domingo, enero 09, 2011




Notas Musicales



por Manuel García


Soy un ciudadano que tiene inquietudes internas muy ligadas a la identidad. En Shangai representaba a un viajero espacial que llega a un planeta y quiere comunicar algunas cosas en relación a preguntar algunas cosas y contar algo. Fui un ser que buscaba a otros seres. Fui como un personaje cotidiano que viene de una vida cotidiana, de un país que también tiene ciertas similitudes y, por supuesto, profundas diferencias con otro lugar. Lo que yo era dentro del pabellón de Chile en la Expo Shangai era una necesidad latente de producir y de entablar una relación amorosa con otros seres.

En el Chile actual, veo por un lado un país que ha naufragado en muchos temas, hay una destrucción profunda, un desencanto del pueblo, una describilidad de lo político, una percepción errónea, equivocada y torcida frente a un espejo que ha sido creado por los medios masivos de comunicación donde la imagen que se deja es a un chileno que está viendo una imagen falsa de sí mismo. Entonces, se ha generado un país con muchos mitos y muchas mentiras con respecto a quiénes somos verdaderamente. Un pueblo que se siente mása solidario de lo que realmente es, que no es xenofóbico siendo que lo es, que se siente amigo y compañero siendo que no lo somos y, en ese sentido, veo que no hay un reconocerse en el otro, no hay un respeto por el otro. En Chile se perdió esa capacidad humana de sentirse parte de un global, en gran parte de la sociedad ha triunfado el individualismo, ha triunfado el gran letrero del exitismo, y eso produce angustia, produce pena, produce una necesidad de aferrarse al Facebook a Internet y encontrar una serie de triquiñuelas que no son exactamente comunicación; se habla de la relación de las comunicaciones pero no hay más incomunicación que esa lucha desesperada por finalmente encontrarse. Sin embargo, por el otro lado de la moneda veo una juventud esperanzadora que crea bandas de rock, de donde nacen pintores, artistas, una juventud que fue capaz de organizar movimientos como los pingüinos, una juventud mucho más ambientalista que hace muchos años atrás, y sobre todo una juventud que está observando con mucha desconfianza pero también con un criterio crítico y activo la política actual de los más viejos. Por ahí se conjugan estas dos cosas en un conflicto social que se hace bastante poco visible desde los medios, pero que existe de forma constante. Esta lucha por ser mejor sociedad de una minoría y una sinrazón, un poco gratuita, de una mayoría.

Con esta columna, más que a colaborar vengo a sumar fuerzas. Lo que yo hago pertenece a este mundo de lo alternativo, de lo autogestionado. Ahora hay una visibilidad más masiva de mi trabajo, pero gran parte de mi trabajo viene desde lo subterráneo, en los espacios universitarios, en parte de una población, en una olla común, en los actos políticos y desde ahí la construcción de mi trabajo no pudiera haberse hecho si no fuera por esta fuerza que existe entre el poeta del barrio, el escritor universitario, la revista liceana, las organizaciones sociales que hacen puesta en escena de teatro, de música, de festivales que no son visibles en forma masiva pero que cumplen con la función de mantener vivo el arte, mantener viva la educación, de mantener vivo el derecho del hombre a crear y de recrearse.

La aparición de la nueva trova chilena, de la cual soy parte, se da porque mucha leña ya venían echando al fuego muchos otros artistas también durante años. Se ha creado una cultura popular en torno a la guitarra desde nuestros grandes ancestros musicales como la Violeta, Víctor y otros tantos, y se ha venido multiplicando ese valor de guitarra en guitarra hasta que de pronto tiene una visibilidad en estos años más masiva porque de alguna manera se ha ido acumulando una historia tal que permite que los nuevos talentos jóvenes tengan un bagaje muy interesante. Lo que hace que este movimiento exista en la escena de la música popular chilena es una voluntad de pueblo, es una voluntad de aquellos que quieren escuchar y que valoran y que son quienes llenan los teatros, quienes compran los discos, quienes se enteran. Una voluntad de aquellos que finalmente han puesto oreja y han depositado su confianza, su tiempo y su silencio para que pueda ser la tierra fértil donde surge esta nueva música chilena actual, que al parecer tiene sus características propias.



