viernes, junio 13, 2008


MARCOS ANA: Poeta de la Resistencia

Por Claudia Korol y Liliana Daunes


Conocer a Marcos Ana es aproximarse a una generación. Aquella que imaginó un mundo diferente e intentó hacerlo en las orillas de la Segunda República. Aquella que defendió sus sueños con tremendo valor. Aquella que padeció el exterminio, la tortura, cuando fue derrotada militarmente. Aquella que aún en las condiciones más adversas siguió enseñando, y puso sus experiencias al servicio de todas las causas libertarias. Exiliados y exiliadas de la guerra civil española han formado a luchadores y luchadoras, combatientes revolucionarios, en todos los países de América Latina. Han enfrentado al fascismo y al nazismo en Europa. Han alentado el internacionalismo con su experiencia cotidiana. Marcos Ana es parte de esa generación a la que todavía su pueblo, en España, y nuestros pueblos en América Latina, debemos un merecido reconocimiento. En esa dirección, compartimos este diálogo.

Pareciera que en nuestros países ha sido necesario el paso de al menos tres décadas para procesar experiencias y reelaborar la memoria. En el Cono Sur de América Latina, a 30 años de las dictaduras han aparecido libros sobre la memoria colectiva. ¿Cómo es ese proceso en España?

-Hay mucho que se ha producido. Pero es triste que en tantos años de democracia no hayamos sido capaces de recuperar completamente nuestra historia. Y es más, hay muchísimo interés en silenciarla y también en falsificarla. Ahora hay un movimiento de nietos muy interesante, jóvenes que están tratando de recuperar la historia, que nunca habían sabido de qué murieron sus abuelos, si fue de pulmonía o de qué. A pesar de que ya llevaban 30 años de democracia, la familia todavía tenía miedo a contar la verdad a los hijos y a los nietos. El movimiento, que se llama Memoria y Libertad, anda buscando las pistas de los abuelos. Muchos recurren a mí, porque como he estado en tantas cárceles, tantos años en prisión, quizá pueda reconocerlos. Me traen cartas, fotografías. Me preguntan.

Su poesía acompañó la resistencia de muchos hombres y mujeres que estuvieron en las cárceles de las dictaduras; y a muchos jóvenes que aprendieron con ella la dignidad. ¿Cómo fue su acercamiento a la poesía?

-Yo no había escrito nunca poesía, hasta el año 50, en la prisión de Burgos. Pero desde joven había en mí una especie de fuego que me quemaba. Tenía 16 años y me gustaba mucho hablar en los mitines. Tenía mucha pasión. Porque dicen que el poeta no se hace, nace, ¿no? Lo que pasa es que muchas veces no se encuentra el camino de la salida escrita.

Estando castigado en la cárcel de Burgos, ‘enchapado’ en una celda –por la mañana te quitan el petate, te tiran agua en el suelo para que no puedas echarte, y tienes que estar todo el día de pie. Por la noche te devolvían el petate. Pero el petate no lo cargaban los guardias; eran los mismos presos los que tenían que hacer esa labor-, en una ocasión me pasaron unas hojas arrancadas del Canto General, de Pablo Neruda, y de un libro de Rafael Alberti que recordaré siempre, que era Canciones del Paraná… Y allí en la celda, los leí mil veces. Hasta que me encontré con la necesidad de escribir, porque había una cadencia musical que subía de mí mismo. Entonces memoricé unos poemas (porque no tenía papel ni lápiz). Y cuando salí al patio general, donde había poetas ya conocidos y consagrados, me dijeron: “Sí, es importante lo que hiciste. Te falta la carpintería del poema, pero la vida que esto tiene…”. Saqué los primeros poemas clandestinamente, como el náufrago que lanza una botella al mar. Para mí fue una sorpresa enorme cuando recibí de México un pequeño libro en el que venía puesto: Marcos Ana. Poemas de la prisión y el dibujo de Picasso, de la paloma entre rejas. Entonces me di cuenta que era un arma más para luchar por mi libertad y la de mis compañeros, no pensando en que iba a ser un poeta conocido, sino que era una forma de seguir luchando.

Mis poemas los he echado a andar por el mundo sin nunca negociar con editoriales. Por eso no tengo editado ningún libro de poemas. Yo sacaba los poemas y quienes los editaban eran los comités de solidaridad, sobre todo en América Latina, por el idioma. Después supe de muchos libros que se habían impreso, incluso un disco, del que me entregaron un ejemplar. Ahora quiero hacer una antología poética, porque no existe, y no se encuentran en las librerías mis poemas. Pero estoy en el período en que tengo que recuperar muchos poemas que andan desparramados. Hace poco me llegaron unos traducidos en Japón, fíjate. Otros me han mandado de Turquía. Soy uno de los poetas más traducidos y menos publicado.

Usted ha asegurado que la experiencia puede ser contrarrevolucionaria si se vuelve conservadora.

-Sí, es una cosa que escandaliza a los compañeros. Lo digo en el sentido de la experiencia considerada como patrimonio personal, que no la reúnes con este tiempo, no la actualizas. Se puede convertir en un tapón frente al impulso y la iniciativa de la juventud. Yo hablo mucho con los jóvenes. Y claro, ellos buscan caminos. Parten de una base que a lo mejor no es justa del todo: que los partidos han fracasado, y que hay que encontrar nuevas salidas. Buscan formas asamblearias, hacen concentraciones frente a los poderosos. No están seguros de qué caminos hay que seguir, pero sí están seguros que los que se han seguido hasta ahora, han fracasado. Es un impulso extraordinario. Y a veces vale más el impulso, la iniciativa de la juventud, que la experiencia de los mayores.


¿CÓMO ES LA VIDA?

Decidme cómo es un árbol.
Decidme el canto de un río
cuando se cubre de pájaros.
Habladme del mar. Habladme
del olor ancho del campo.
De las estrellas. Del aire.
Recitadme un horizonte
sin cerradura y sin llaves
como la choza de un pobre.
Decidme cómo es el beso
de una mujer. Dadme el nombre
del amor: no lo recuerdo.
(¿Aún las noches se perfuman
de enamorados con tiemblos
de pasión bajo la luna?
¿O sólo queda esta fosa,
la luz de una cerradura
y la canción de mis losas?)
22 años. Ya olvido
la dimensión de las cosas,
su color, su aroma… Escribo
a tientas: "El mar", "El campo…
Digo "Bosque" y he perdido
la geometría del árbol.
Hablo por hablar de asuntos
que los años me borraron.
… … … … … … …
(No puedo seguir: escucho
los pasos del funcionario).

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