jueves, julio 03, 2008



Co-originariedad de las concepciones antropológicas

Por Cristóbal Holzapfel


Resumen


Exploramos las que consideramos como las principales concepciones del ser humano, desde el homo sacer hasta el sujeto frágil de nuestra época, pasando por el animal racional, el hombre como centro, como sujeto activo, como proyección, y otros. A su vez planteamos que estas concepciones pueden ser consideradas no sólo diacrónica y genealógicamente, sino también sincrónicamente, como que sucede que en la medida que entraron en escena en la historia de la humanidad, se instalaron, de tal modo que en nuestra época convivimos con todas ellas. A la vez estimamos que estas concepciones son co-originarias, pese a la pretensión que hay en cada una de valorarse como un primer principio, del cual resulta lo demás como algo secundario.

Palabras clave


concepciones del hombre, co-originariedad.

A lo largo de la historia el hombre se ha concebido a sí mismo de diversas maneras y desde cierto momento en adelante a la filosofía occidental le ha cabido un papel señero. En lo que sigue exploraremos estas concepciones, y esto naturalmente puede dar lugar a una contribución a la antropología filosófica tradicional. Si se trata de concepciones filosóficas del hombre, ello nos muestra una mirada distinta que dirigimos al hombre que lo que puede hacer especialmente la antropología cultural o las diversas ciencias humanas y sociales. La antropología cultural, en particular de acuerdo a como la ha desarrollado Mircea Eliade, podemos reconocer como el estudio sobre el modo de ser del hombre arroja una clara concepción de aquellos tiempos, a saber lo que corresponde al homo sacer, hombre sagrado, el cual corresponde más precisamente a un hombre regido por arquetipos, que expresan mitos, relatos y narraciones que le dan un sentido a cuanto hace y que está rememorando permanentemente a través de sus rituales.

Estamos aquí ante la primera concepción, sobre todo, prehistórica y milenaria del hombre, la cual es anterior al nacimiento de la filosofía.

A ella le sigue posteriormente la concepción del animal racional, que viene a ser un resultado de la naciente filosofía occidental, la filosofía griega, y esta concepción del hombre ha sido expresamente sostenida por Aristóteles, pero se encuentra ya tácitamente presente en Platón, Sócrates y en filósofos anteriores.

Entre la primera y la segunda de estas concepciones, estamos de cara a la mayor transformación que haya sufrido la humanidad hasta ahora, que corresponde al tránsito del mito al logos, a la razón, sucediendo desde entonces que nos encontramos en el estadio del logos hasta nuestros días, sin siquiera poder avizorar a futuro que esta situación pudiera modificarse, y ello aunque la razón en este largo proceso haya acabado desvirtuándose, en la medida en que se ha vuelto instrumental, y estaría en nuestro tiempo más que nada al servicio de los poderes fácticos, como ya lo comenzara a detectar Max Weber y luego desarrollara más ampliamente este punto la Escuela de Frankfurt, y en particular en el libro Dialéctica de la Ilustración, de Adorno y Horkheimer. En algún sentido esta razón instrumentalizada nos tiene ante el fenómeno del calentamiento global y el problema del “fin de la historia” ha pasado a ser también un tema filosófico capital.

Consideramos que las concepciones del ser humano son fundamentalmente once. Para nada más que enumerarlas, se trata de considerar que el hombre se ha concebido como:

1. Homo sacer u hombre regido por arquetipos.

2. Animal racional, que obedece a una concepción antropológica cosmocéntrica.

3. Homo viator u hombre hecho a imagen y semejanza de Dios, que supone una concepción antropológica teocéntrica. El hombre medieval se concibió preferentemente como homo viator, como que se encuentra en este mundo en tránsito y cuya tarea es seguir el camino del Señor, como un camino de salvación.

4. Centro, que se traduce en una concepción antropocéntrica. El hombre se entiende aquí como el centro del universo, y ello da inicio al mismo tiempo a lo que conocemos como modernidad. Su iniciador es Descartes y está concepción antropológica es completada y radicalizada por Kant y su planteamiento que sostiene que el sujeto regula y modifica al objeto.

