viernes, febrero 15, 2008



ENTREVISTA A JORGE TEILLIER

“Carta al mundo que nunca me escribió”


Por Vicente Parrini

Se trata de un poeta que nació frente al molino Grobs en Lautaro un 24 de junio de 1935 (día en que se nos fue Carlitos Gardel) y que hoy vive junto al molino de El Ingenio, cerca de La Ligua, en los mismos paisajes que asoló la temible Quintrala. De un hombre que ha publicado 9 libros de poemas (desde "Para Angeles y Gorriones" -1956- hasta "Cartas Para Reinas de Otras Primaveras" - 1985-) adscrito a un sentido de la poesía que denominó "láríco " y que postula un "tiempo de arraigo", donde lo que importa no es sólo lo estético, sino la creación del mito, de "un espacio y tiempo que trascienda lo cotidiano, utilizando lo cotidiano". Se trata de un muchacho que no baila ni hace gimnasia y, al igual que Jack Kerouac, prefiere escribir un poema a llamar por teléfono. Se trata de un hombre extraño, vagabundo, que suele reírse de los demás como de sí mismo y promete suicidarse el 24 de junio o el 11 de diciembre, día en que nació Carlos Gardel.
Son las 10 de la noche de un viernes Primero de Mayo y sólo se escucha el agua del río que corre junto al molino. A unos metros, en el interior de una casa de inquilinos, habita Jorge Teillier Sandoval, uno de los más notables poetas chilenos. Acompañado de los 14 gatos de Cristina, su tercera mujer, y el vino -su más fiel compañero-, vaga, como a él le gusta, en este exilio auto-impuesto luego de largos años de permanencia en la capital, donde llegó una tarde cualquiera para estudiar Historia y Geografía en el Instituto Pedagógico.Jorge Teillier vive solo ("pero no desvinculado"), rodeado de cerros que parecen venir cerrándose sobre el paisaje de La Ligua, y mantiene extrañas conversaciones con su gato Pedro, un interlocutor que no inoportuna con frases solemnes. El poeta como siempre crea su propio espacio, su tiempo secreto, su relación mágica con el entorno. El poeta sigue siendo un niño que ríe iluminado, imprevisible, que cuenta historias de sus antepasados, del sur en La Frontera, de sus amigos poetas del bar La Unión Chica...Teillier está cansado, es un poco tarde para preguntas, pero de todas formas comulga con nosotros, así entre silencio y silencio, un cuento, una sonrisa, un poco de esperanza... Como a él le gusta.

¿Por qué escribes poesía?
-Te podría contestar como el poeta "silbo porque tengo miedo de entrar al cementerio"... Sé que escribo versos nada más. Pero lo malo es que a veces no trabajo en la poesía. Según la gente yo no quiero a nadie y eso es malo también... me quiero demasiado a mí mismo. No me quiero porque me autodestruyo, pero autodestruirse es quererse tanto que no soportas al prójimo... Acá en Chile toda la gente anda con cara de puñete, como decía mi amigo el "chico" Molina...

¿Y los poetas aspiran al poder?
-Por supuesto... la mayor parte. Neruda, De Rokha, Huidobro, nuestros maestros, aspiraban al poder. Todos querían ser profetas y no se daban cuenta que hay que estar solitarios... Como decía Baudelaire, "le tengo un miedo de perro a todo aquel que me imite o me lea". A él le interesaban las putas y las adolescentes, nada más.

¿De qué otra forma se expresa ese afán de poder que tú señalas?
-... Tenían su tribu, sus seguidores, se odiaban entre ellos en vez de amarse a sí mismos como dice El Evangelio. En el fondo eran dictadores. Claro -agrega sonriendo- que eran dictadores intelectuales: cuando oían hablar de la pistola, como Goering, el jefe de la fuerza aérea del Tercer Reich. Pero, en todo caso, no creo que eso sea malo... todos eran buenas personas.

Y si no el poder ¿cuál es el principal anhelo de Jorge Tellier?
-Jorge Teillier aspira al anonimato más absoluto. Lo único que quiere es tener casa y dinero y publicar cien ejemplares para regalar a los amigos. No me interesa hablar de poesía, prefiero conversar con Marchant -rondín del fundo El Ingenio- o el jardinero... Aprendo más y me aburro menos...

Me da la impresión que tú quieres desaparecer detrás de tu obra poética...
-Claro. No me interesa ser personaje, porque cuando te ven así, tu poesía pasa a segundo plano. Por eso me agrada ir al bar de "Don Rocha" en La Ligua. No me interesa si escribes o no escribes. En cambio ser poeta en serio es una responsabilidad.

¿Cuál sería entonces la responsabilidad de un poeta?
-Desarrollarse como persona y ser testigo de algo, dar un testimonio que alguien en el mundo pueda recibirlo. Pero tú no escribes para ellos... sino para los que se te parecen y no sabes quienes son. Yo soy un solitario como Rilke, Estar con gente, ser un personaje público me da asco.



Algunos críticos te han llamado "el último de los románticos" y otros "el último de los malditos".
-Lo de maldito es un slogan que me han puesto. Soy un tipo tranquilo de casa, no tengo nada en contra... de casi nadie. Tal vez me relacionan por el trago y porque soy un marginal en el sentido de que no me interesa que me vaya bien con la poesía. Poesía es espíritu. Los poetas verdaderos, entre comillas, escriben para tener figuración y eso a mi no me interesa en absoluto, si me llega me llega. La poesía no es una carrera: eso queda para la hípica...

¿En qué se diferencian los poetas del resto de las personas?
-¿De quiénes, por ejemplo?

De los panaderos, por ejemplo...
-En nada. Efraín Barquero era panadero y poeta y Santos Chávez era pintor y panadero... Tal vez se diferencian en que se creen distintos y no lo son, eso es todo. Claro que los poetas tienen otras necesidades a los seres corrientes. Necesitan ocio, plata, regalos, mujeres que no molesten, tranquilidad. Quieren tener la vida asegurada y eso no quiere decir que no trabajen."Orden, lujo y voluptuosidad", como decía Baudelaire. En todo caso yo no tengo ninguna de las tres cosas, ni tampoco las tendré... son puras aspiraciones no más.

¿A la gente en Chile le interesa realmente la poesía?
-No mucho, pero le tienen respeto. Es un sentimiento ambivalente: creen que los poetas son locos, fracasados o extravagantes, pero además piensan que el país ha ganado prestigio con sus poetas. Claro que si tú dices que eres poeta te miran con sospecha... En este pueblo, La Ligua, por ejemplo, hay una vieja tradición de analfabetismo: el primer periódico se fundó en 1882 y ahora no existe ninguno. Pero bueno... en realidad, ¿para qué van a saber leer? En todo caso a mi me confunden con vendedor viajero, incluso me han creído representante de la Coca-Cola. Además este pueblo no me gusta porque no tiene poeta, y un pueblo sin poeta no es un pueblo.




Poesía y bohemia


Pero al parecer la poesía y la bohemia han estado bastante hermanadas, por lo menos en Chile donde tuvo bastante vigencia el mito del poeta maldito criollo.
-Pero es un lugar común de la juventud, probablemente. Yo creo que la bohemia ha llevado a mucha destrucción sin gran provecho. Creo que tiene que haber un trabajo poético y que, en el peor de los casos, hay que combinar la biblioteca con la bohemia. Algunos se equivocan y creen que siendo bohemios ya tienen la condición de poetas. Baudelaire, que inventó el término “poeta maldito”, se refirió más bien al que lleva la maldición de Caín, el que se opone al hombre común, entonces está condenado por la sociedad, tiene un estigma y eso no significa necesariamente que sea un borracho, un bebedor o un mujeriego: puede ser una persona dedicada a su trabajo intelectual. Baudelaire, desde luego, vivía de las rentas que había heredado de su madre y era un gran trabajador: tradujo a todo Edgar Allan Poe y fue el primer crítico de arte pictórico en Francia.

Pero en tu caso parece que la relación con el vino ha sido un poco tormentosa,¿no?
-Mejor no hablar del vino. Como dice Hernán Cañas, “es el dulce enemigo”. Claro que es tormentoso para un millón de chilenos porque, según las estadísticas, en Chile debe haber cerca de u millón de alcohólicos.

¿Crees que el alcohol, haciendo abstracción del daño físico, puede ser una forma de aprendizaje?
-El vino provoca en principio, sin llegar a la embriaguez, un cierto estado de euforia o lucidez, anula la percepción de una falsa realidad y te lleva a un plano donde estás en un mundo más grato y puedes soportar a los lateros nacionales que son los que más abundan en el país (se ríe). Es un recurso para no aburrirse. No estoy exaltando al alcohol, pero en un cierto nivel te saca de la rutina y aflora el subconsciente. Ahora es falso que sea un medio para escribir mejor, porque pasado cierto límite te obstaculiza la percepción, además del daño al físico y al entorno familiar que produce. Cada cual tiene que saber calibrarse, pero hay personas que sencillamente no deben tomar, porque no saben comportarse y se les despierta el instinto asesino. Si no léase la crónica policial.

