lunes, marzo 17, 2008

PATAFÍSICA

Por J. A. Montero

Cuando el gran escritor español Fernando Arrabal habló ante el Colegio de Patafísica hace algunos años para agradecer su nombramiento como Sátrapa, hizo hincapié en algo que la mayoría de los miembros no se había dado cuenta: que muchos de los sátrapas nombrados por el Colegio desde su creación en 1949 habían sido jugadores de ajedrez; y muy buenos jugadores, no simples jugadores de café: Boris Vian, Eugene Ionesco, Marcel Duchamp, Raymond Queneau, Max Ernst, Tristan Tzara… Y ahora él era nombrado, que también jugaba al ajedrez. “¡Ya es casualidad!”, proclamó.

El término “patafísica” fue inventado por el escritor francés Alfred Jarry, una persona muy poco convencional que murió en 1907 a los treinta y cuatro años de edad, en la indigencia y estragado por el alcohol. Hasta mediados del siglo XX, la figura de Jarry no se tomaba demasiado en serio, y más bien iba unida a la excentricidad y a lo pintoresco, como sacado de la farsa con la que logró cierta fama, “Ubú rey”. Jarry empleó por primera vez la palabra “patafísica” en “Ubú cornudo”, pero donde desarrolló el concepto fue en “Gestos y opiniones del dr. Faustroll, patafísico”, novela publicada en 1911, cuatro años después de su muerte.

Esta novela relata el viaje de Faustroll por un París que no es París, como ocurre cuando soñamos con algo que a la vez no es. Acompañan a Faustroll en este viaje un mono Papión y el embargador de su casa, ya que el doctor tuvo que abandonarla por no poder pagar el alquiler –lo mejor que le pudo haber pasado nunca, según el doctor-. Solamente no pudieron embargarle, por imperativo legal, su cama de doce metros, con la que emprende la navegación por el París mágico que dibuja.

Una de las definiciones de patafísica de Faustroll, dice así: “La patafísica es la ciencia de las soluciones imaginarias que atribuye simbólicamente a las delineaciones de los cuerpos las propiedades de los objetos descritas por su virtualidad”. Interpretando los textos de Jarry, la patafísica aparece como el estudio de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan las excepciones, todo ello a la luz del humor crítico y del azar. Según Arrabal “es la ciencia que rige las excepciones, la disciplina sin disciplina que nos da soluciones imaginarias”. La idea central es la consideración de las leyes generales de la física como un conjunto de excepciones no excepcionales, y, en consecuencia, desprovistas de cualquier interés: la regla no es más que una excepción a la excepción.

Es a partir de la publicación de las obras completas de Jarry en 1948 y sobre todo tras la creación del Colegio de Patafísica de París en 1949, cuando el escritor francés comienza a ser considerado como un escritor de un talento enorme, y un auténtico precursor de muchos de los movimientos de vanguardia del siglo XX: Movimiento Dadá, Surrealismo, Teatro del Absurdo y Transvanguardia.

El College de Pataphysique se creó por la iniciativa de un grupo de intelectuales admiradores de Jarry con motivo del cincuentenario de la aparición del dr. Faustroll. En consonancia con las definiciones de patafísica, el Colegio de Patafísica se presentó a sí mismo como una “Sociedad de Investigaciones Eruditas e Inútiles”. En el Colegio se discutía muy seriamente por la ciencia de las soluciones imaginarias, siempre con el humor y la extravagancia como lugares comunes. Las jerarquías, por ejemplo –tomadas en su mayoría de la antigua nobleza polaca-, podrían ocupar un tratado completo: Curador Inamovible, Vicecurador Elegido, Rogador, Cuerpo de Proveedores, Cuerpo de Sátrapas (una especie de Santo Oficio).

El Colegio de Patafísca se “ocultó” durante un periodo de tiempo. Para celebrar su “Desocultación” en abril de 2000, se anunció una exposición de “Agujeros, Nadas y Espejismos”. No parece que los que intentaron ver esta exposición pudieran ver nada. Como le dijo una alumna a un conferenciante que disertaba sobre Patafísica después de una hora de charla: “Oiga, ¿realmente esto de que habla es en serio, o nos está usted tomando el pelo?”. La respuesta puede deducirse por la calidad de quienes participaron de una u otra forma en el Colegio.

A los ya mencionados por Arrabal, hay que añadir a Raymond Queneau, Jacques Prevert, Joan Miró, René Clair, Man Ray, Jean Dubuffet, Mac Olan, Italo Calvino, Darío Fo, Umberto Eco, el mismo Julio Cortázar (quien tuvo que abandonar el ajedrez porque le ocupaba mucho tiempo), que se interesó por la patafísica: “Con la Maga hablábamos de patafísica hasta cansarnos, porque a ella también le ocurría (y nuestro encuentro era eso, y tantas cosas oscuras como el fósforo) caer de continuo en las excepciones…”: Fragmento de “Rayuela”, una de las novelas más influyentes de la segunda mitad del siglo XX. Y muchos otros.

