lunes, marzo 31, 2008



RESILIENCIA

Por Alter Nativas

La creación del concepto se le atribuye a una mujer, Emma Werner, psicóloga-social estadounidense, con el característico pragmatismo, poco preocupada por lo que sucede en la cabeza y el alma de las personas pero muy atenta a lo concreto y visible.

En una isla del archipiélago de Hawai realizó el seguimiento de 698 niños a lo largo de 30 años, 201 de ellos altamente vulnerables y con el pronostico de una evolución psico-social muy mala. De ellos 72 evolucionaron favorablemente sin intervención terapéutica a los que denominó “resilientes”. Además los dos tercios de los sujetos “no resilientes” en la adolescencia, llegaron a serlo en la edad adulta; por lo que al final hubo en total casi un 80 % de evoluciones positivas.

“Resiliencia” es una palabra que nos viene del inglés. Utilizada en física para expresar la cualidad de ciertos materiales, define la resistencia a los impactos (Etimológicamente viene del latín salire: saltar hacia atrás, rebotar, ser repelido, surgir, con el prefijo re que indica repetición, reanudación).

Antes de Werner, y de allí la rescató ella, había sido utilizada como metáfora, proveniente de la física, para describir “un resorte moral, cualidad de una persona que no se deja abatir”.


Dos metáforas


He encontrado dos metáforas que nos ayudarán a entender el mecanismo de la resiliencia:

La metáfora del jersey propuesta por Boris Cyrulnik. Establece una analogía entre la forma de afrontar la realidad y un jersey. Un jersey que se esta continuamente tricotando, en el que son importantes los hilos que lo constituyen, pero son igualmente importantes las relaciones entre los hilos, la forma de ensamblarse, el tricotado.

Un niño solo no tiene ninguna oportunidad de desarrollarse, necesita que le facilitemos los hilos oportunos y ayudemos a tejer su jersey. Un adulto construye su resiliencia entretejiendo, vinculando hilos internos e hilos externos. Es preciso que, antes del hecho traumático, haya creado un jersey que le proporcione una estabilidad, un refugio desde el que mantener el calor, el impulso vital, para hacer frente al encontronazo y poder reanimarse después. Y, quizá más importante, que sepa reparar el jersey cuando se le rompa y sepa ir acondicionándolo a las diferentes “condiciones atmosféricas”.

La metáfora de la casita desarrollada por Stefan Vanistendael en el BICE. Es la representación gráfica de la resiliencia mediante el dibujo de una casita. Permite establecer sustentaciones, pisos, habitaciones…Cada ser humano construimos una “casita”, con pisos que sustentan que representan la confianza, las relaciones, etc., con habitaciones que simbolizan las aptitudes y la competencias, etc. Es la “casita de la resiliencia” que nos protege, que contiene nuestros recursos para afrontar con garantía las “inclemencias”. Resulta útil, además de cómo metáfora simbólica de la resiliencia, también como representación de un esquema de la realidad individual, para trazar el perfil de una organización, como una herramienta de debate que permite la “circularidad”.


Ambas metáforas tienen en común el concepto de sinergia.

La capacidad de reconstrucción, de reanimación y de mejorar la propia existencia a pesar de las adversidades es una realidad humana que siempre ha estado presente. La investigación en testimonios de vida ha permitido distinguir algunos factores que contribuyen a la resiliencia.


Lectura: Carta de Manuel Vergara y Luisa Toledo

No hay comentarios.: