domingo, mayo 11, 2008



A JUAN CARLOS DÁVILA LEÓN

Por Enrique Moro


COMPAÑEROS, Claramente, lo que no mató la dictadura, lo mató la democracia.

Lo decía Nicanor…Antes andábamos de tumbo en tumbo, ahora andamos de tumba en tumba.

Aquí se queda parte de mi hermano, de mi amigo de mi compañero, de mi socio, de mi colega, en realidad, una parte mínima, porque lo que fue mi compadre, no cabe en estos maderos miserables.

Se puede abrazar tanto la vida como la muerte, parece que sí, al menos Juan Carlos Dávila León le hizo empeño.

Una bala y una sonrisa no son lo mismo, pero hay momentos en que se parecen.

No se debe confundir vivir con beber, pero están tan cerca que uno va y viene, andamos de aquí para allá, mantener una sola línea no es fácil.

Un abrazo menos, una sonrisa menos, eso es lo inconmensurable que nos deja, ese es el vacío, el hoyo negro que queda en la mesa del Hotel Nube.

Duele y cómo no va a doler este bofetón a nuestra versión de la miseria del hombre.

Qué se ama cuando se ama, que respondan las viudas de este Zorba, lo que digo es que siempre Soto estuvo listo para la foto.

Decíamos: somos los que somos; los demás son palomos, y era bella la tarde, esa luz de primavera que nos envolvía en la terraza, al borde del mar, en este Marx que tranquilo nos baña.

Algo de Roque Dalton, de Cortázar, de Goytisolo, de Sabina, algo del Negro Farías, de la Piaf, algo de todo, algo de nada y en eso se nos fue la vida.

Y aquí estamos, al borde de tu tumba que es como un signo de interrogación.

COMPAÑERO, más temprano que tarde volveremos a alzar nuestras copas, porque aunque usted no lo crea, ¡Venceremos!

Fuente: G-80

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