescendencia ante el dinero, ante el poder estatal, ante la mediocridad personal afortunada.

Fuente: Archivo Chile

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