domingo, octubre 12, 2008





El descubrimiento de América que todavía no fue


Por Eduardo Galeano



I. El delito de ser

Hacía cuatro años que Cristóbal Colón había pisado por vez primera las playas de América, cuando su hermano Bartolomé inauguró el quemadero de Haití. Seis indios, condenados por sacrilegio, ardieron en la pira. Los indios habían cometido sacrilegio porque habían enterrado unas estampitas de Jesucristo y la Virgen. Pero ellos las habían enterrado para que estos nuevos dioses hicieran más fecunda la siembra del maíz, y no tenían la menor idea de culpa por tal mortal agravio.

¿Descubrimiento o encubrimiento?

Ya se ha dicho que en 1492 América fue invadida y no descubierta, porque previamente la habían descubierto, muchos miles de años antes, los indios que la habitaban. Pero también se podría decir que América no fue descubierta en 1492 porque quienes la invadieron no supieron, o no pudieron verla.

Sí la vio Gonzalo Guerrero, el conquistador conquistado, y por haberla visto murió de muerte matada. Sí la vieron algunos profetas, como Bartolomé de Las Casas, Vasco de Quiroga o Bernardino de Sahagún, y por haberla visto la amaron y fueron condenados a la soledad. Pero no vieron América los guerreros y los frailes, los notarios y los mercaderes que vinieron en busca de veloz fortuna y que impusieron su religión y su cultura como verdades únicas y obligatorias. El cristianismo, nacido entre los oprimidos de un imperio, se había vuelto instrumento de opresión en manos de otro imperio que entraba en la historia a paso avasallante. No había, no podía haber, otras religiones, sino supersticiones e idolatrías; toda otra cultura era mera ignorancia. Dios y el Hombre habitaban Europa; en el Nuevo MUndo moraban los demonios y los monos. El Día de la Raza inauguró un ciclo de racismo que América padece todavía. Muchos son, todavía, los que ignoran que allá por 1537 el Papa decretó que los indios estaban dotados de alma y razón.

Ninguna empresa imperial, ni las de antes ni las de ahora, descubre. La aventura de la usurpación y el despojo no descubre: encubre. No revela: esconde. Para realizarse, necesita coartadas ideologías que conviertan la arbitrariedad en derecho.

En un trabajo reciente, Miguel Rojas-Mix advertía que Atahualpa fue condenado por Pizarro porque era culpable del delito de ser otro o, lisa y llanamente, culpable de ser. La voracidad de oro y plata requería una máscara que la ocultara; y así Atahualpa resultó acusado de idolatría, poligamia e incesto, lo que equivalía a condenarlo por practicar una cultura diferente.


Fuente: El descubrimiento de América que no fue y otros escritos. Editorial Laia/Barcelona, 1986.



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