domingo, diciembre 28, 2008




Anécdotas y Ciencia

Por Julio Álvarez González



En un reciente evento científico se discutió sobre el posible valor de los “resultados o evidencias anecdóticas” para la investigación, y si éstas podían o no clasificar como ciencia. Al respecto, hay que definir qué se considera “evidencia anecdótica”.

En primer lugar, hay evidencias anecdóticas de cuya veracidad se puede dudar. Por ejemplo: “Yo he sido contactado por intraterrestres que viven en el centro de la Tierra”. Esto no permite concluir que los “intraterrestres” existan. Es simplemente imposible de comprobar. Una evidencia anecdótica es también aquella que puede ser cierta (y ser comprobada) pero de la cual se pretende sacar una conclusión errónea. Yo puedo afirmar: “Mi vecina murió a los 95 años de una neumonía; siempre tuvo colesterol por encima de 300 mg/dl y nunca tuvo un infarto cardíaco o cerebral”. Esto, estrictamente cierto, de ninguna manera desmiente ni desacredita los resultados científicos que muestran la relación directa de los niveles elevados de colesterol con el aumento en la incidencia de infarto cardíaco y accidente vascular encefálico.

En ambos casos, las conclusiones que se pretende sacar de esas anécdotas no son confiables. Nada tienen que ver con los ensayos clínicos controlados, la medicina basada en la evidencia o la investigación hecha con método científico, donde hay comprobación y reproductibilidad de resultados.

Una anécdota como la que sigue carece de valor científico: “Conozco el caso de un paciente que se hizo una extracción dental sin anestesia, sólo tomando previamente un preparado homeopático”. No digo que no sea cierto, pero no queda científicamente establecido que se pueda evitar el dolor tomando un remedio homeopático.

¿Y cómo fue posible? Muchas cosas son posibles. El vicedirector de investigaciones de mi instituto se vio obligado a ir al dentista a hacerse una extracción, la cual fue practicada sin anestesia, sólo que no tomó remedio homeopático alguno. Los insultos a su hombría y los improperios que profería el dentista “facilitaron” la extracción sin anestesia. Esta anécdota tampoco tiene valor científico. No queda científicamente probado que los insultos sirvan de anestésico para que las muelas puedan ser extraídas sin dolor.

Anécdotas de este tipo se pueden encontrar muchas. La imaginación es enorme en este sentido y a veces la ciencia se puede nutrir de anécdotas.


Nota: Julio Álvarez González es Doctor en ciencias, Departamento de Investigaciones Experimentales, Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, La Habana.
Fuente: Punto Final

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