lunes, noviembre 30, 2009


ESDRÚJULO

por Daniel Viglietti


Se trata cósmicos de ser más fértiles,
de no ser tímidos, de ser más trópicos,
de ir a lo pálido, volverlo térmico,
sentirse prójimo de lo más lúdico,

con verdes lápices trazar el ámbito
de lo que mágico rompe los límites,
buscar lo hidráulico de lo volcánico,
librar la métrica, cambiar de sílabas.

Y con elásticas formas anárquicas
tocar lo afónico que suene homérico,
fundar metáforas, crear la hipótesis
de que lo asmático se vuelva oxígeno.

Situar la brújula al sur paupérrimo,
armar las síncopas contra los déspotas,
cambiar la tónica por una séptima,
tocar en triángulo sones esféricos.

Y a los dogmáticos tan poco orgásmicos,
casi ni eróticos de ser tan púdicos,
a esos acríticos de sesgo andrógino
decirles ”gélidos, no sean retrógrados”.

Y con armónicos cantar bien nítido
contra lo frígido luchando tórridos,
con armas múltiples llamando cálidos
fondos oceánicos de lo más lúbrico.

El ritmo cíclico del vals esdrújulo
es cual la sístole que va a la diástole,
todo cardíaco de andar eufórico,
nada presbítero, más bien sacrílego.

Amando nínfulas que sueña grávidas,
el vals acróbata cruza los vértices
llamando gráciles criaturas prístinas,
seres prolíficos de lo aún inédito.

Y a los arácnidos volverlos líricos
y a sus ejércitos juzgarlos rápido
mediante un árbitro de juicio ecuánime
que encierre en cárceles impunes pérfidos.

Y los políticos de gesto tránsfuga,
los impertérritos, los siempre cómplices
caerán patéticos en lo espasmódico
cuando lo enérgico les corte el tránsito.

Con lo poético del vals arrítmico,
que está en lo crítico de sus propósitos,
no pueden síncopes ni golpes fúnebres,
ni es por patíbulos que quede acéfalo.

Ni es por trifásicas que olvide históricas
luchas titánicas por lo inalámbrico,
por lo que ubérrimo se alza eufórico
y anuncia próximos cambios históricos.

Cuando el pobrísimo tome las cúpulas
y los famélicos tomen las Áfricas
y los indígenas tierra amazónica
y los mecánicos tomen las fábricas
y los utópicos salgan del prólogo
y los daltónicos pinten lo nítido
y los chuequísimos bailen de júbilo

ya lo terrícola será libérrimo
cual ritmo cíclico de un canto esdrújulo.


Imagen: Allan McDonald

domingo, noviembre 29, 2009

Memoria y aprendizaje: claves para percibir la realidad

por Eduard Punset

¿Cómo nos las arreglamos para andar por el mundo? ¿Qué instrumentos utilizamos para aclararnos en un entorno cambiante? ¿Somos conscientes de los recursos de los que disponemos? No me digan, de entrada, que la solución más cómoda es no cambiar de opinión y atenerse siempre al pensamiento heredado o adquirido. Cuando todo cambia, la manera más fácil de ser infeliz es no cambiar nunca de manera de ser o pensar. Esta obviedad la damos por asumida.

En otras ocasiones hemos apuntado al hecho de que todo comienza con una percepción del mundo exterior inexacta, que luego intentamos completar con la ayuda de la memoria y de nuestra capacidad de aprendizaje. La percepción incierta está sustentada por fenómenos físicos de los que sabemos poco: la fuerza de la gravedad, ondas electromagnéticas u ondas del sonido responsables de la velocidad a que nos movemos, el color de una puesta de Sol o el eco de un alarido.

Tras ello, viene en nuestra ayuda la memoria. Inestimable. Nos permite almacenar instantes o procesos de nuestra vida que nos sirven de precedente para no equivocarnos demasiadas veces después. A medida que avanzamos en edad, el archivo en el cerebro de lo ocurrido se enriquece de tal manera que es muy difícil no ser más feliz que en periodos anteriores. Los músculos de un septuagenario no estarán a la altura de los de un adolescente, pero la disponibilidad de recuerdos útiles es incomparablemente mayor en el caso del primero.

Ahora bien, que nadie se lleve a engaño. La memoria está bien pertrechada para darnos una idea general de lo que ocurrió y hasta de lo que puede volver a suceder; pero es tremendamente imprecisa. No sirve para el detalle, y los detalles pueden ser imprescindibles para sobrevivir en determinados momentos. Les invito a repetir conmigo el experimento que me hizo el profesor Schachter en la Universidad de Harvard (EE.UU.).

No intenten memorizar, sino simplemente familiarizarse con los siguientes quince vocablos: “caramelo”, “azúcar”, “ácido”, “amargo”, “sabor”, “bueno”, “diente”, “agradable”, “miel”, “refresco”, “chocolate”, “duro”, “pastel”, “comer”, “tarta”.

Les voy a soltar ahora una palabra y, sin mirar al listado, van a intentar contestarme si estaba o no mencionada. Contesten, por favor, sí o no. Por ejemplo: “perro”. Casi todos mis lectores habrán contestado, acertadamente, ¡no! “Perro” no figuraba en el listado. Sigamos con el experimento. Les voy a soltar la palabra “dulce”. ¿Estaba o no estaba en el listado? Una buena parte de los lectores de esta columna habrá contestado –equivocadamente esta vez– que la palabra “dulce” estaba en la lista. Falso.

No es muy conveniente, pues, fiarse de la memoria para los detalles. Nos queda –para percibir el mundo exterior o interior– nuestra capacidad de aprendizaje. No es que sea mágica, pero en los últimos años hemos aprendido cosas importantísimas a este respecto; por ejemplo, la importancia de que el aprendizaje de los humanos recién nacidos dure ocho años; entrenamiento para aprender y para imaginar. A un polluelo le bastan dos días, pero un pollito adulto no es muy inteligente. Los cuervos tardan muchísimo más y por eso son las aves más inteligentes. Nosotros tardamos ocho años y nadie nos puede ganar de mayores.

Hemos descubierto también lo que llaman “plasticidad cerebral”; es decir, la posibilidad de que nuestra experiencia personal e individualizada modifique nuestras estructuras cerebrales. Equivale a constatar que podemos aprender durante toda la vida. Podremos enseñar a gestionar, a la vez, la diversidad que genera un mundo globalizado y el denominador común de nuestras emociones básicas y universales.


Fuente: Eduard Punset

Imagen: Synapse, sharpbrains.com

sábado, noviembre 28, 2009


Que salgan los dragones

por Chinoy


Una violencia natural
entre la dura y la madura,
vuelve más guapa que ninguna
con una idea original.

La señorita libertad
enamorando a las hambrunas,
su rebeldía en una cuna
la leche quiere derramar.

Es hora de salir de la conciencia
ser aire en el desastre mundanal,
que vuelvan los dragones a volar
para quemar la histórica indecencia.

Los muertos que trajo sin ver la ciencia
el suelo seco del confort social,
la bomba oculta en la vida normal
el miedo en medio de todas las fiestas.

Desde la risa elemental
se robustece la figura
de los santos de la locura,
el animita terrenal.

Canciones para no llorar,
lecciones para la bravura,
que rima con total ternura
cuando es la hora del final.

Es hora de salir de la conciencia,
ser árbol de calleja suburbial,
que nazcan los niños para soñar
la vida sin cabrón ni penitencia.

Que dejemos la risa como herencia,
las ganas como hazaña cerebral,
que vuelva el corazón del animal
para sacar del alma esta violencia.

De la visión de lo normal
sube la mar hasta la luna,
el día empieza como tuna
el niño es hijo universal.

Mejor cambiemos de modal
mostremos todas las censuras,
más abajo de la cintura
Cristo se quiere celebrar

de la semilla semental
ya no cabe ninguna duda,
que si la muerte está segura
la vida quiere vivir más.

Que la trancante sociedad
que cree que todo perdura
la mariposa era cuncuna,
al vuelo se deja volar.

Es hora de salir de la conciencia,
ser aire en el desastre mundanal,
que salgan los dragones a volar
para quemar la histórica indecencia.

Los muertos que trajo sin ver la ciencia,
el suelo seco del confort social,
la bomba oculta en la vida normal,
el miedo en medio de todas las fiestas.

