sábado, noviembre 20, 2010

Resurrección de Zapata


por
Eduardo Galeano


Nació, dicen, con una manito tatuada en el pecho.

Murió acribillado por siete balazos.

El asesino recibió cincuenta mil pesos y el grado de general de brigada.

El asesinado recibió a una multitud de campesinos, que sombrero en mano visitaron su muerte.

De sus abuelos indios habían heredado el silencio.

No decían nada, o decían:

- Pobrecito.

Nada más decían.

Pero después, poco a poco, en las plazas de los pueblos se fueron soltando las lenguas:

- No era él.

- Otro era.

- Muy gordo lo vi.

- Le faltaba el lunar de arriba del ojo.

- Se fue en un barco, salió de Acapulco.

- En la noche se voló, en un caballo blanco.


- Se fue para Arabia.

- Por allá, por Arabia, está.


- Arabia queda muy lejos, más lejos que Oaxaca.


- Ahorita vuelve.



Fuente: ESPEJOS, Una historia casi universal, Eduardo Galeano, Siglo Veintiuno, 2008.

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