sábado, noviembre 21, 2009



ACTO EN HOMENAJE A GONZALO MUÑOZ
Cementerio Playa Ancha


Las lágrimas que el Coloro dejó el año pasado en este mismo lugar, acusan la pena y la rabia de la ausencia. Cada año en esta fecha y en un acto lo más cercano a lo militante posible, nos convocamos y reencontramos los mismos nostálgicos amigos y compañeros ochenteros para recordar al Chagui, que como ya se ha dicho en otras ocasiones, le tocó morir en el lugar de cualquiera de nosotros.


Nuestra agrupación justamente toma por nombre el día de su muerte, y no directamente el de Gonzalo Muñoz que pareciera ser lo más lógico, ya que esta fecha nos cayó dura como guillotina marcando una diferencia en la práctica política hasta ahí abordada por nosotros, donde la impulsividad de la juventud, planificada o no, esquivaba con suerte o ingenio los zarpazos de la dictadura que siempre nos pisaba los talones. Ese 19 de noviembre de 1985 la muerte golpeó la puerta justo al lado de nosotros y la abrió un joven con 19 años recién cumplidos. Hoy nuestros hijos tienen esa misma edad e incluso más, y no puedo imaginar que alguien a esos cortos años caiga herido de muerte en un frío y asqueroso piso carcelario, cumpliendo una condena redactada por fiscales protegidamente en retiro.

Y como Gonzalo, otros jóvenes porteños lucharon todos los días hasta el último que nunca más vieron amanecer; como Luís Tamayo corriendo hacia la vida, saltando muros, escabulléndose hasta donde más no pudo; Carmen Gloria Larenas en su infinita juventud pobladora, con sus sueños vivos, encontrándose con una bala que nunca debió seguir ese recorrido mortal de mierda; el Zuki, Nelson Garrido, de seguro sonriendo hasta justo antes de que su cuerpo se diseminara por el espacio conspirativo, abarcando longitudes más allá de la libertad inalcanzable que siempre buscó recoger con sus propias manos; Marcelo Barrios que hace tres meses se cumplieron los veinte años de su asesinato. Estaban reservadas las últimas balas de la dictadura esperando a Marcelo ese 31 de agosto de 1989 para masacrarlo indefenso, todos contra uno, en su casa del Cerro Yungay, estableciendo también con todo descaro que habría impunidad, que la Marina no sería inculpada, que la Esmeralda seguiría navegando manchada de sangre, saludada con pañuelos blancos al viento y honores de la democracia. El Buque-Escuela, blanco orgullo milico y de la transición; cárcel flotante que todavía no limpia su pasado ni siquiera por un mínimo de respecto a las víctimas.

Me pregunto si valió la pena. Si fue necesario haber agotado hasta la última gota de sangre, hasta la última gota de vida para conseguir esta democracia cagona que nos sobró de la negociación o se nos impuso producto de nuestros propios errores o imprecisiones. Le preguntaría primero a sus familiares, a sus madres si valió la pena… después le preguntaría a la historia y al Partido. Le preguntaría también a quienes todavía no encuentran al Lolo Sepúlveda y a Jano Pinochet, que ni siquiera se les puede traer una flor a este cementerio.

Es la muerte que camina amarrada indisoluble a la justicia y la libertad o la vida que corre tan acelerada en su búsqueda. Por allí pareciera estar la respuesta porque de otra forma no entendería como es que se nos fue tan hermosa y plena juventud, tan necesario destacamento de jóvenes luchadores. Por eso es que el recuerdo de nuestros muertos es también el reconocimiento de la forma de haber enfrentado la política en un momento histórico concreto, con la necesidad y la urgencia requerida.

Ciertamente la pena y la rabia.

Arde cada poro nuestro cuando el Melqui enciende angustiado su cuerpo todavía encerrado en una cárcel del sur. O cuando el Barba de La Católica que había sorteado con éxito por tantos años a la dictadura, en el abrazo amoroso con su mujer a poco de haber retornado, esta vez, una bala punga, injustificada, no permite crecer esta familia ni que hoy asistiera a este acto. O cuando el Giorgio no soporta más, cuando la luz de su cámara no es suficiente para retenerlo.

Como no seguir con esta pena y esta rabia si el corazón nos sigue latiendo y al mismo lado.