Es hora de salir de la conciencia
ser árbol de calleja suburbial,
que nazcan los niños para soñar
la vida sin cabrón ni penitencia.

Que dejemos la risa como herencia
las ganas como hazaña cerebral,
que vuelva el corazón del animal
para sacar del alma esta violencia.

viernes, noviembre 27, 2009



WIKI IS KIWI

Kiwi!
(2006), USA, 3 min
Director: Dony Permedi


jueves, noviembre 26, 2009




Twitter


sueña como si fueras a vivir todos tus escritos

y escribe como si las palabras fueran tus sueños

aprende a volar con plumas de papel

y enseña a cambiar el sueño en realidad

Luis-Antonio-Rolando-Paula-Jenny-Romina

martes, noviembre 24, 2009


Homo Zappiens

La nueva "Generación Z" desafía los parámetros educativos tradicionales


por Eleonora Badilla


Zapping es un vocablo que se utiliza de forma generalizada en culturas anglohablantes y que en castellano significaría: saltar velozmente de una información a otra. Es lo que hacemos por ejemplo, con el control de la televisión cuando pasamos rápidamente de un canal a otro, para evadir comerciales y ver varios programas a la vez.

Homo Zappiens es un término acuñado por los investigadores daneses Wim Veen y Ben Vrakking para describir a la generación de niños, niñas y jóvenes nacida después de 1990, quienes no conocen ni se pueden imaginar el mundo sin Internet y sin tecnologías digitales a la mano.

“Generación Z”. Internacionalmente también se le conoce como la “Generación Z” o como “Nativos Digitales”. Quienes nacimos antes de Internet y de la generalización de las tecnologías digitales, seríamos “Inmigrantes Digitales”.

Veem y Vrakking (en el libro Homo Zappiens: Growing up in a Digital Age ) describen a quienes pertenecen a la “Generación Z” como personas procesadoras rápidas de información; capaces de realizar varias tareas a la vez; de comunicarse de forma efectiva, para quienes lo más importante en su vida es el establecimiento de redes sociales y laborales, tanto físicas como digitales. Pueden comunicarse con otras diez personas a la vez de forma simultánea, por sms (mensajes por teléfono celular) y el chat en las redes sociales digitales. En este sentido, están demostrando que tienen distintos niveles de atención por lo que pueden realizar diversas actividades a la vez y que son muy sociales y orientados a la participación en comunidades.

Las personas Homo Zappiens jamás se sentirán abrumados por la cantidad de información. Se quejarán, más bien, por la falta de información (aprecian más la información icónica que la textual) y han desarrollado destrezas de búsqueda y selección que les permite valorarla rápidamente y definir en seguida su pertinencia.

Para esta generación, la Internet y el mundo virtual son tan reales como su propia habitación y el aula en la escuela o colegio. No conocen el concepto de privacidad, tal como lo hemos comprendido hasta ahora.

Rica experiencia. En América Latina, Alejandro Piscitelli, (quien en este momento desarrolla una investigación sobre la red social Facebook , en Facebook, la cual estamos observando de cerca) acaba de publicar el resultado de su riquísima experiencia como responsable del portal educativo argentino Educ.ar, en el libro llamado: Nativos Digitales: dieta cognitva, inteligencia colectiva y arquitectura de la participación. Piscitelli evidencia que esta nueva generación, hace un uso distinto de las funciones cerebrales del que hemos hecho hasta ahora (eso, si no es que de hecho se están produciendo cambios físicos en el cerebro humano).

Para este investigador, una de las evidencias de ese uso diferente de las funciones cerebrales es que las nuevas generaciones hacen primero y se preguntan después : primero usan el aparato, luego (si fuera necesario), consultan el manual.

Hasta ahora, y en general, los “Inmigrantes Digitales” lo hemos hecho al revés: primero pensamos e indagamos, luego actuamos. Los nativos digitales aman la velocidad y han aprendido a jugar/pensar muy rápidamente con los videojuegos y los juegos de realidad interactiva.

Con estos juegos logran, por ejemplo, distinguir cuatro hilos argumentales, en tres tiempos diferentes, en una trama compleja y no lineal. Escriben y leen y hablan fluidamente el lenguaje de internet y de los juegos de realidad interactiva, en ocasiones con mayor fluidez con que la que usan el idioma de su familia o de su país.

En ambos libros de los libros que hemos mencionado, se plantean implicaciones para la sociedad, la cultura, la educación, y particularmente para la formación de docentes de todos los niveles del sistema educativo.

Al concluir la lectura, y antes de cerrar los libros, tanto Piscitelli como Veen y Vrakking advierten que el diálogo apenas ha comenzado, y que los temas son complejos, transdisciplinares y multiculturales, por lo que invitan a los y las lectoras a continuar conversando: en un caso en www.homozappiens.nl y en el otro en www.nativos-digitales.com.ar .

En la Universidad de Costa Rica hemos iniciado una investigación para conocer a nuestra generación digital, y en qué medida son o no, como los describe la literatura internacional.

Por ahora, hemos visto que un alto porcentaje de ellos y ellas, aun quienes viven en zonas marginales, tienen acceso a teléfonos celulares y se las ingenian para participar sistemáticamente en las redes sociales: en nuestro medio en la llamada Hi 5.

Nuestro interés primordial es entender cuáles son las implicaciones para la educación del Homo Zappiens y para la docencia (desde la preescolar hasta la universitaria) de manera que sea relevante y pertinente para las nuevas realidades.

También hemos abierto un espacio para el diálogo, para que la investigación pueda nutrirse con opiniones, aportes, sugerencias, dudas y temores tanto de nativos como de inmigrantes digitales. El espacio se llama Homo Zappiens en Costa Rica.

Fuente: Nacion.com

lunes, noviembre 23, 2009




Homo zappiens


Aprendices del nuevo milenio: el desafío de la educación del siglo 21

por Didier de Saint Pierre

Estoy sumergido leyendo una novela …. pero parte de mi atención está puesta en mi hija adolescente mientras estudia. La observo ojeando su cuaderno, frente a la pantalla del computador, y conectada a un eterno acompañante: el MP3. De cuando en cuando, el característico sonido de Messenger alerta la llegada de un mensaje e interrumpe sus estudios a pesar de los audífonos. Ella rápidamente contesta el llamado y vuelve al cuaderno. Esto se repite, y mi sensación es que ella es parte de una telaraña de conversaciones, hilos invisibles que la mantienen conectada permanentemente con sus amigas. Hasta hace un par de años, toda esta situación me producía profundo desconcierto, y mi reacción era de frontal oposición a esta práctica. Me resistía a creer que existiese la remota posibilidad de concentración en un ambiente así de recargado, e intentaba en cambio crearle un entorno de quietud. Pero eso no funcionaba y poco a poco fui cediendo, convenciéndome de que un cambio importante estaba ocurriendo en las capacidades cognitivas de las nuevas generaciones. Transité por un enjambre de estados de animo que iban desde la resistencia inicial hasta la aceptación, pasando por la resignación. La lectura de algunos autores y estudios me ha ofrecido una mirada alternativa al fenómeno, una comprensión racional de lo que está pasando, que aún no termina de capturar totalmente mis emociones.

En efecto, son cada vez más numerosos los autores e investigadores que sostienen que la permanente exposición de los jóvenes a la tecnología, desde tempranas edades está teniendo consecuencias en sus capacidades cognitivas (Marc Prensky, autor del concepto “nativos digitales”, nos habla de una generación que antes de entrar a la universidad posee 10 mil horas de videojuego, 200 mil mails mandados y recibidos, 10 mil horas de uso de celular, 20 mil horas de TV y finalmente, 5 mil horas de lectura). Son jóvenes capaces de absorber información y tomar decisiones muy rápido, están acostumbrados a respuestas casi instantáneas, son extraordinariamente multimediales y particularmente visuales; sus hábitos de lectura empiezan a asimilarse al modelo del hipertexto. Han desarrollado una capacidad de multiprocesamiento que les permite realizar simultáneamente varias tareas cuando utilizan medios digitales: por ejemplo, estar conectados a Internet, escuchar música y realiza los deberes escolares.