A veces podemos estar vinculados a rock Carnaza y a veces estar inaugurando el Gabriela Mistral, y esto se debe a una relación que se produce entre el artista y su propio trabajo. Hay instancias culturales que en un país existen y que uno trata de aprovechar de la mejor manera posible para hacer visible el arte y conectar ciertos temas y legados que a veces ni siquiera son bienvenidos. Chinoy estuvo en el estadio para la celebración del bicentenario, donde el gobierno quería mostrar a un país que celebra 200 años de cosas fantasma, cuando el lema popular era "nada que celebrar", y Chinoy dio su mensaje ahí. Y es que los grandes escenarios siempre han estado vinculados a la empresa privada, y si uno quiere acceder a un gran escenario, con buenas luces, con buen sonido y masivo, finalmente esta mixtura se da igual. Quien tiene que distinguir ahí y tiene que reclamar su derecho como auditor a saber qué está escuchando y qué está viendo, es el público. El público tiene que ser crítico y tiene que quedarse con aquello que más sabiamente el corazón le dicte. Lo importante es que uno como artista quiere acceder a todos los espacios mientras a uno lo reciban con sus temas y con su música, que no haya censura, y lo que uno haga no vaya en contra de sus principios como compositor, como ser humano. Para mí es muy importante cuando estoy en un escenario, ocupar el espacio de una canción para repetir las palabras de Allende, pues él tenía una fuerza, una cualidad de decir cosas muy ciertas y muy importantes a través de un lenguaje que se ve muy poco en la política actual, y que es el lenguaje de la poesía. Para mí sus discursos son más que discursos, son una especie de poema épico que mientras más lo digo más me doy cuenta de lo contingente que es en el día de hoy. Y me conmueve también el hecho de que en cada lugar donde yo canto siempre es vigente. Siempre es necesario, lo que habla de la necesidad de que alguien nos hable con amor, con una forma paternalista cariñosa como de un guía, como un ser espiritual profundo, y que al mismo tiempo nos acaricia con esa poesía, con esa palabra, y me doy cuenta de que eso es lo que más hace falta. Cuando cito sus discursos me parece que estoy repitiendo las palabras de un abuelo. Es necesario para mí hacerlo, es familiar, es una especie de un ritual de sanación o de esperanza cada vez que esas palabras llenan la voz interna.

Yo tengo deseos como ciudadano, como una persona de la sociedad que quiere ejercer su derecho de expresión, su derecho de opinión, su derecho a estar involucrado, su derecho a estar en política. Ser parte de la construcción política de la sociedad. Eso individualmente me preocupa mucho, naturalmente por mi arte. El arte que yo hago lo encuantro en función de la belleza. Si esa belleza es un día una mariposa posada en una flor, entonces esa belleza la expreso en mis necesidades. Yo digo lo que creo, y trato de vivir a través de esa belleza. Si esa belleza hoy día es una preocupación política, social, y si eso puede ser parte de una canción entonces está ahí en una canción. Es decir, la canción siempre va en la búsqueda de la belleza y si para uno la belleza es la construcción de una mejor sociedad, una preocupación que uno encuantra en otro, una reflexión, entonces ahí mi canción se convierte en política y aspira a lo que yo aspiro también como ciudadano, a una sociedad más justa, como dice el discurso de Allende. Uno trata de construir críticamente no sólo hacia fuera, sino que también internamente, también mirándose, también exponiendo lo que uno piensa y opina, sin que ello sea necesariamente la verdad absoluta, pero sí la verdad en la que uno cree en aquel minuto, puesta muy valientemente sobre la mesa, con todos los puntos sobre las íes, y tratando de ser lo más honesto y lo más verdadero.

Fuente: Revista MALA: educación, cultura y sociedad, Nº1, noviembre 2010.

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