Y de entre los que hemos mencionado, los sátrapas que constituían la legión de jugadores de ajedrez: Marcel Duchamp, el de “la partida eterna de ajedrez”, según lo definió Breton. El genial artista, tan influyente como Picasso, el gran innovador y a la vez transgresor de las artes del siglo XX –con varias obras sobre jugadores de ajedrez-, que a partir de los veinticinco años se dedicó casi por completo al ajedrez, luchando incluso por el Campeonato de Francia.

Como dijo una vez: Duchamp, “el ajedrez tiene toda la belleza del arte y mucho más. No puede ser comercializado. El ajedrez es más puro que el arte en su posición social”.

Tristan Tzara, el creador e inspirador del Movimiento Dadá, que tanta influencia ha tenido en las artes y en la cultura: jugaba en los cafés suizos al ajedrez con todo el que se dejaba, incluso llegó a hacerlo con el propio Lenin, gran aficionado, durante su exilio en el país helvético.Boris Vian, el maravilloso y polifacético artista (escritor, músico, actor, cantautor) que encandiló a los jóvenes de los 50 y 60 y que escribió obras maestras de la novela negra, con el sobrenombre entre otros de Vernon Sullivan, como la de “Escupiré sobre vuestras tumbas”, la novela del blanco que era negro y que mató por venganza.

Por supuesto, no hay que olvidar a uno de los últimos Sátrapas y que es un auténtico apóstol del ajedrez a la vez que una de las figuras más importantes de la literatura: Fernando Arrabal, a quien ya nos hemos referido. Desde hace más de treinta años, el melillense realiza la crónica de ajedrez del semanario italiano L’Espresso. Arrabal es un dramaturgo, poeta, novelista, director de cine, fotógrafo, dibujante, ajedrecista, que ha logrado premios y galardones en toda Europa, y que aquí, en su país, en un estilo patafísico muy de pueblo, todavía sigue considerado como una especie de excepción.

“…un mundo donde te movías como un caballo de ajedrez que se moviera como una torre que se moviera como un alfil”. (Julio Cortázar. “Rayuela”)

AJEDREZ

Primer Movimiento

un paso de peón
blanca la jugada
del condenado a muerte
avanza entre los cuadros
del temible ajedrecista
hábil en jaquelados

Segundo Movimiento

cuatro galopes de caballo
negro equidistante
al certero golpe del vasallo
quiebra la sueñometría
en juego del pobre
cercano a su herradura

Tercer Movimiento

arriesga otro paso el peón
blanquecino al piso duro
funerario en tabla
dígitas las miradas
que despiden los restos
del loco solitario

Cuarto Movimiento

cuadrado el opaco
alfil diagonal uña
clava océanos matemáticos
mágico en su delgada apostura
come de olas muertas
al adversario frío de marfil

Quinto Movimiento

al ruedo los cristianos
pálidos de arena
dan la cara en la jugada
vuelan feligreses de jaque pastor
con su otra mejilla sin alas
saludan a la realeza
aquellos que morirán

Sexto Movimiento

exactas en su esquema
mortal como pájaras salvajes
cuadriculadas hembras
sobre el tablero vital
de sombras consumiendo
alpiste redondo de ajedrez

Séptimo Movimiento

con pastoril peonaje
levanta cabeza rodrigo
caballo blanco de vivir
emerge histórico desde el suelo
un pueblo de estrellas
que cabalga en sus dedos

Octavo Movimiento

sube al cuadrilátero
el púgil centroamericano
ve rectilíneo al contendor
en la noche boxeril
el peón de brega
deja k.o. al roque

Noveno Movimiento

bélica la maniobra
jugándose la vida
los albañiles enanos
en la cabeza de playa
torpemente opaca
nido de ametralladora
detrás del enroque corta
inocentes de blanca nieve larga

Décimo Movimiento

olor a cadáver de clase
los vuelve buitres
volando a ciegas el campo
sobre la víctima del aire
real encierro holocausto al fin
vencedor nocturno victimario

Penúltimo Movimiento

destorreado el castillo
el foso lleno de agujeros
blancas y negras muertas
caído el imperio
allí de cabalgaduras
y caballeros

Último Movimiento

en la última pieza oscura
los amantes reales
separados a muerte
por el brebaje de unos pasos
de peón que avanza
decidido al Jaque Mate


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