Un estudio de la OECD liderado por el Dr. Francesc Pedro y en el cual participa Chile, intenta construir un perfil de este “aprendiz del nuevo milenio” (o NML de “New Millenium Learner”). Es el nombre que reciben aquellas generaciones que nacieron a partir de los años 80, que prácticamente no conocieron el mundo sin Internet y que crecieron, y crecen hoy, en un contexto donde las tecnologías digitales forman parte inextricable de su vida cotidiana. Se les denomina generación red (Oblinger & Oblinger, 2005; Tapscott, 1999), generación SMS (Lenhart, Rainie, & Lewis, 2001), generación gamer (Carstens & Beck, 2005, por la obvia referencia a los juegos de ordenador) o incluso, homo zappiens (Veen, 2003) por su capacidad para controlar simultáneamente diferentes fuentes de información digital.


Otro estudio reciente: “El Mundo en Mi Mano: La Revolución de la Telefonía Móvil de la UNIACC y ENTEL PCS refuerza esta dimensión. En efecto, el estudio consigna que cerca de un 90% de los chicos entre 12 y 18 años considera el celular desde importante hasta esencial, prácticamente sin distinciones de género, grupo socioeconómico y edad. Además, se desprende que el celular se ha ido convirtiendo en un dispositivo multifuncional, que permite tomar/enviar fotos, enviar/recibir mensajes, agenda electrónica, jugar, escuchar música, escuchar radio, grabar voz, mandar o recibir e-mails, bajar y subir contenidos entre otras cosas. En particular, el lenguaje de móviles está generando una revolución en el idioma. Los SMS (Short Message Standard) constituyen un fenómeno social de nuestros días. Si cada generación de jóvenes se ha caracterizado en el último siglo por su rechazo a las normas preestablecidas adoptando formas y costumbres que les diferencien de la anterior, la juventud actual ha encontrado en los SMS su signo de identidad.


El sitio asiseaprende.cl recoge testimonios de profesores, que caracterizan a sus alumnos en su relación con la tecnología. Algunos comentarios:

“Mis alumnos no viven sin sus celulares, son parte de su alma. Y como la mayoría tiene cámara integrada en ellos, les pedí que cada vez que vieran una falta de ortografía en alguna parte, la fotografiaran, me la trajeran a la clase y la discutiéramos en
la sala”


“Lo que hacen las niñas de hoy es sorprendente, aún si no saben leer, estas pequeñuelas se las ingenian para mover el mouse a donde se les antoja con una facilidad sorprendente…”


La pregunta entonces es si la emergencia de estos “Aprendices del Nuevo Milenio” (NML) desafía de alguna forma las prácticas educativas predominantes. El estudio de la OECD nos da algunas luces: “Mientras que algunos analistas consideran que los “nativos digitales” no son otra cosa que una manifestación de otra moda adoptada por las generaciones jóvenes, lo cierto es que hay tres razones que parecen indicar lo contrario".

  • Es posible que el uso continuado de las tecnologías digitales tenga importantes implicaciones en el desarrollo de las competencias intelectuales y de las capacidades cognitivas, hasta el punto de que algunos analistas opinan que se termina por pensar de forma bien distinta
  • Los NML muestren patrones culturales y estilos de vida distintos de los de las generaciones previas, influidos por el mundo digital.
  • Puede esperarse que un cierto número de expectativas de los alumnos hayan cambiado dramáticamente y sean hoy completamente diferentes de las que sostienen sus maestros

Los alumnos de hoy en día, en pocas palabras, parecieran no corresponder ya con aquellos para cuya enseñanza fueron creados los sistemas educativos tradicionales.


Fuente: Polisdigital.cl

domingo, noviembre 22, 2009



La crisis de fondo está en la educación


por Eduard Punset


Hay una gran mayoría de científicos convencida de que la próxima revolución, la que cambiará nuestras vidas hasta límites irreconocibles, será la fusión de la biología y la tecnología, que ya ha empezado. Esta revolución avanza a pasos agigantados, pero yo estoy convencido de dos cosas: de que no será la más importante y de que le va a ganar la partida otro tipo de transformación que se expresará, a la vez, más profunda y lentamente.

¿Por qué digo eso? Les pido a mis lectores que cierren los ojos un instante e imaginen la actividad que peor funciona de todas las prestaciones universalizadas: la justicia, la seguridad ciudadana, la enseñanza, la sanidad, el ocio, el transporte o la asistencia social a ancianos y necesitados. Otros y yo hemos hecho esta prueba en contextos sociales muy diversos. Pues bien, por ello puedo anticiparles el resultado de su experimento. Son muy pocos los que aludirán a la educación o la enseñanza como a la actividad que atraviesa la crisis más grave.

Y, sin embargo, es, a mucha distancia de las demás, la que menos está respondiendo a las exigencias de las sociedades modernas. Tenemos un sistema educativo instalado en la Prehistoria. Intuimos ahora que la reforma educativa de los próximos 50 años a nivel mundial se caracterizará por una reforma radical de la profesión de maestro. Lejos de ser una profesión liviana, la de maestro será una carrera con un contenido más profesional y complejo que cualquier otra.

Lo que está aflorando del análisis en curso es que el objeto de la reforma no es tanto alterar la complejidad de las clases globalizadas, ni la propia sociedad, como la categoría de los maestros, que verán sus objetivos transformados. El objetivo no será cambiar las clases, que, a veces, fruto del proceso de globalización, parecen una reunión de 30 jóvenes con problemas mentales gritando a sus maestros. Tampoco podemos cambiar de la noche a la mañana las asociaciones de padres, que parecen compaginar un desinterés inaudito por la educación de sus hijos con una cierta agresividad contra el profesorado.

¿Cuál será, pues, a partir de pasado mañana, la misión de los sistemas educativos en el futuro? ¿Formar especialistas? No. La reforma de la enseñanza se propondrá dimensionar ciudadanos en un mundo globalizado. ¿Pertrechar las mentes de sus estudiantes? No. Los esfuerzos venideros en materia educativa apuntarán a reformar los corazones de la infancia y la juventud, olvidados por la obsesión exclusiva en los contenidos académicos.

¿Cómo se consigue alcanzar esta misión? Cumpliendo estos dos objetivos. Uno: aprender a gestionar la diversidad de las aulas modernas, a las que ha cambiado profundamente su cariz la globalización. Se trata de fomentar la inteligencia social y no sólo la individual, hacer que sirva para concatenar cerebros dispares y distintos, tomando buena nota de sus diferencias étnicas, culturales y sociales.

Simultáneamente –y éste es el otro objetivo–, resultará imprescindible que los maestros fomenten el aprendizaje de las emociones positivas y negativas, que son comunes a todos los individuos y previas a los contenidos académicos destilados a la infancia; es decir, aprender a gestionar lo que nos es común a todos. Se trata de enseñar a los jóvenes a gestionar la rabia, la pena, la agresividad, la sorpresa, la felicidad, la envidia, el desprecio, la ansiedad, el asco o la sorpresa.

Al profundizar en el sistema de enseñanza del futuro, estamos constatando que, lejos de ser la profesión de maestro una de las más livianas, es ya, sin lugar a dudas, las más compleja y sofisticada de todas ellas. ¿Cómo ha podido la sociedad, los propios educandos y las instituciones hacer gala de tanta ceguera?


Fuente: Eduard Punset


sábado, noviembre 21, 2009



ACTO EN HOMENAJE A GONZALO MUÑOZ
Cementerio Playa Ancha


Las lágrimas que el Coloro dejó el año pasado en este mismo lugar, acusan la pena y la rabia de la ausencia. Cada año en esta fecha y en un acto lo más cercano a lo militante posible, nos convocamos y reencontramos los mismos nostálgicos amigos y compañeros ochenteros para recordar al Chagui, que como ya se ha dicho en otras ocasiones, le tocó morir en el lugar de cualquiera de nosotros.


Nuestra agrupación justamente toma por nombre el día de su muerte, y no directamente el de Gonzalo Muñoz que pareciera ser lo más lógico, ya que esta fecha nos cayó dura como guillotina marcando una diferencia en la práctica política hasta ahí abordada por nosotros, donde la impulsividad de la juventud, planificada o no, esquivaba con suerte o ingenio los zarpazos de la dictadura que siempre nos pisaba los talones. Ese 19 de noviembre de 1985 la muerte golpeó la puerta justo al lado de nosotros y la abrió un joven con 19 años recién cumplidos. Hoy nuestros hijos tienen esa misma edad e incluso más, y no puedo imaginar que alguien a esos cortos años caiga herido de muerte en un frío y asqueroso piso carcelario, cumpliendo una condena redactada por fiscales protegidamente en retiro.

