domingo, junio 08, 2008



JUSTICIA PARA VÍCTOR JARA


Hace dos semanas se cerró el caso por el asesinato de Víctor Jara en el ex Estadio Chile, sin encontrar a un responsable material. Aunque el martes 3 de junio el proceso fue reabierto, su hija Amanda Jara, que siempre se ha mantenido fuera de la luz pública, está tan enrabiada que accedió a hablar con The Clinic. En esta entrevista cuenta cómo recuerda la última vez que vio a su padre; la rabia que sintió contra él por haberla dejado sola; el peso que implica ser su hija y su apacible vida en Quintay, hoy interrumpida por la aparición de ricos que quieren que encierre a sus animales. “Yo feliz que anden las gallinas sueltas. Más me molesta la mierda de la gente que la de los animales”, dice.

Por Catalina May

¿Quién es el responsable de que el asesinato de tu padre no se haya aclarado después de tanto tiempo?

-Nuestra piedra de tope son las Fuerzas Armadas, que no dan la información que uno como querellante les pide. Hay hermetismo y no sólo eso, sino una protección. Uno no deja de sorprenderse con esto. Aquí hay poderes que están apernados y no los mueve nadie. A pesar de que las FFAA son una institución que todo el pueblo financia, están protegidas.

¿Por qué crees que el Ejército no ha querido entregar el organigrama de los militares que estuvieron a cargo del ex Estadio Chile, considerando que durante los últimos años ha dicho que están dispuestos a cooperar?

-Pero del discurso al acto, puuf, hay que esperar sentadito. La Presidenta, en su discurso del 21 de mayo, habló de honrar a las víctimas de las violaciones a los DDHH. Yo creo que la única forma de hacerlo es que las FFAA en su conjunto entreguen toda la información. Y no ha sido ni va a ser así. Pero hay que persistir, porque no es malo lo que uno hace: hostigar, catetear, empujar. Hay que hacerlo, porque si no, nos vamos a las pailas.

El juez Eduardo Fuentes Beldar cerró la investigación con un solo procesado por su participación indirecta en el asesinato –el coronel ® Mario Manríquez Bravo- y diciendo que ya no había más diligencias que hacer para seguir investigando. ¿Por qué crees que tomó esa decisión, considerando que podría pasar a la historia como el juez que dejó sin resolver este caso emblemático?

-Yo creo que él no dimensionó lo que iba a significar cerrar el caso. Es que están sobrepasados, es un sistema que no da abasto. Pero eso no significa que nosotros nos tenemos que quedar sentados. Yo sinceramente no creo que sea culpa del juez. Él siempre ha dicho que su norte es buscar la verdad: que hubo determinadas personas que fueron mandadas al ex Estadio Chile a supervigilar que ciertas personas fueran asesinadas o maltratadas. Entonces, yo no entiendo cómo no van a saber, si las FFAA son instituciones jerárquicas, nadie se manda solo ahí.


Durante estos días muchos se han movilizado para pedir la reapertura del caso- que fue acogida el martes- y tú y tu madre han hecho llamados públicos a entregar información. Entiendo que ya han aparecido nuevos testigos dispuestos a declarar. ¿Por qué crees que la gente se involucra tanto con el asesinato de tu padre?

-Lo que pasa es que el ex Estadio Chile fue un lugar horroroso. Yo he tenido la desgracia de escuchar testimonios de lo que pasó. Entonces, no es sólo el Víctor, sino toda esa gente que pasó por ahí. Ese centro de detención no puede quedar impune. El Víctor tiene que ser la bandera, él se hizo símbolo cuando lo mataron. Yo digo “el Víctor”, perdón, mi padre.

¿Qué te pasa cuando ves que el tiempo pasa y las cosas no avanzan?

-Yo ya no me desespero, porque hacerlo es envejecer y vivir amargamente, entonces uno tiene que vivir en paralelo a estas cosas que suceden en la vida. Francamente a mí no me sorprende nada y eso es lo peor, estoy como vieja resignada. Pero cuando los cabros salen a la calle como que te empujan un poco. En algún momento tiene que parar esto. Mi juventud ya se vivió así, en la cuestión de los DDHH, de reivindicar la historia del Víctor.

Pero, hasta ahora, nunca te habíamos visto participar públicamente.

-Públicamente no, pero yo siempre he estado ahí.

¿Y por qué decidiste hablar ahora?

-Es que estoy enrabiá. ¿Hasta cuándo los discursos, las voluntades, y ahí quedamos? Como ciudadanos tenemos que ponernos las pilas. Si no, barren el piso con uno. Yo he sido siempre de quedarme atrasito, no sé qué pasó ahora, pero creo que tiene que ver con esa rabia.

En 2006 participaste de una funa contra Edwin Dimter Bianchi. ¿Crees que él es El Príncipe, el militar sádico, rubio y de ojos azules que mató a tu padre?

-Yo creo que si no hay justicia, hay funa. Yo sabía que quizás iba a enfrentarme al asesino de mi papá. Pero uno no va por venganza, sino para demostrarle a la gente que está al lado, que esta persona, si no mató a mi papá, sí estuvo en el estadio, sí cometió “abusos”. Entonces, es para delatarlo frente a la sociedad. El señor Dimter yo no sé si es El Príncipe. Tampoco se trata de eso, sino de apuntar a los oficiales que fueron responsables de las torturas y asesinatos en el ex Estadio Chile: Dimter, Krassnoff y Souper. Faltan dos nombres y el Ejército los tiene.

Independientemente de la identidad de El Príncipe, ¿qué sientes por él cuando te vas enterando de las cosas que le hizo a tu papá?

-Yo no me he puesto a leer el archivo, pero es algo que tengo que hacer. Para mí lo más chocante fue escuchar el testimonio de una de las personas que fue detenida en el estadio. No me había pasado nunca, pero no pude dormir como por tres días. Eso le ha pasado a mi mamá siempre. Ella vio cómo quedó mi papá y cualquier testimonio a ella le gatilla esa imagen que yo no tengo. Me he enterado, pero yo trato de no verlo como mi papá, sino como una víctima más. Yo no quiero perder el sueño. Y no es que lo borre, sino que lo meto en el saco con tantos otros.

No debe ser nada de fácil eso.

-No es fácil, pero yo he aprendido a ser hija del Víctor, a separar mi vida de lo que sucedió. Tener a mi papá como una cosa que es mía, con mi hermana y mi mamá. Y todo lo otro, es todo lo otro. Siempre, desde chica, he hecho eso. La única vez que se me enredó el panizo fue en las primeras protestas en que participé el año 83. Yo iba con toda la gente gritando: “¡Víctor Jara, presente1” y de repente uf, uno se quiebra entera. Me di cuenta de que mi padre es parte del colectivo de sangre y tortura, pero también de símbolos para una juventud que quiere algo mejor.

Fuente: The Clinic

FUNA a Edwin Dimter Bianchi, El Príncipe


Imagen: Omaggio a Víctor Jara, Roberto De Angelis


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