martes, febrero 12, 2008



LENGUAJE Y SENTIDO COMÚN
Las bases para la formación del discurso dominante



Alejandro Raiter


Los seres humanos no sólo nos construimos una representación mental de lo que vemos, oímos, tocamos, sino que lo ordenamos de determinada manera, y lo completamos de modo que contemple un sistema cohesivo; el ser humano como especie no se maneja “instintivamente” reiterando rutinas y condicionando su accionar de acuerdo con el éxito o el fracaso de sus intentos, sino conformando un sistema que refiere qué o qué cosas puede y/o debe hacer. Este sistema se completa socialmente ya que no es necesaria la comprobación referencial, empírica, para que las imágenes construidas pasen a formar parte del sistema; de este modo, al compartir socialmente las imágenes construidas en los sistemas de creencias individuales, se forma el “sistema de creencias social”, que llamamos sentido común y que otros autores han llamado imagen del mundo de la vida.

El sistema de creencias es individual, es un mecanismo psicológico presente en todos y cada uno de los individuos desde su nacimiento, pues está genéticamente determinado; forma parte de la dotación genética de la especie. Si aceptamos la tesis de la modularidad de la mente, deberemos aceptar que el sistema de creencias, como tal, es un fuerte candidato a ser un módulo con funcionamiento relativamente autónomo de los otros módulos y del procesador central, o una inteligencia con funcionamiento relativamente autónomo. En efecto, independientemente de la experiencia individual, de la cantidad de acontecimientos vividos o conocidos, todos los seres humanos tenemos un sistema de creencias que funcionan de manera permanente.

Otro rasgo genético de la especie es su carácter gregario, la vida en comunidad, que ha desembocado en lo que hoy llamamos “sociedad”; el ser humano es un ser social. Está bastante claro a esta altura del desarrollo de la antropología que, a diferencia de otros mamíferos, el carácter gregario no está limitado a la búsqueda o recolección de alimento o cuidado de las crías, sino que va mucho más allá, lo que ha permitido –junto con la inteligencia, el perfeccionamiento de la comunicación, etc.- que la manada primitiva evolucionara hacia lo que conocemos como sociedad, pasando por la tribu. Entre las múltiples cosas que comparten los seres humanos en la manada-sociedad están los sistemas de creencias individuales, que a través del intercambio lingüístico como privilegiado medio de comunicación permite no sólo intercambiar experiencias sino traspasarlas de generación en generación en un proceso de enseñanza-aprendizaje, formal o informal. Este compartir representaciones forma la imagen del mundo de la vida, que es social por excelencia, aunque consecuencia de las aptitudes psicológicas de construcción del sistema de creencias y de la vida en comunidad.


Alejandro Raiter es doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires. Tiene a su cargo las Cátedras de Sociolingüística y Psicolingüística en la misma Universidad.

Dentro de Análisis del Discurso cada vez más sus investigaciones se centran en la relación entre Lenguaje e Ideología como posibilidad de producción, circulación y consumo de textos. Sobre estos temas dirige proyectos de investigación.

Entre sus trabajos podemos nombrar: Información Psicolingüística para el docente. Plus Ultra. Buenos Aires (1998); Discurso y política. Ediciones Biblos. Buenos Aires. (1999); Lenguaje y Sentido Común. Ediciones Biblos. Buenos Aires (2003); Sujetos de la lengua. Introducción a la lingüística del uso. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires y Editorial Gedisa, Barcelona (en colaboración con Julia Zullo) (2004); Psicolingüística. Elementos de comprensión, producción y patologías del lenguaje. Editorial Docencia. Buenos Aires (en colaboración con Virginia Jaichenco) (2002); y los volúmenes colectivos con el equipo de investigación Discurso y Ciencia Social. EUDEBA, Buenos Aires (1999) y Representaciones Sociales. EUDEBA, Buenos Aires (2001)

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