Y como Gonzalo, otros jóvenes porteños lucharon todos los días hasta el último que nunca más vieron amanecer; como Luís Tamayo corriendo hacia la vida, saltando muros, escabulléndose hasta donde más no pudo; Carmen Gloria Larenas en su infinita juventud pobladora, con sus sueños vivos, encontrándose con una bala que nunca debió seguir ese recorrido mortal de mierda; el Zuki, Nelson Garrido, de seguro sonriendo hasta justo antes de que su cuerpo se diseminara por el espacio conspirativo, abarcando longitudes más allá de la libertad inalcanzable que siempre buscó recoger con sus propias manos; Marcelo Barrios que hace tres meses se cumplieron los veinte años de su asesinato. Estaban reservadas las últimas balas de la dictadura esperando a Marcelo ese 31 de agosto de 1989 para masacrarlo indefenso, todos contra uno, en su casa del Cerro Yungay, estableciendo también con todo descaro que habría impunidad, que la Marina no sería inculpada, que la Esmeralda seguiría navegando manchada de sangre, saludada con pañuelos blancos al viento y honores de la democracia. El Buque-Escuela, blanco orgullo milico y de la transición; cárcel flotante que todavía no limpia su pasado ni siquiera por un mínimo de respecto a las víctimas.

Me pregunto si valió la pena. Si fue necesario haber agotado hasta la última gota de sangre, hasta la última gota de vida para conseguir esta democracia cagona que nos sobró de la negociación o se nos impuso producto de nuestros propios errores o imprecisiones. Le preguntaría primero a sus familiares, a sus madres si valió la pena… después le preguntaría a la historia y al Partido. Le preguntaría también a quienes todavía no encuentran al Lolo Sepúlveda y a Jano Pinochet, que ni siquiera se les puede traer una flor a este cementerio.

Es la muerte que camina amarrada indisoluble a la justicia y la libertad o la vida que corre tan acelerada en su búsqueda. Por allí pareciera estar la respuesta porque de otra forma no entendería como es que se nos fue tan hermosa y plena juventud, tan necesario destacamento de jóvenes luchadores. Por eso es que el recuerdo de nuestros muertos es también el reconocimiento de la forma de haber enfrentado la política en un momento histórico concreto, con la necesidad y la urgencia requerida.

Ciertamente la pena y la rabia.

Arde cada poro nuestro cuando el Melqui enciende angustiado su cuerpo todavía encerrado en una cárcel del sur. O cuando el Barba de La Católica que había sorteado con éxito por tantos años a la dictadura, en el abrazo amoroso con su mujer a poco de haber retornado, esta vez, una bala punga, injustificada, no permite crecer esta familia ni que hoy asistiera a este acto. O cuando el Giorgio no soporta más, cuando la luz de su cámara no es suficiente para retenerlo.

Como no seguir con esta pena y esta rabia si el corazón nos sigue latiendo y al mismo lado.

Evidentemente que la rabia se mantiene porque el sistema que la provoca carece de todo sentido, de toda justicia, no tiene la más mínima consideración ni humanidad.

Se mantiene cuando el gobierno tiene cercado militarmente al pueblo Mapuche, cuando se les aplica la ley antiterrorista o cuando en un gesto incomprensible, la Presidenta nombra al Comandante en Jefe del Ejército afectada al parecer por el Síndrome de Estocolmo.

Pero miramos hacia adelante. Los niños como los que iniciaron este acto ciertamente que nos ayudan en este sentido, en retomar la esperanza, con la pureza de sus ideas sanas. Miramos hacia adelante pero reivindicando nuestra historia y pasado, sabiendo que estos dos elementos constituyen nuestra base genética; pasado que se presenta con toda la honestidad y con toda la fuerza de la razón.

Estos y otros niños observarán también en este período una ciudad plagada de retratos sonrientes y momios, cuidadosamente dadivosos, diseñados de acuerdo a lo que determinan las leyes de la publicidad y no precisamente las leyes de la decencia. Bueno, ésta es la otra historia, la que no teníamos programada, la que no se discutía en la mesa clandestina ni mucho menos en la barricada. Habrá que hacer lo que es correcto hacer.

Por lo pronto, institucionalizar esta fecha del 19 de noviembre, dentro del cronograma regional como la conmemoración y homenaje a los jóvenes porteños caídos en dictadura, no como acciones íntimas si no como manifestación popular, como tema reivindicativo en materia de Derechos Humanos y también como sistematización de un conjunto de acciones sobre Memoria Histórica para promover su reconocimiento, estudio, investigación, difusión y puesta en valor del trabajo, que no me cabe duda será de gran importancia para la lectura objetiva de las nuevas generaciones.

Y para quienes integramos el Colectivo 19 de Noviembre; recuperar las ganas y la confianza, a partir de la evaluación que nos permiten hacer estos cuatro años de trabajo colectivo, para que el acto de homenaje del próximo año sea lo más amplio y masivo posible, como en las primeras jornadas realizadas a puro corazón, que significaron instalar tanto la reivindicación histórica y el reconocimiento hacia nuestros compañeros como la legitimidad de nuestro trabajo organizacional. Para reinventarnos en la ampliación de nuevas propuestas. Para revitalizarnos en la acción cultural y política.

Para finalizar, un reconocimiento a los familiares y amigos de Miguel Woodward quienes han abierto este bello y emotivo anfiteatro que permite juntarnos y reivindicar a todos los luchadores sociales; un cariño inmenso para Gladys Aravena, la madre del Chagui y a todas las madres y familiares de nuestros compañeros que hoy recordamos en este homenaje. Un beso inmenso y agradecimientos también para la Yuli por su paciencia maternal que nos entrega a todos y un recuerdo eterno a la humildad ilimitada de la Margarita de La Loma.

Jaime Garnham
Colectivo 19 de Noviembre


Invitado: Chinoy

Imagen: Jaime Garnham

Fuente: Noticias sobre Arte y Cultura




Cuando las manos…



Autor: Víctor Sanhueza



Hubo la mano asombro, la constructora
La que forjó la piedra, la sembradora
La que indicó el camino, la mano fuego
La que se fue vacía, la del regreso


Hubo la empuñadura. Hubo el arado
El utensilio simple y el postergado
Hubo la cuerda tensa y la escritura
El andamio, los sueños, la sepultura.


También hubo el arpegio y las esperanzas
La caricia y el golpe. La puñalada
El castigo. El tirano y su fortaleza
Y esta historia de sangre así comienza


Hubo la mano muerte para Gonzalo
El largo gris de un día para mi canto
La mano fue pañuelo, puño cerrado
Para que no haya olvido ni injusticiados


Una mano fue al polvo y volvió encendida
Toda llena de oficios para la herida
Se hizo retrato y muro se hizo consigna
Reanudando el camino para la vida


Vendrán miles de manos, vendrá el trabajo
Será el sol de mañana lo que hoy sembramos
Miles de manos vienen. Vienen creciendo
Es la patria que viene. Viene venciendo


Miles de manos vienen. Vienen creciendo
Es la patria que viene. Viene venciendo

viernes, noviembre 20, 2009



Lamentos del Profesor Ganapán



por Marcelo Arancibia


“El profesor Ganapán amasa

Y hornea al dulce colegial con mano de monja

Y los restos de migajas que le sobran

de su corazón de pan duro como piedra”



1


Que los huelguistas repartan el pan de ojos

Allá ellos, los revoltosos

Pero que a mi ceguera no vengan con eso

de la hostia y el martirio.


2


Soy la oveja ganapán

Y me solazo en la manada

Soy una oveja ganapán

Y sonrío al matarife

Cuando ensangrienta sus manos

En la lana despeinada

de las ovejas revoltosas


3


Soy el profesor Ganapán y estiro la mano

Sin que se me mueva de la cara

Una migaja de vergüenza

(De poquita plata pero segura)

Doy también lecciones de moralidad

A mis alumnos hallullas

A mis alumnas marraquetas.


