viernes, marzo 14, 2008

(Federica Matta)



MUJERES DE LA TIERRA

Por Pedro Cayuqueo

“Wenumapu Chao (el Padre del Cielo) creó un espacio único, plano, infinito como un círculo –que llamó Nag Mapu- al que dejó suspendido en el aire. Luego buscó, entre otras creaciones que flotaban, a la joven Wanglen (Estrella) para que ocupara ese espacio. La dejó en el Puel Mapu (el Este) y desde allí Wanglen comenzó a caminar. Muy cansada y transpirando llegó hasta Gulu Mapu (el Oeste). Continuó avanzando y arribó al Lafquén Mapu (el Mar) donde se detuvo a reposar. Allí sus pies sangraron, pero debió seguir viaje. Casi sin fuerzas llegó al Willi Mapu (Sur). A pesar de sus dolores y agotamiento, Wanglen prosiguió, hasta retornar al punto inicial. Entonces observó su recorrido y se maravilló: todo su sacrificio y cansancio se habían convertido en quebradas y montañas; sus lágrimas habían formado vertientes y su sangre había mutado en ríos y lagos; los árboles y el pasto habían crecido para que no le dolieran los pies. Todo lo que había creado Wanglen en su sacrificada travesía estaba vivo y debía cuidarlo. Entonces, Wenumapu Chao decidió enviarle un compañero”.

De esta forma relatan el origen del mundo los ancianos de la comunidad mapuche Ayelén. El mito varía según el territorio, pero algo se mantiene inalterable: el rol de Wanglen, la estrella que se transformó en mujer y que llenó de vida con sus pasos el mundo mapuche.

Y es que la mujer, desde tiempos inmemoriales, ha cumplido un rol primordial en la persistencia y lucha de este pueblo originario. En tiempos de paz, alimentando a los suyos y cobijándolos con su calor de madre; en tiempos de guerra, luchando en el frente de batalla, codo a codo con aquellos hombres que Wenumapu Chao, en vista de su soledad, le envió en el origen de los tiempos con la misión de acompañarla.

Quidora, Tegualda, Guacolda y Fresia son algunas de las míticas guerreras que en tiempos de la Conquista española enarbolaron las banderas de la libertad mapuche. Todas ellas, según consignan diversos cronistas de la época, destacaron en el campo de batalla por su valentía y fiereza, siendo protagonistas de memorables episodios que el poeta-soldado Alonso de Ercilla no dudó en inmortalizar en su canto épico La Araucana. Han transcurrido más de 500 años y nuevas Tegualdas y Quidoras siguen alzando la voz de la dignidad. Esta vez frente al Estado chileno, que ha transformado el territorio mapuche en fuente de extracción de recursos forestales, mineros, pesqueros y energéticos, pilar de sustento del desigual modelo económico imperante, atropellando con su avance arrollador derechos históricos y, de ser necesario, la propia vida.

En el Día Internacional de la Mujer hay que tener presente a Patricia Troncoso Robles, la prisionera política mapuche que en su dramática huelga de hambre de 112 días puso en la mira internacional al gobierno chileno y que forma parte de este nuevo contingente de guerreras contemporáneas. Niñas como Daniela Ñancupil, secuestrada por agentes del Estado el año 2001; jóvenes como Andrea Reuca, dirigente estudiantil golpeada por la policía el año 2003; ancianas como Berta y Nicolasa Quintreman, por décadas defensoras de su tierra en la soledad del Alto Bío Bío. A ellas se suman miles de mujeres que día tras día, ya sea en el campo o en la ciudad, en la lucha territorial o en la búsqueda de nuevos espacios de participación política en el ámbito organizacional o en la vida cotidiana, depositan nuevas semillas de vida sobre el territorio.

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