miércoles, marzo 05, 2008



CARLOS HERMOSILLA ÁLVAREZ

Artista del Pueblo


Nació en el Cerro Alegre, de Valparaíso, el 18 de octubre de 1905 y salvo cortas permanencias en Santiago, otras ciudades del país y en el extranjero, residió la mayor parte de su vida en este puerto al cual pertenece y que es la piedra angular de donde su arte zarpa.

Su infancia transcurre entre los cerros Alegre y Toro y él mismo la define como una etapa feliz y, al referirse a ese mundo mágico de los cerros porteños, agrega que éstos ejercieron sobre él “un amor entrañable…”.

En 1915, marcha a Concepción con su familia, donde cursa sus estudios primarios y debe enfrentarse a la vez, a la vida del trabajo para ayudar al sostén de los suyos.

Ya en este período, el que había de ser “El Maestro”, para sus contemporáneos, alumnos y artistas en general, toma contacto con la imprenta a través del oficio de su padre: “maestro litógrafo”.

Sus primeros ensayos litográficos datan de 1916 y, pese a que nuevos dolores han de golpearle, ya que contrajo una enfermedad ósea que lo dejo casi invalido, vence con un temple de resistencia ilimitada la adversidad, dedicándose durante su convalecencia a dibujar y estudiar. Por eso se dice que sus comienzos en el arte son autodidactas.

Su reencuentro con Valparaíso se reanuda a los 18 años, en 1923 ya tiene decidido su destino, sabe que será pintor, que una fuerte vocación lo impulsa a realizar ese destino imposible de detener.

En 1924, en su casa ubicada en Avda. Francia, toma contacto con el grupo “Litoral” que reúne algunos intelectuales de aquella época: Victoriano Lillo, Rafael Hurtado, Fernando Durán, Pedro Plonka, Germán Baltra y Pedro Celedón, de quien reconoce haber recibido influencias que han influenciado sus primeros grabados.

En 1928, se traslada a Santiago para iniciar estudios de dibujo que puede comenzar sólo en 1930, cuando la Escuela de Bellas Artes salía de su reciente receso. Sus profesores de dibujo y grabado fueron Anita Cortez y Marco Antonio Bontá Costa. Entre 1930 y 1931 realiza sus estudios de arte entre las Escuelas de Artes Aplicadas y Bellas Artes de Santiago donde se especializa en las distintas técnicas del grabado, paralelamente continúa sus estudios como autodidacta.

Nuevos embates de la vida lo hacen caer enfermo, pero de ello surge, cual ave fénix, enriquecido, su arte que viene a ser, la prolongación del existir del artista.

Su obra


Su obra pertenece al género del grabado, está formada por un centenar de piezas que forman un conjunto de admirables dibujos que se muestran a través de numerosas litografías, zincografías, agua fuertes, puntas secas, linóleos, monocopias, grabados en madera, además de sus óleos y pinturas al temple. Tienden desde el primer momento a una integración del hombre en el arte, toman el partido de la realidad y de la acción, muestran unidad entre los sentimientos y los medios de expresión, está cargada de valores e irrumpe hacia una nueva concepción plástica, más dinámica, directa y más contemporánea.