4


A mí no me manosean las levaduras revolucionarias

La masa del pan corriente no me contamina

Mi cerebro esdrújulo

Porque estoy conforme con la harina inconsciente

de mi chocoso quemado en el canasto.


5


Vendí mi conciencia al íncubo

Es posible que el miedo paralice

mi materia gris

Intenté sacudir mi deshumanismo feroz

Pero no puede

Sufro de vergüenza ajena por mendrugo

Porque mi alma tiene endurecido su corazón de miga.


6


Soy el profesor Ganapán y estoy sobre endeudado

Estoy sobregirado por consecuencia del mundo

Nadie me ha regalado nada

Todo me ha costado un triunfo en oro

Me es difícil separar mi corazón de hormiga

Ni vergüenza siento ante mis alumnos

Cuando los saludo con mi cara de pan duro.


7


Odio paralogizarme, pero estiro el guante hasta el final

Para ganar lo que han ganados otros mendigos

No me interesa ni por dignidad

Por eso recibo y escondo estas monedas de judas

Bajo mi abrigo de estropajo con doble fondo

Cuando de pies a cabeza por el bolsillo comienzo a arder


8

.


Soy el Profesor Ganapán y vendo mi conciencia por kilos

Total igual recibo bendiciones del más allá

Tengo que salvarme solo, si no trabajo no como

Si no como no trabajo

¿Cómo reparto entonces mi lecciones de humanidad?


9


Soy un espécimen leal y confiable

El director reconoce mi intríngulis labial

Yo no nací para pensar en los demás

Soy un monstruo ensimismado

Sólo trabajo para ganarme el gusano pan.


10


Soy el profesor Ganapán y no meto ni bulla

Para que los demás colegas ganapanes

No interrumpan sus clases magistrales

Cuando venden como moraleja caliente

y por rebanadas sueltas la moralidad.


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Adobo la conciencia de mis alumnos

En hornos como cajas de fósforos

Soy pastor titular en esta jaula de clase

Donde enseño a mis alumnos a ser ovejas.


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Soy el profesor Ganapán

Y nunca quise ser oveja negra

Ni piedra en el zapato

Me conformo con ser burro de carga

Y no estoy ni ahí que los torpedos de mis alumnos

Me exploten en la cara.


Fuente: Terrolirismo


Manuel Riesco: Deuda histórica

jueves, noviembre 19, 2009


América Latina y Estados Unidos: la historia y la política de ayer y de hoy


Hace mucho tiempo un maya dijo:

"Destruyeron nuestras cosechas,
cortaron nuestras ramas,
quemaron los troncos de nuestros árboles;
pero no pudieron matar nuestras raíces."


por Nestor Kohan


Simón Bolívar ya lo había profetizado: "Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar América de miserias en nombre de la libertad". Desde entonces hasta hoy las relaciones de Estados Unidos con América latina han sido cualquier cosa menos apacibles.

James D.Cockcroft, profesor de LASA (Latin American Studies Association, la organización profesional de latinoamericanistas de Estados Unidos), se propone en América latina y Estados Unidos. Historia y política país (siglo XXI) desenredar, por país, la relación siempre tormentosa entre los dos subcontinentes.

Su libro se abre con un reconocimiento acerca de la ignorancia que reina en su país sobre América latina. Citando al The New York Times James Cockcroft se indigna ante una encuesta donde un tercio de los ciudadanos norteamericanos sabía donde estaba Nicaragua, mientras los otros dos tercios la ubicaban en el continente africano o en el asiático.

En sus casi 900 páginas, Cockcroft jamás cede a los lugares comunes ni a los prejuicios etnocéntricos que atribuyen la pobreza latinoamericana a un "pecado original". Por el contrario, con abrumadores datos empíricos Cockcroft va desnudando la responsabilidad —junto a la de las elites locales— del intervencionismo en "el patio trasero" que administraciones demócratas y republicanas desarrollaron ininterrumpidamente desde la añeja doctrina Monroe ("América para los americanos") hasta nuestros días. Por sus páginas desfila una fauna inquietante: desde los duros halcones como Henry Kessinger (responsable —según el autor— del apoyo de EE.UU. a Pinochet en el golpe de Estado contra Allende) hasta las tiernas palomas como John F.Kennedy en cuyo mandato se iniciaron los entrenamientos de contrainsurgencia: "De 1961 a 1975 —apunta Cockcroft— el gobierno de Estados Unidos entrenó a más de 70.000 militares latinoamericanos (ocho de los cuales fueron dictadores) y envió a la región armas con un valor de 2.500 millones dólares mientras la CIA enviaba ''reformadores'' laborales para crear sindicatos obreros antizquierdistas en América latina".

El autor destaca siempre junto a la versión oficial del gobierno de turno de los EE.UU. las opiniones (académicas y políticas) de ciudadanos e instituciones con puntos de vista opuestos a la visión oficial de su país. Entre los documentos anexos que acompañan la argumentación sobresalen los del affaire Irán Contras, el apoyo estadounidense al somocismo, las críticas de la Convención sobre Diversidad Biológica de 1992 a las políticas biotecnológicas norteamericanas y las polémicas desarrolladas en el The New York Times en torno a la irracionalidad del embargo económico contra Cuba. A esto se suma la detallada anatomía de la incidencia de Estados Unidos en cada uno de los golpes de estado latinoamericanos, en la deuda externa como mecanismo de disciplinamiento de los países "emergentes" y en la fragilidad de las democracias de la región.






martes, noviembre 17, 2009




"Somos lo que hacemos, y sobre todo, lo que hacemos para cambiar lo que somos." (Eduardo Galeano)


En una mesa redonda sobre la cultura latinoamericana decías: "Somos lo que hacemos, y sobre, lo que hacemos para cambiar lo que somos." ¿Por qué cada vez que se habla de América Latina emerge -a menudo en términos dramáticos- el problema de la identidad?

-América Latina está siempre en busca de su identidad, creo, porque es una patria grande en formación, una tarea por hacer: no conoce todavía su verdadero rostro. O, mejor dicho, no ha integrado todavía sus múltiples rostros, porque América Latina, unida de contradicciones, será, cuando sea, el resultado de la mayor mezcla de culturas, razas, historias y geografías de todo el proceso de la especie humana.

La revelación de nuestras identidades, y de la identidad común que resultará de nuestra diversidad asombrosa, pasa por el rescate de nuestra historia. Pueblos que no saben de dónde vienen, de qué raíces, de qué mezclas, de qué actos de amor, de qué violaciones, difícilmente saber adónde van. Pero esto implica el descubrimiento de nuestra verdadera historia, mentida y traicionada por los vencedores, y también implica arrancar a la historia de los museos: no somos el pasado. Venimos de él y él, la historia, es la memoria viva de los tiempos que vivimos y las tareas que nos proponemos.

En los hechos, minúsculos a veces, América Latina revela cada día comuniones tantas como sus contradicciones; los latinoamericanos compartimos un espacio común y no solamente en el mapa. Bien lo supieron, aprincipios del siglo pasado, los héroes que en vano la quisieron unida y el eficaz imperio que en fracturas sucesivas la dividió para reinar. Bien lo saben, ahora, las corporaciones multinacionales que planifican sus negocios en escala latinoamericana.


Fuente: América Latina: la identidad y la máscara, Rosalba Campra, Siglo Veintiuno Editores, 1987.

lunes, noviembre 16, 2009



Saqueo cultural de América Latina


Entrevista de Alejandro Lavquén


Fernando Báez, venezolano licenciado en Educación y doctorado en Bibliotecología, nos presenta su libro El saqueo cultural de América Latina (Ediciones Debate) recientemente editado en Chile. Báez se ha destacado por su compromiso con el rescate de la memoria patrimonial y cultural de nuestro continente y otros pueblos. De hecho en el 2003 viajó a Irak como miembro de la UNESCO y al año siguiente publicó una crónica de ese viaje, con prólogo de Noam Chomsky, titulada La destrucción cultural de Irak. Sus aportes le han valido variados reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Cultura de Venezuela y Premio Nacional del Libro en Brasil. Actualmente dirige la Biblioteca Nacional de Venezuela. Sobre su libro, conversó con Punto Final.

En su libro plantea que las denuncias sobre el saqueo en América Latina se han referido, fundamentalmente, al aspecto económico, no al cultural ¿A qué se debe esto?