Evidentemente que la rabia se mantiene porque el sistema que la provoca carece de todo sentido, de toda justicia, no tiene la más mínima consideración ni humanidad.

Se mantiene cuando el gobierno tiene cercado militarmente al pueblo Mapuche, cuando se les aplica la ley antiterrorista o cuando en un gesto incomprensible, la Presidenta nombra al Comandante en Jefe del Ejército afectada al parecer por el Síndrome de Estocolmo.

Pero miramos hacia adelante. Los niños como los que iniciaron este acto ciertamente que nos ayudan en este sentido, en retomar la esperanza, con la pureza de sus ideas sanas. Miramos hacia adelante pero reivindicando nuestra historia y pasado, sabiendo que estos dos elementos constituyen nuestra base genética; pasado que se presenta con toda la honestidad y con toda la fuerza de la razón.

Estos y otros niños observarán también en este período una ciudad plagada de retratos sonrientes y momios, cuidadosamente dadivosos, diseñados de acuerdo a lo que determinan las leyes de la publicidad y no precisamente las leyes de la decencia. Bueno, ésta es la otra historia, la que no teníamos programada, la que no se discutía en la mesa clandestina ni mucho menos en la barricada. Habrá que hacer lo que es correcto hacer.

Por lo pronto, institucionalizar esta fecha del 19 de noviembre, dentro del cronograma regional como la conmemoración y homenaje a los jóvenes porteños caídos en dictadura, no como acciones íntimas si no como manifestación popular, como tema reivindicativo en materia de Derechos Humanos y también como sistematización de un conjunto de acciones sobre Memoria Histórica para promover su reconocimiento, estudio, investigación, difusión y puesta en valor del trabajo, que no me cabe duda será de gran importancia para la lectura objetiva de las nuevas generaciones.

Y para quienes integramos el Colectivo 19 de Noviembre; recuperar las ganas y la confianza, a partir de la evaluación que nos permiten hacer estos cuatro años de trabajo colectivo, para que el acto de homenaje del próximo año sea lo más amplio y masivo posible, como en las primeras jornadas realizadas a puro corazón, que significaron instalar tanto la reivindicación histórica y el reconocimiento hacia nuestros compañeros como la legitimidad de nuestro trabajo organizacional. Para reinventarnos en la ampliación de nuevas propuestas. Para revitalizarnos en la acción cultural y política.

Para finalizar, un reconocimiento a los familiares y amigos de Miguel Woodward quienes han abierto este bello y emotivo anfiteatro que permite juntarnos y reivindicar a todos los luchadores sociales; un cariño inmenso para Gladys Aravena, la madre del Chagui y a todas las madres y familiares de nuestros compañeros que hoy recordamos en este homenaje. Un beso inmenso y agradecimientos también para la Yuli por su paciencia maternal que nos entrega a todos y un recuerdo eterno a la humildad ilimitada de la Margarita de La Loma.

Jaime Garnham
Colectivo 19 de Noviembre


Invitado: Chinoy

Imagen: Jaime Garnham

Fuente: Noticias sobre Arte y Cultura




Cuando las manos…



Autor: Víctor Sanhueza



Hubo la mano asombro, la constructora
La que forjó la piedra, la sembradora
La que indicó el camino, la mano fuego
La que se fue vacía, la del regreso


Hubo la empuñadura. Hubo el arado
El utensilio simple y el postergado
Hubo la cuerda tensa y la escritura
El andamio, los sueños, la sepultura.


También hubo el arpegio y las esperanzas
La caricia y el golpe. La puñalada
El castigo. El tirano y su fortaleza
Y esta historia de sangre así comienza


Hubo la mano muerte para Gonzalo
El largo gris de un día para mi canto
La mano fue pañuelo, puño cerrado
Para que no haya olvido ni injusticiados


Una mano fue al polvo y volvió encendida
Toda llena de oficios para la herida
Se hizo retrato y muro se hizo consigna
Reanudando el camino para la vida


Vendrán miles de manos, vendrá el trabajo
Será el sol de mañana lo que hoy sembramos
Miles de manos vienen. Vienen creciendo
Es la patria que viene. Viene venciendo


Miles de manos vienen. Vienen creciendo
Es la patria que viene. Viene venciendo

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