Si pudiera retroceder, volverías a tomar lo que has tomado…
-(Se ríe) He bebido mi cuota y la de varias generaciones. No creo que sea ningún ejemplo digno de imitar (se pone serio). Pero tampoco soy un predicador ambulante ni arrepentido. Tengo que saber controlar la ingesta, como dicen los alcohólicos. Y resulta que los exitosos también consumen bastante alcohol, pero asociamos la imagen del derrotado al hombre de pueblo que se gasta todo en dos noches y no sabe controlarse. En cambio el exitoso sabe controlarse.

En varias entrevistas has hablado contra ciertas características de lo que llamaste “el chileno básico”…
-Yo también tengo la característica del chileno básico: criticar al prójimo, a todos mis prójimos. Una característica que tenía Edwards Bello y que ahora la tiene Lafourcade, el personaje más inolvidablemente antipático que se ha dado en el medio literario chileno. Creo que hay mucha envidia, porque no nos gusta que nadie sobresalga, no se reconocen mucho los méritos. En la poesía, la Mistral es una fiel exponente, una víctima de la envidia. Ella decía que no podía vivir en Chile. Amaba profundamente el país, pero vivió casi toda su vida en el extranjero. Comentaba que si se venía para acá le iban a decir “la Gaby”. En Chile no se suelen reconocer los valores superiores. Todos quieren ser maestros y no discípulos. Otro de nuestros males es la hipocresía. En eso estamos peor que los bolivianos: dicen que cuando un boliviano llega a una casa, ponen dos sillas, una para el boliviano y otra para lo que es verdaderamente. En todo caso la hipocresía es un mal latino. Los ingleses, por ejemplo, no son hipócritas y por eso ningún inglés es amigo de nadie. Cada inglés es una isla, como dicen ellos, porque ser amigo significa ser hipócrita y tú engañas a los amigos hasta con la mujer si puedes, lo que se usa mucho en Chile.

Volvamos al oficio. Tu poesía parece acercarse a una actitud contemplativa, al reconocimiento de las pequeñas cosas en oposición a la gran aventura de la vida.
-Lo extraordinario es lo que nunca sucede a cada rato, esa es la paradoja. Siempre esperamos algo extraordinario y está al lado nuestro, porque “es tan milagro mirarse la palma de la mano, como la caída de un astro”, según dice el poeta. Creo que aprender a vivir de lo cotidiano es bastante esencial, de las pequeñas cosas, del pequeño mundo. No soy un aventurero del espacio, prefiero el viaje interior, de la mente y creo que el poeta tiene que ser un explorador de sí mismo.

Y esas exploraciones te han llevado también a pensar en la muerte que acecha…
-He estado arañando la murete, pero me he dado cuenta de que es una transformación y, como los niños, no le tengo miedo. Cuando uno empieza a llegar a la tercera edad, fuera de tener acceso al cine a mitad de precio, tiene la ventaja de que puede estar más conforme con la llegada de la muerte, que espero no sea antes del año 2000 para ver si de verdad va a haber fin de mundo. Seguro que van a aparecer muchos falsos profetas, como dice la Biblia.

¿Qué te gustaría hacer ese Año Nuevo del 2000?
-Abrazar a todas las muchachas jóvenes que pudiera. (Teillier no pudo cumplir su deseo; murió el 22 de abril de 1996).

Por último –y desoyendo tu rechazo a los consejos-, si tuvieras que dejarles un mensaje a los jóvenes, ¿qué les dirías?
-El mensaje sería leerles un poema que me gustara. Creo que lo único que desearía es que la gente fuera más verdadera y más solidaria. Si la poesía sirve para unir a la gente y mi poesía en pequeña parte ha contribuido a eso, me alegro. Me gustaría, también, que los jóvenes accedieran a la comunicación por medio del arte, que aprendan a desligarse del mundo tan mecánico y convencional y que no lo hagan por éxito, sino por maduración…por la vía interior. Bueno, eso es todo: “esta es mi carta al mundo que nunca me escribió”.
Página Homenaje a JORGE TEILLIER

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