Ha sido el precio del memoricidio. Europa decretó el silencio sobre este tema, lo relegó a un plano académico irrelevante, y vemos que esta tesis triunfó. Baste observar la xenofobia de las nuevas generaciones europeas repitiendo el profundo desprecio que tienen por cualquier cultura que represente un desafío a sus postulados. En América Latina somos víctimas de una educación basada en la estrategia de la amnesia. Todos los valores que se han intentado inculcar han obedecido a la exclusión.

La destrucción de códices y objetos de arte religioso ¿De qué manera influye en el proceso de conquista de los pueblos originarios?

En el proceso de la transculturación, los conquistadores sentían que no bastaba con imponer la cultura occidental o el cristianismo sino que debían borrar todo rastro posible de las culturas dominadas, las cuales fueron reducidas a trofeos y curiosidades. Los códices y objetos de arte religioso representaban un peligro enorme porque eran testimonios palpables, que animaban la resistencia indígena a la evangelización y a la aceptación del servilismo. El mensaje era claro y sigue siendo claro: no hay triunfo militar ni económico sin dominio cultural.

Desde el primer saqueo cultural, ocurrido en Tenochtitlan, usted plantea que se han perpetuado 515 años de rapiña ¿Qué opina de quienes sostienen que tales afirmaciones son parte de una leyenda negra que exagera los hechos?

Yo creo que son el equivalente de los revisionistas que hoy nos dicen que el holocausto ha sido exagerado. Conozco gente seria que enloquece y se atreve a cuestionar la Shoa, un hecho firme e innegable. Lo mismo pasa con los historiadores europeos y discípulos que consideran una manipulación que uno se atreva a recordar episodios como los que expongo en El saqueo cultural de América Latina, pero ninguno ha logrado refutar uno solo de los documentos y pruebas que contiene mi obra. No hay leyenda rosa en la historia de las relaciones de la colonización europea en América Latina: el genocidio, el expolio, la esclavitud y el memoricidio fueron realidades lamentables que ya nadie puede ignorar sin complicidad.

¿Cuál es el papel de la Iglesia en este asunto? Se lo pregunto pensando en que ésta justificaba sus acciones en la expansión de la religión cristiana.

Los excesos de la religión han causado estragos, bien en nombre de Yahve o Alá. No se conoce a nadie, por decir, que en nombre del ateísmo se haya atrevido a crear una inquisición, exterminar a millones de seres humanos por creer en algo o volar aviones para estrellarlos contra centros financieros o políticos. Es irónico, porque los ateos deberían ser los más radicales al carecer de frenos trascendentes, pero vemos que no es así. En lo personal, creo que la Iglesia católica logró su meta de expandir su proyecto en América Latina con enorme crueldad, porque los evangelizadores fueron los mismos hombres corrompidos que denunció Lutero durante la Reforma. Yo le diría a los lectores que detrás de la expansión religiosa estaba el argumento económico: gran parte del dinero de la conquista fue a parar a las arcas del Vaticano. Pensemos que el Papa Alejandro VI donó las tierras recién descubiertas a cambio de recibir sus tributos, que fortalecieron sin duda la estructura eclesiástica.

El proceso del etnocidio trajo la desaparición de símbolos, lenguas y costumbres, siendo reemplazadas por la cultura del conquistador ¿Qué ha logrado sobrevivir de las culturas precolombinas?

El inventario incluye edificaciones asombrosas como Machu Picchu, Teotihuacán, Copán y cientos de otras construcciones magníficas. Hay seiscientos setenta y un pueblos indígenas, como el pueblo mapuche, un orgullo de la región. Quedan lenguas que sobrevivieron a la hecatombe cultural como el maya o el yanomami y otras decenas. También hoy quedan miles de objetos culturales en museos europeos que algún día Europa tendrá que devolver a sus legítimos dueños. Hay libros como el Popol Vuh, el Chilam Balam, poemas estupendos que salvó la memoria oral. Por fortuna, queda un 40% que logró pasar la criba de la aniquilación y la negligencia o las guerras de independencia.

Las elites culturales de los conquistadores se subordinan, desde un principio, a las culturas hegemónicas mundiales ¿Cuáles han sido las consecuencias de esto en la formación de las distintas sociedades en nuestro continente?

Ante todo la exclusión: actuamos todavía como países periféricos que necesitan la aprobación externa para aceptarnos socialmente. Todavía se forman las élites para acentuar las diferencias y mantener vigente el sistema de pensamiento y dispendio económico. Es una forma de actuación característica del colonialismo. Hoy persiste un legado siniestro: la segregación y la vergüenza étnica, ese pesimismo que conduce a la falta de políticas bien elaboradas para que esta etapa acelerada de la globalización no nos tome desprevenidos.

Usted se refiere a la memoria como eje ontológico ¿Podría ser más explícito?

No hay identidad sin memoria. Uno es lo que recuerda que es. Lo que nos hace humanos es que además de ADN biológico tenemos un ADN cultural que nos permite compartir esperanzas comunes. En el caso de América Latina insisto en cómo nos conforman seis dimensiones de nuestra memoria común; 1)Una memoria conflictiva común de conquista, expolio, esclavitud y genocidio antiguo y contemporáneo; 2) Una memoria indígena geomítica y ecológica; 3) Una memoria africana de transfiguración rítmica; 4)Una memoria hegemónica occidental: sistema religioso, sistema económico, sistema filosófico-ético, con tendencia ecocida; 5)Una memoria periférica de salvación y resistencia, que justifica cíclicamente la rebelión permanente y la revolución; 6)Una memoria negada del olvido de nuestro pasado traumático. A partir de aquí podemos entonces discutir lo que somos.


Fuente: Blog de Alejandro Lavquén

sábado, noviembre 14, 2009


La industria cultural y la lectura

El enemigo de la palabra no es la imagen, sino la manipulación de ambas cosas


por Carlo Frabetti


A mediados del siglo pasado, con la difusión masiva del cine comercial y, sobre todo, de la televisión, la industria de la cultura y los medios de comunicación entraron en una etapa de creciente predominio de lo audiovisual sobre la letra impresa. Una etapa que se consolidaría con la eclosión de la informática y de las nuevas tecnologías, y en la que la lectura parece cada vez más relegada como forma de adquisición de información.


Precisamente por ello, y dada su fundamental importancia para el desarrollo intelectual, el fomento de la lectura, sobre todo entre los más jóvenes, tiene que ser, hoy más que nunca, un objetivo prioritario de todas las personas e instituciones relacionadas con la educación y la docencia.

Lectura, imaginación e identidad

La construcción de la propia identidad es una empresa que dura toda la vida, pero que, huelga señalarlo, tiene especial importancia durante la infancia y la adolescencia: la misma importancia que tienen los cimientos al construir una casa.


Durante la llamada “fase de impregnación”, que según los psicólogos dura aproximadamente hasta los seis años de edad, el niño se dedica fundamentalmente a absorber información sobre su entorno, y a partir de ese momento empieza a reflexionar de forma sistemática y a dotarse de una visión del mundo global y articulada; por eso se suele considerar que alcanzamos el “uso de razón” hacia los siete años de edad.


A lo largo de todo este proceso, y a medida que el niño se va haciendo una idea de cómo funcionan las cosas, de las reglas que rigen la sociedad en la que vive y de lo que los demás esperan de él, va adquiriendo una serie de hábitos, habilidades y pautas de conducta que lo hacen tan identificable como su aspecto exterior, y del mismo modo que busca y reconoce su imagen física al mirarse en un espejo, también busca reconocerse (y gustarse) en la imagen moral que los demás le devuelven al relacionarse con él. Desde la más tierna infancia, buscamos un equilibrio, un compromiso, entre nuestros deseos y los límites que la realidad nos impone, y eso nos lleva a desarrollar una determinada estrategia adaptativa, a asumir un papel que nos permita integrarnos en el gran teatro del mundo.


A medida que el niño descubre que no siempre puede satisfacer sus deseos de forma plena e inmediata, tiene que enfrentarse a una larga serie de renuncias y frustraciones (lo que Freud denominó “el malestar en la cultura”), y desde muy temprana edad intenta compensar esas frustraciones con la imaginación, que se manifiesta y se desarrolla en juegos, sueños diurnos, fantasías de omnipotencia, etc. La imaginación infantil es omnívora y se nutre de todo lo que hay a su alcance; pero su principal alimento son los relatos, y entre los numerosos relatos de todo tipo que llegan a sus oídos, los cuentos infantiles desempeñan un papel fundamental.