Su copiosa obra puede estudiarse por series, a través de las cuales se puede descubrir su trayectoria y su temática. Su primera serie fue publicada en 1935, está compuesta por grabados en madera titulados “Rostros de la Raza y del Trabajo”. En esta serie se le ve preocupado por lo nativo, lo transparente, todos son rostros de gentes sin nombres vistos con “visceral fraternidad”. Entre 1935 y 1943 realiza la serie “Valparaíso” y “Las Banderas”, substituye la xilografía por el linóleo, esto le permite una mayor posibilidad de síntesis, con vigorosos claroscuros consigue que la poesía despliegue sus luces, que no sólo tocan sus grabados, sino que también lo llevan a expresarse literariamente en el libro “Tras un sol enarbolado”, publicado posteriormente en “Hacia”, cuaderno de poesía nortina, dirigida por el poeta Andrés Sabella en Antofagasta. En la serie “Rostros del Pueblo” su lenguaje expresivo traduce honda preocupación por los que considera sus hermanos. Otras series se suceden “Seis Desnudos”, “Grandes Poetas” y “Anteguerra”, esta última es un mensaje de paz universal. En la serie “Las Usinas” expresa un homenaje sincero al trabajo, son monocopias de gran fuerza dramática, de factura y visión moderna en el tema. Posteriormente se pueden nombrar cuatro trilogías, que señalan su genio y maestría técnica “Sobrevolando”, “Los pájaros”, “Cartas de Navegación” y “Torrentes y Montañas”, donde retoma la madera y evoluciona hacia nuevos modos expresivos. En medio de estas series surge una de gran ternura, que se abre cual tierna mañana para mostrarnos sus “Caras de Niños”.

Reconocimiento



Viajó a Viena, Polonia, Italia y Francia (1952-1954). Al año siguiente realizó una retrospectiva con 89 piezas en la Sala de la Universidad de Chile y recibió un homenaje de la Ilustre Municipalidad de Valparaíso por su constante apoyo a los niños aquejados de polio. Entre 1962 y 63 visitó Cuba y viajó a Europa. Expone en Roma. Al regreso publica su primer libro de poemas. En 1966 es nombrado Ciudadano Honorario de Valparaíso. En 1971, es el Instituto de Arte Latinoamericano de la Universidad de Chile quien lo distingue como “Artista del Pueblo”. En 1979, 80, 81, 82 edita nuevos poemas y en 1983: “Fotosonetos Valparaíso”. Al año entrante, es nombrado Miembro Honorario de la APECH y publica “Dígame la voz”.

Como presintiendo su final, en 1990 hace entrega en la Galería Museo de Arte de Valparaíso de una donación de 105 grabados, 40 propios y 65 de otros artistas nacionales y extranjeros en el mes de agosto. En septiembre dona a la Ilustre Municipalidad de Valparaíso 28 grabados originales, 10 obras de pintores chilenos y 14 libros de arte como parte de los 300 que entregará a la Escuela de Bellas Artes de Valparaíso. Su generosidad alcanzó a muchos. Recibió el Premio Especial de la Crítica regional falleciendo pocos meses después, el 16 de agosto de 1991. Fue sepultado en el Cementerio de Santa Inés de Viña del Mar, en el Mausoleo para Empleados Municipales.

Anécdota

Finalmente, el escritor Víctor Rojas nos recuerda una anécdota entre varias: hacia el final de su vida don Carlos hizo una exposición en EE.UU. con un éxito arrollador, dado que era un clásico en latinoamérica y los compradores se aseguraban que esa estética de rasgos duros, con personajes semitristes pero bien plantados, era intemporal. Compraron. Pero él ya no estaba para hacer grandes gastos ni administrar platas: quería su tiempo para terminar su libro de poesía. Ya, entonces una persona podía ir a pedirle un libro (él prestaba no más, sonriente) cualquiera y encontrar adentro unos cuantos billetes. Todos los poetas de la V Región le pidieron libros y libros en esos meses, y le devolvieron los libros.



DÍGAME LA VOZ

Poema en 9 tiempos

Carlos Hermosilla Álvarez

VENGA A TI…

Venga a mí la piel de tus asombros

desnudando las horas tan distantes

cogiendo ramos de flores sin destinos

por los prados que nos dieron sus señales.

Vengan a nos aquellos paramentos

con palabras de contenidas sílabas

el corazón alzó sus filamentos

en cada entorno se abrieron otras sendas.

Venga a ti la gracia de tu asombro

caminen por tus manos las preguntas

se te rindan los minutos del silencio

y ante tus ojos se abran los misterios.


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