martes, julio 20, 2010




Nepey Ñi Güñún Piuke
Se ha despertado el ave de mi corazón


El mapudungun es un proceso más de comunión espiritual que de cuestiones materiales. Es cierto que el lenguaje de la civilización cristiana occidental ha evolucionado más, pero lo ha hecho para un solo lado. Ha hecho todo lo material a la perfección, pero ha olvidado la otra parte. El hombre común no es capaz de expresar un sentimiento. Por eso que los poetas son mirados como grandes personas, porque han logrado hacer del lenguaje lo que el común de los mortales no puede, cosa que no ocurre en el pueblo mapuche. Para el pueblo mapuche yo no soy ninguna maravilla, y ni siquiera poeta. Porque el pueblo mapuche es poético; no tiene necesidad de poetas porque el lenguaje es poesía. Ahí está la diferencia. [...]

Uno podría preguntarse qué gracia tiene que yo escriba poesía en mapuche. Tiene gracia porque marca un hito: escribir algo que es inescribible y además tratar de pasar ese lenguaje al castellano. Tratar de escribir eso mismo en castellano. Ahí estaría la gracia, porque de lo contrario no tendría ninguna: si se trata de poetas yo creo que mi abuelita es mucho mejor poeta que yo. Dentro de mi pueblo yo no puedo arrogarme la calidad de poeta porque sé mucho menos que los que han vivido su lengua. Yo ya estoy metido en otro rollo, aunque no lo quiera. Recién me estoy rescatando a mí mismo [...]

En la escuela fue un martirio. En primer lugar la enseñanza no era a través de historias, como lo que estaba acostumbrado a recibir, sino que era algo obligatorio. Si uno no aprendía, recibía castigo. Eso no se da en la cultura mapuche donde a uno le enseñan cosas porque hay que aprender a hacerlas. Y uno, como puede, se va superando.

En el colegio empecé a pensar que por qué me cambiaban todo. [...] Uno siente que es un loco. O un tonto. Se crean complejos. El pueblo mapuche es tonto. Nunca explicó quién es Ngenechen. Ni siquiera lo dibujó. [...]

Nosotros somos el sueño de la tierra; ella nos sueña a nosotros: También en otros planetas habrá seres que son soñados por su planeta y tendrán sus propias maravillas. El universo es una unión de sueños. [...]

Odiaba ir a clases [...] Y para no tener problemas con las notas me di cuenta que podía memorizar todas las cosas. Tuve buenas notas porque era un memorión, tenía que responder, no más, y no lo que yo me había cuestionado. [...]

Malú Sierra:

Pero su despertar, como lo llama él, fue cuando escuchó a un sacerdote decir que el Nguillatún era parte del demonio.

Leonel:

Fue mi primera rebeldía. Desperté y me dije: aquí hay una diferencia. Porque yo no lo entendía así. Se me quería convencer que lo mío no era válido. Entonces pensé: acá hay algo importante. Si él decía que esto no servía es porque era importante. Fue la primera intelectualización de mi realidad y de ahí partió el despertar.

Fuente: Malú Sierra, Donde todo es altar; Mapuche, gente de la tierra. Santiago, Editorial Persona, 1992.

El texto corresponde a fragmentos de una larga entrevista realizada por la periodista Malú Sierra a Leonel Lienlaf, joven poeta mapuche, ganador del Premio Municipal de Literatura, en Santiago, en 1990, por su libro de poemas Nepey Ñi Güñún Piuke/Se ha despertado el ave de mi corazón, escrito en mapudungun y traducido al castellano.

Primer Congreso de las Lenguas Indígenas de Chile

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