Los cuentos infantiles cumplen al menos tres funciones: por una parte, ayudan a los niños a estructurar su mente (por eso quieren que se les cuenten siempre de la misma manera: porque la repetición les permite ejercitar y poner a prueba su capacidad de asimilación); por otra parte, los cuentos alivian sus angustias y temores al plantear situaciones en las que seres tan indefensos como ellos mismos se enfrentan a terribles peligros (ogros, brujas, lobos, etc.) y logran superarlos; y por último, pero no menos importante, los cuentos alimentan su todavía inexperta imaginación, les suministran abundantes materiales para elaborar sus propias fantasías y reflexiones (y no unos materiales cualesquiera, sino arquetipos, temas y situaciones decantados a lo largo de los siglos).


Normalmente, los niños conocen los primeros cuentos por vía oral: también en esto, como en todo lo demás, empiezan siendo plenamente dependientes de los adultos; pero en algún momento descubren los libros “de verdad”, pasan del tebeo o el álbum ilustrado leído con ayuda de los padres a esos libros con pocas ilustraciones, o ninguna, en los que todo lo dicen las letras, esas monótonas hileras de diminutos signos negros que se repiten sin cesar, como interminables procesiones de hormigas. Las primeras lecturas autónomas son el equivalente mental del destete; depender plenamente de los padres es muy cómodo, pero al alcanzar el “uso de razón” el niño se da cuenta de que el precio de esa comodidad es la total indefensión y la falta de autonomía, y de que poder alimentarse por sí mismo, tanto física como mentalmente, tiene muchas ventajas.


El liberespacio

Creo que, en general, quienes escribimos para los niños no solo mantenemos una relación intensa y fluida con nuestra propia infancia, sino que además recordamos de una forma muy especial nuestras primeras lecturas importantes y nuestro descubrimiento del mundo de los libros. A primera vista, y a no ser que tengan numerosas ilustraciones y llamativas portadas, los libros parecen todos iguales; pero cuando empezamos a leer con fluidez y tenemos la suerte de que pongan en nuestras manos un buen libro (o de toparnos con él por azar), la experiencia se convierte en una auténtica revelación. Un libro es como una geoda: por fuera parece un objeto vulgar e insulso, pero al abrirlo descubrimos que está lleno de joyas deslumbrantes. Y además no es un tesoro aislado: dentro de cada libro encontramos los mapas de otros tesoros: referencias más o menos directas a otros libros y a otros autores, que nos incitan a seguir profundizando en un tema o en una idea. Desde niño, soy un voraz lector de prólogos, solapas y contracubiertas, y siempre recomiendo a los jóvenes lectores que no se salten esos textos que parecen prescindibles, pero que a menudo contienen informaciones de gran utilidad para navegar por el “liberespacio”.

Porque si el descubrimiento de los primeros libros es una revelación, esa revelación se consuma y se magnifica cuando el niño da el salto de lo particular a lo general y descubre la literatura. No como asignatura escolar, no como mero catálogo de obras y autores, sino como un gigantesco organismo del que cada libro es una célula, como un inmenso palacio del que cada libro es una puerta. Y como las células en los organismos vivos o las dependencias de un palacio, los libros se conectan entre sí, llevan unos a otros, forman una red invisible que cada lector recorre y reorganiza a su manera, teje y desteje sin cesar.

Puesto que los relatos son el principal alimento de la imaginación, al aprender a leer de forma fluida y comprensiva, altener acceso a los libros por sí mismo, el niño se desteta mentalmente; y al dar un paso más, al comprender que el mundo de los libros es un ámbito unitario y estructurado, al descubrir la literatura como un todo orgánico, al convertirse en “libernauta”, el niño puede buscar su sustento mental por sí mismo, le gana una batalla decisiva a la dependencia infantil.

Imaginación e identidad

La imaginación cumple, sobre todo, dos funciones básicas: una especulativa y otra que podríamos denominar “soñadora” (o “poética”, en el sentido más amplio del término). Por una parte, utilizamos nuestra imaginación para realizar extrapolaciones y experimentos mentales capaces de ayudarnos a resolver o anticipar determinados problemas de la vida real (el equivalente informático de estas fantasías especulativas serían las simulaciones por ordenador); y, por otra parte, inventamos situaciones imaginarias tendentes a compensar las carencias y frustraciones de la vida real. Como “efecto secundario” (en realidad es un objetivo primordial, pero no suele ser deliberado), este doble trabajo de la imaginación va construyendo poco a poco nuestro yo interior, nuestra identidad personal.

La primera infancia es una etapa de absorción masiva de los datos y las reglas del mundo exterior; es una etapa de adoctrinamiento, en la que cada cultura “programa” al niño de acuerdo con sus creencias y valores. Durante esta etapa inicial, la construcción de la identidad es un proceso inconsciente e inducido desde el exterior. Y es un proceso fundamentalmente adaptativo: el niño desea integrarse en su mundo, en su medio social (sentirse aceptado, en última instancia), tanto como la sociedad desea integrarlo. Por eso es tan frecuente en el niño la obsesión por la “normalidad”, el miedo a ser “diferente”, que se refleja en cuestiones como la indumentaria, el aspecto físico, los juegos... Y, sobre todo, en la asunción de un “rol de género” supuestamente propio del sexo al que se pertenece.

Nuestra cultura patriarcal y represiva pone especial énfasis en la tajante división de los géneros (destinada, sobre todo, a propiciar la supeditación de las mujeres a los hombres), y desde la más tierna infancia se presiona sin cesar a los niños y niñas para que asuman, respectivamente, los roles masculino y femenino convencionales. En este sentido, el control social es estricto y despiadado. Un niño que no se muestre lo suficientemente “viril”, se expone a ser ridiculizado o incluso agredido por sus propios compañeros de juegos o de escuela, y lo mismo le ocurre a una niña que no sea “femenina”. Y aunque por suerte las cosas empiezan a cambiar, la homofobia dista mucho de haber sido superada (al igual que ocurre con el racismo y la xenofobia, variantes de una misma aversión patológica a lo diferente).

Corbatas y tacones

En los países occidentales u occidentalizados, la estricta división de roles se manifiesta de forma ostensible en la pervivencia, entre otras muchas cosas, de dos elementos indumentarios claramente aberrantes: la corbata y los zapatos de tacón. La corbata, ese fláccido y falocrático pendón multicolor, ese sedoso nudo corredizo topológica y moralmente equivalente a la soga de un ahorcado o al collar de castigo de un perro, simboliza a la vez la supremacía -de género y de clase- del hombre que la lleva y su sometimiento al orden establecido: no en vano la corbata es obligatoria en la mayoría de los actos públicos y puestos de trabajo de un cierto nivel.

Y los zapatos de tacón, a pesar de que los traumatólogos llevan años advirtiendo de que son nocivos para los pies y para la columna vertebral, siguen siendo de uso común entre las mujeres, incluso entre las supuestamente “liberadas”. ¿Y cuál es la finalidad de un calzado que entorpece los movimientos y perjudica la salud?

Supuestamente, hacer más atractiva a la mujer que lo lleva. Pero ¿quién puede encontrar más atractiva a una mujer por llevar unos zapatos que dificultan la locomoción, dañan las vértebras y provocan continuas molestias en los pies? La respuesta es tan obvia como preocupante: solo un machito enfermo susceptible de erotizarse con la estética del sometimiento y el dolor.

En última instancia, el binomio corbata-tacón remite a la estética sadomasoquista. La típica “dominatrix” SM (no confundir con la editorial del mismo nombre), simultáneamente víctima y verdugo, suele llevar una ropa que la oprime, llena de correas y herrajes, y agresivos zapatos puntiagudos de finísimo tacón de aguja, cepo y arma a la vez. Y la corbata es a un tiempo el emblema de la superioridad masculina, el blasón del señor, y el collar-lazo de su sometimiento. No puedo extenderme en este punto, así que me limitaré a señalar que el sadomasoquismo (con su exacerbación-inversión-confusión de la relación amo-esclavo) es una expresión del profundo malestar que en hombres y mujeres provoca la necesidad adaptativa de asumir los grotescos roles sexuales impuestos por nuestra sociedad.

