martes, enero 20, 2009



Corazón del Tiempo en Sundance


por Tania Molina Ramírez


La capacidad de decisión de las indígenas chiapanecas, uno de los temas de la película escrita por Alberto Cortés, también el director, y el periodista Hermann Bellinghausen • “Tiene el lenguaje de la selva y la musicalidad de esa manera de hablar el castellano”


Los zapatistas compiten en la 25 edición del Festival de Cine Sundance. Corazón del tiempo, incluida en la selección oficial, es la primera cinta de ficción en la cual participan los rebeldes indígenas. Su realización —contó el director Alberto Cortés— fue un trabajo colectivo, una colaboración entre el equipo de filmación y los insurrectos, quienes conforman el reparto (exigencia de ellos mismos). Se trata de una historia de amor escrita por el propio director y Hermann Bellinghausen, escritor y periodista de La Jornada que ha cubierto Chiapas desde el levantamiento armado en 1994.


Bellinghausen creó los diálogos basándose en sus años de experiencia en las comunidades. “Tiene el lenguaje de la selva y la musicalidad de esa manera de hablar el castellano”, dijo el director en entrevista un par de días antes de partir a Park City, donde se realiza el festival.


Participaron en un taller de guión organizado por el festival Sundance y consultaron el guión con varios, entre ellos la comandancia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), para que fuera verosímil: “Como se trata de una historia de la vida cotidiana, de cómo se puede enfrentar un problema familiar en una comunidad, nos importaba no inventar algo que no fuera posible”, siguió Cortés.


Mostrar los pueblos desde dentro


Por otro lado, la idea de narrar una historia en el contexto zapatista nació con “la intención de mostrar los pueblos desde dentro”, explicó.


Cortés dijo que es fascinante “cómo están enfrentando las comunidades zapatistas todos estos años de resistencia y de construcción de algo nuevo, de su autonomía”. Allá “están haciendo una revolución”. Una revolución cuyos frutos pocos conocen.


Para Alberto Cortés, la modernidad en México está en territorio zapatista: “Hemos asociado el indigenismo y los pueblos campesinos con el atraso”; sin embargo, “van un paso adelante: ya sabemos que los partidos políticos no sirven, y no sucede nada; en cambio, allá intentan algo nuevo (a través de las Juntas de Buen Gobierno). Y en ese intentarlo no se pelean con la tecnología. Hay una propuesta artística, cultural y de comunicación muy fuerte: en el terreno de la comunicación y el arte, está Radio Insurgente, los talleres de video, la producción de la película, la interacción con grafiteros nacionales e internacionales... Los pueblos zapatistas tienen una propuesta moderna, consciente y actual. Han dado lecciones muy importantes de cómo enfrentar futuros retos en muchas áreas, como la agroecología: hay planteamientos muy avanzados de cómo manejar el problema de la tierra”.


Al menos de que, ironizó Cortés, “consideremos que la violencia de Ciudad Juárez es la modernidad”.


Este enero fue el aniversario 15 del levantamiento. “Una chica de 20 años tenía cinco en 1994, y ya estudió con los nuevos promotores de educación, se educó en el zapatismo (es el caso de la actriz protagonista Rocío Barrios). Bien o mal, hay una ley de mujeres, que quizá no se ha aplicado todo lo que quisieran, pero ahí está. Las mujeres tienen más presencia en las Juntas de Buen Gobierno, en las decisiones de las comunidades.”


Éste es, precisamente, uno de los temas de Corazón del tiempo: la capacidad de decisión de las mujeres indígenas.


La cinta narra cómo “a partir de un alboroto familiar debido a que Sonia, la protagonista, tiene que deshacer un compromiso matrimonial, una niña curiosa le pregunta a la abuela cómo es que ella se enamoró. A través de lo que cuenta la abuela y de lo que se está viviendo en su casa, la niña saca conjeturas para ver cómo va a enfrentar el enamoramiento, o el compromiso de boda, esta planificación de las necesidades del corazón. De ahí se le ocurrió a Hermann el título, por estas tres mujeres —abuela, niña y muchacha— que tendrán cada una su tiempo para enfrentar esto”, siguió el director.


Hacer una cinta en una comunidad zapatista en la selva chiapaneca llevó varios años. Para empezar, “en ese tiempo no había luz, por lo tanto no había televisión y no sabían qué es el cine”. Así que comenzaron por proyectar cintas en un formato que fuese lo más cercano a la pantalla grande: Charles Chaplin, cine mexicano de la época de oro, hasta Matrix. “Toda esa época fue de gran aprendizaje, de tratar de descubrir una manera de mirar.”


Emotiva función


El estreno de Corazón del tiempo fue en La Realidad, el pasado 8 de agosto: “cerca de donde se filmó y donde estaba la mayor concentración de gente que trabajó en la cinta”.


Al estreno asistieron mil 700 personas y fue “muy emotivo”, dijo Cortés. “Al principio, reconocer los lugares, las personas y hasta los animales, era motivo de risa. Luego, poco a poco, se fueron metiendo en la película, y al final estaban completamente dentro.


“Fue la culminación de un trabajo que hicimos con mucho cariño y que nos develó cosas nuevas de lo que puede ser el cine en este país. Aprendí a privilegiar no sólo cómo y desde dónde se hace una película, sino cómo se mira, porque a los cineastas les sucede cada vez más lo que a los partidos políticos: ya no ven ciudadanos, sino boletas electorales. Acá pasa lo mismo: ya no ven espectadores, personas a las que comunican algo, sino boletos de taquilla.”


Ahora planean hacer cines en la región zapatista. “Una de las cosas que aprendimos juntos en las comunidades fue que el cine es importante en todos los aspectos: hacerlo y exhibirlo (tanto fuera como dentro de la comunidad). El cine como tal, como un lugar comunitario, es importante. ¿En qué otro lugar de México puedes retomar esto, no como negocio, no como una pantalla para el gobernador en turno (de que vista hacer un festival, traer actores, hacer un estreno), sino como una práctica social cotidiana? Es a esto a lo que me refiero con la modernidad de los pueblos zapatistas.”


La cinta estuvo en el 56 Festival de Cine en San Sebastián y se proyectará en el 24 Festival Internacional de Cine en Guadalajara.


Fuente: La Jornada

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