lunes, mayo 26, 2008



SEMIOLOGÍA


La piedra angular del concepto de signo lingüístico formulado por Saussure es la naturaleza arbitraria del lazo que une el significante y el significado.

El concepto mental de un perro no necesariamente tiene que ser originado por el significante que forman los sonidos /d/, /o/ y /g/. De hecho, para los franceses este concepto es originado por el significante “chien”, mientras que para los alemanes, el significante “hund” cumple la misma tarea.

En el caso de los hispanohablantes, si se pusieran de acuerdo suficientes personas, el significante “perro” se podría reemplazar por “ladrador”, o incluso “blongo” o “laco”.

No existe ninguna razón natural por la cual el significante “dog” o “perro” dé origen al significado.

La conexión entre ambos es arbitraria.

Saussure emplea el término semiología en contraposición a semiótica. El primer término pasará a asociarse con la escuela europea del estudio de los signos, mientras que el segundo se asociará fundamentalmente con los teóricos estadounidenses.

Más adelante, “semiótica” se utilizará para designar en general el análisis de los sistemas de signos.

La única razón por la cual el significante evoca el significado es la existencia de una relación convencional, regida por reglas acordadas (que operan en toda comunidad de hablantes).

Pero si el signo no contiene una relación “natural” que signifique, ¿cómo funcionan los signos?

Para Saussure, el signo significa en virtud de su diferencia con respecto a otros signos. Y esta diferencia es la que da lugar a la posibilidad de una comunidad de hablantes.

Saussure describe cómo el fenómeno general del lenguaje (en francés, langage) está constituido por dos factores:

Parole: actos de habla individuales.

Langue: un sistema de diferencias entre signos.

La langue (lengua) puede concebirse como una alacena comunitaria que alberga todos los diferentes signos posibles que se podrían sacar de allí y utilizar en la construcción de un acto de parole (habla).

Sin duda, el hecho de que la lengua (langue) sea un sistema utilizado por todos implica que también es un fenómeno netamente social.

Pero obsérvese además que el sistema es abstracto: al igual que en una buena partida de ajedrez, pocas veces es necesario detenerse a consultar un reglamento para comprobar la validez del movimiento de una pieza (o de una enunciación). Las reglas se conocen sin que tengan que ser continuamente tangibles.

Otra estructura del lenguaje señalada por la concepción saussureana de la langue es que se relaciona con las restricciones de combinación y sustitución de los elementos lingüísticos.

Si tomamos el conjunto de signos “El gato se sentó en el felpudo”.

Un elemento como “gato” puede significar porque se diferencia de “felpudo”, “el”, “en”, “se”, “sentó”, así como de “horca”, “camión”, “papa”, “ántrax”, etc.

Pero veamos cómo se combina con otros elementos.

Puede aparecer siguiendo un orden estricto con “el”, “se”, “sentó”, “en”, “el” y “felpudo” para formar un sintagma (conjunto de signos ordenados en forma lógica: por ejemplo, una frase, una oración).

Entonces, “gato” mantiene relaciones sintagmáticas con los elementos que le pueden preceder o suceder en una secuencia.

Sin embargo, la significación se da a través de algo más que combinaciones lineales. ¿Qué pasaría si se pudiera elegir entre varios signos?

Puede decirse que “gato” tiene relaciones paradigmáticas (de sustitución) con “cuadrúpedo felino” y “minino”.

Dichas relaciones paradigmáticas deben concordar con las relaciones sintagmáticas como los ejes “x” e “y” de un gráfico de coordenadas.

No obstante, existe cierta flexibilidad, siempre y cuando las relaciones sintagmáticas lo permitan; “gato”, por ejemplo, podría tener relaciones paradigmáticas con su opuesto, “perro”, si el sintagma requiere sólo que se emplee un sustantivo animado.


Fuente: Semiótica para principiantes, Paul Cobley & Litza Jansz, Era Naciente SRL, 2004.

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