Pues bien, los niños y niñas de hoy tienen que construir su identidad en ese mundo de corbatas y tacones, de Rambos y Barbies, y se ven fuertemente presionados para que asuman el rol que supuestamente corresponde a su sexo. Y luego nos sorprendemos de que se muerdan las uñas o se hagan pis en la cama.

Lectura e imaginación

La lectura desarrolla la imaginación al menos de dos maneras: por una parte, le suministra materiales (personajes, situaciones, escenarios) que en su entorno son escasos o inexistentes; y, por otra parte, el propio acto de leer es la mejor forma de ejercitar facultades como la abstracción, la evocación y la especulación.

Estamos tan acostumbrados a leer que no nos damos cuenta del doble prodigio que representa la lectura: a partir de unos pequeños signos negros repetidos una y otra vez sobre un papel, nuestra mente reconstruye las palabras, y a partir de las palabras reconstruye todo un universo evocado por el escritor: de la lectura al lenguaje y del lenguaje al mundo. Mientras ante los ojos del lector desfila una monótona “procesión de hormigas”, su mente se llena de personajes, acciones, escenarios, ideas, emociones... Y este ejercicio mental, por sí mismo, desarrolla y agiliza la imaginación más que cualquier otra actividad (a excepción de la escritura, su actividad recíproca y complementaria).

Pero el mundo de los libros no solo es el mejor campo de entrenamiento, sino también el terreno más fértil, el jardín más ameno, el huerto más feraz. Si el mero hecho de leer es como hacer footing con la mente, leer un buen libro es como pasear por un vergel: no solo fortalece la imaginación, sino que además le suministra el mejor de los alimentos y la más esmerada educación estética.

Es cierto que hay libros de mera evasión, que se limitan a repetir los tópicos más manidos; pero solo los lectores menos exigentes se conforman con ellos (e incluso estos se benefician de la lectura). El mundo de los libros no solo atesora los conocimientos de la humanidad, sino también sus inquietudes, sus dudas, sus problemas, sus rebeldías. Los niños y niñas que se sienten inseguros o diferentes, o simplemente insatisfechos con el mundo tal como es, pueden encontrar en los libros, más que en ningún otro producto de nuestra cultura, los referentes y las ideas que les permitirán relativizar e incluso impugnar el concepto de “normalidad” que intentan imponerles.

Lectura e identidad

Y esto nos lleva de nuevo al tema de la construcción de la identidad. A la pregunta, tácita o explícita, consciente o inconsciente, que todos los niños y niñas se hacen en algún momento -¿quién soy yo?-, la sociedad responde, en primera instancia, con una serie de tópicos inapelables; a un niño de doce años, por ejemplo, su entorno le dirá de mil maneras que “ya es un hombrecito”, que no puede jugar a juegos demasiado infantiles o femeninos, que no puede llorar ni mostrarse blando, que tienen que gustarle las chicas y el fútbol, etc.; y a una niña de la misma edad se la convencerá por todos los medios de que tiene queser delgada y atractiva, de que no puede jugar a juegos masculinos ni ser brusca en sus modales, de que tienen que gustarle los chicos... Y si el niño o la niña no se identifica plenamente con estos modelos, tendrá que elegir entre el disimulo o el rechazo.

Pero los libros, los buenos libros (e incluso algunos no muy buenos), brindan innumerables alternativas a los tópicos y prejuicios dominantes. Muchos niños y niñas encuentran en la lectura referentes e ideas que les ayudan a construir su identidad sin someterse pasivamente a las imposiciones de su entorno, y muchos jóvenes lectores y lectoras que parecen refugiarse en los libros para huir de la realidad, lo que hacen es buscar en ellos la fuerza necesaria para afrontar esa realidad y luchar para cambiarla.

La imagen y la palabra

Se dice a menudo, y con razón, que la televisión, los videojuegos y los ordenadores son enemigos de la lectura; esas “pequeñas pantallas” -sin olvidar la pequeñísima pantalla del teléfono móvil-, con sus seductoras imágenes y sonidos, hipnotizan a niños y adultos y los apartan de los libros.

Así es, de hecho; pero no porque los medios audiovisuales sean en sí mismos enemigos de la lectura. El tiempo que dedicamos a ver una obra de teatro o a visitar un museo no podemos dedicarlo a leer, y sin embargo nadie dice que el teatro o la pintura sean enemigos de los libros; al contrario, las distintas manifestaciones culturales se refuerzan y fomentan mutuamente, y es mucho más fácil que sea aficionada a la lectura una persona que se interesa por las artes plásticas y escénicas que quien las ignora. Con la televisión y las demás “pequeñas pantallas” podría -debería- pasar lo mismo; lo que las convierte en enemigas de la lectura -y de la vida- no es su índole audiovisual, sino sus contenidos banales, cuando no tóxicos.

La televisión, los ordenadores, los videojuegos y los teléfonos móviles son, en sí mismos, instrumentos maravillosos y llenos de posibilidades; pero en la mal llamada “sociedad de consumo” (todas las sociedades se articulan alrededor de la producción y el consumo), que más bien habría que denominar “sociedad de despilfarro”, la industria de la incultura y los medios de incomunicación nos bombardean incesantemente con productos inútiles o nocivos y con estímulos destinados a crear necesidades artificiales. La televisión es nefasta porque es adictiva, y es adictiva porque intoxica, como ocurre con todas las adicciones. Los fumadores no fuman porque necesiten tener algo en las manos, como algunos sostienen estúpidamente, sino porque se vuelven dependientes de las docenas de sustancias tóxicas que contienen los cigarrillos.

A la conocida frase de McLuhan “el medio es el mensaje” le sobra el segundo artículo: el medio es mensaje, en el sentido de que no es un mero vehículo pasivo e indiferente; pero no es “el” mensaje. El verdadero mensaje es el contenido, y solo si el contenido es trivial se convierte el medio en el mensaje único o principal. Si nos regalan una caja vacía, el regalo es la caja; pero si contiene algo de valor, la caja, aunque también forma parte del regalo, se convierte en algo secundario. Cuando la “caja boba” está vacía de todo contenido digno de ese nombre, como ocurre con demasiada frecuencia, entonces sí, McLuhan tiene toda la razón y el medio es el mensaje.

Leer La vida es sueño en un libro, ver la obra por televisión o verla representada por actores de carne y hueso en un teatro son experiencias muy distintas; pero las sobrecogedoras palabras de Segismundo (“¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ficción...”) son las mismas en uno u otro caso. El problema es que Calderón no tiene cabida en una televisión que no quiere que reflexionemos sobre la vida, sino que la desperdiciemos consumiendo baratijas. El problema es que la televisión, mediante una publicidad omnipresente reforzada por todo tipo de subproductos culturales, intenta convencernos de que la felicidad consiste en consumir mucho y el éxito en ser más que los demás (en lugar de ser más con los demás, que es la única forma de crecer). En los países ricos, una persona puede recibir hasta mil impactos publicitarios diarios, es decir, mil invitaciones -una por minuto- a consumir cosas inútiles (puesto que las útiles las consumimos sin necesidad de que nadie nos convenza). Este bombardeo incesante es especialmente nocivo para los niños y los adolescentes, y es la principal causa de que les resulte tan difícil sustraerse al frenesí mediático y lograr el sosiego necesario para la lectura. Y precisamente por eso es necesario fomentarla, facilitarles a los niños el encuentro con los libros. Porque la lectura es tal vez el único oasis al que tienen acceso en este desierto de las ideas y los valores por el que vagamos sin rumbo. La lectura es el único ámbito de libertad que el niño tiene a su alcance.

Y quienes queremos fomentar la lectura hemos de ser conscientes, ante todo, de que nuestros enemigos no son las nuevas tecnologías, sino quienes las ponen al servicio del embrutecimiento, la competitividad y el consumo desaforado. El enemigo de la palabra no es la imagen, sino la manipulación de ambas cosas.

El enemigo, en última instancia, es un capitalismo salvaje que todo lo convierte en mercancía para luego convertirlo en basura.


Fuente: Kaosenlared.net