5. Sujeto finito. Esta concepción podría decirse que se inicia con Kant y habrá de tener su culminación en Jaspers y Heidegger. En Las palabras y las cosas Foucault hace notar cómo al hombre le ha costado sobremanera “aterrizar” en su finitud y un primer paso está dado por Kant, al menos en lo que atañe al reconocimiento de la finitud del conocimiento y las posibilidades de la razón.1

6. Sujeto absoluto, que está concebido en el idealismo alemán. En particular, si lo vemos desde Fichte, se trata de cómo el yo se maximiza hasta tal punto que todo lo otro pasa a ser “no-yo”, el mundo y la sociedad, lo que tiene el alcance de la tarea por realizar por parte del yo.

7. Sujeto activo, concepción también representada particularmente por Fichte, a la que se agrega Marx. La relación entre razón teórica y razón práctica, decisiva en Kant, experimenta con Fichte un vuelco hacia el primado de la razón práctica. Los contenidos de la razón teórica, sus representaciones, únicamente se justifican en la medida en que la razón práctica los hace realidad, los lleva a la acción. En cuanto a Marx, el hombre es concebido ante todo como trabajador.

8. Sujeto volitivo. Con Schopenhaer y posteriormente con Nietzsche la prerrogativa tradicional de la razón es puesta en cuestión. La determinación fundamental, tanto en el ámbito metafísico como antropológico, es la voluntad. En Nietzsche la voluntad es entendida específicamente como voluntad de poder, y no sólo el hombre, sino la vida es voluntad de poder.

9. Sujeto singular o sujeto templado individualmente. Con Kierkegaard se inicia una concepción nueva del hombre, de acuerdo a la cual el sujeto se singulariza, es considerado singularmente. Lo que interesa ahora es la mirada dirigida a éste como un sujeto que está templado afectiva y anímicamente de modo individual, único e irrepetible. Aquí no se trata más del hombre en términos de una abstracción.

10. Proyección. Con Jaspers y Heidegger el hombre es concebido como poder-ser, posibilidad y proyección. Independientemente de las distinciones entre los desarrollos de uno y otro pensador, se trata aquí de que lo dado del hombre, que en forma diferenciada es abordado por las distintas ciencias humanas – medicina, psicología, sociología, y otras – vale nada más que como plataforma para que el hombre se asuma como posibilidad.

11. Sujeto frágil. Arrancando de Ricoeur y continuando con Vattimo, tomamos conciencia de nuestra fragilidad, labilidad o debilidad. En la actualidad ya no somos capaces sino de “mínimos morales” y esto se aplica no únicamente a la moral, sino a la política y muchos otros ámbitos: ya no somos capaces de grandes proyectos políticos, de atenernos a una tabla de virtudes, de seguir a cabalidad algún credo religioso.

Así como en la obra de Stefan Zweig, Momentos estelares de la humanidad, de 1929, en que, por ejemplo, uno de estos momentos es cuando a Dostoievsky, en 1848, lo van a fusilar por orden del Zar Nicolás I, e incluso de hecho va al paredón y el pelotón dispara, mas no a su cuerpo, ya que su pena ha sido conmutada por 5 años de trabajos forzados en Siberia, así también podríamos hablar en relación a nuestras concepciones del ser humano de momentos estelares de la humanidad, y ante todo el que podría considerarse en propiedad como uno de estos momentos estelares es el tránsito del mito al logos.

Desde entonces nos encontramos en el estadio de la razón y no vislumbramos que pudiera haber a futuro una posibilidad real de pasar a otro estadio. En principio, ni siquiera podemos propiamente imaginarlo.

1Foucault, Las palabras y las cosas, trad. de Cecilia Frost, Madrid: Siglo XXI, 1989.


Cristóbal Holzapfel

Doctor en Filosofía, con menciones en Filosofía, Germanística y Romanística, Universidad de Friburgo en Brisgovia 1987.

Profesor Titular de la Universidad de Chile.

Coordinador de Postgrado del Departamento de Filosofía UCH.[1995 y 1996]

Miembro del Consejo Superior de Ciencia y Tecnología de FONDECYT [1998 y 2001]

Miembro del Consejo Superior de Evaluación Académica, CSEA, de la Universidad de Chile. [2007 - 2008]


Fuente: Observaciones filosóficas

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