martes, agosto 04, 2009




MAPOCHO


por Nona Fernández


Pienso en una buena historia que te ayude a conciliar el sueño. Un cuento de esos que escuchábamos cada tarde en los escalones rojos y que nos acompañaban la noche entera. Érase una vez, hace mucho tiempo, un hombre y una mujer pequeños. La mujer y el hombre dormían tranquilos en su cama pequeña y soñaban que un dios, algo más grande que ellos, soñaba un mundo. Lo primero fue una palabra. La boca del dios pronunció un monosílabo. Luz. Su lengua se arrimó a su paladar, sus labios se apretaron dejando un espacio para emitir el sonido divino y la palabra luz se hizo. De ahí en adelante el dios pequeño empezó a pronunciar una serie de sustantivos arbitrariamente. Sonidos guturales y a ratos armónicos que iban emanando de su boca santa al golpetear de su kultrún. Tierra, agua, luna, sol, aire. El mundo del dios pequeño iba naciendo de su boca, mientras que lanzaba en una piñata de colores los desechos que le sobraban. Restos de cordillera, de desierto, de río. Y vio dios que todo era bueno y quiso dar marcha a su Historia. Porque esa fue la palabra que ocupó para denominar su trabajo. Historia.


Pero el dios se dio cuenta que a su pequeño mundo le faltaban protagonistas. Alguien que hiciera uso de toda su creación. Entonces revolvió todas las sobras que le habían quedado amontonadas en la piñata. Las removió con sus manos santas y las colgó en el parrón de su patio. Fue entonces que la mujer y el hombre pequeños, soñaron que el dios, soñando, los creaba y mientras rompía la piñata de un sólo combo, decía: de las sobras del mundo nacen una mujer y un hombre. Y juntos van a vivir y morir con sus cuerpos de desecho. Pero nacerán de la basura otra vez, y luego morirán nuevamente. Y nunca dejarán de reciclarse, porque la muerte es mentira.


Nota de la autora: Todos los personajes de esta historia, reales o imaginarios, son imaginarios.

Las historias narradas por el mago a los niños del Barrio, están basadas en leyendas latinoamericanas recopiladas por Eduardo Galeano en su libro Memorias del fuego (Siglo XXI editores, México, 1982).


Fuente: Mapocho, Nona Fernández, Editorial Planeta, 2002.

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