EL PENSAMIENTO CREATIVO
Desarrollo del PROGRAMA XÈNIUS
Por Josep Muñoz Redón
Los ingleses dicen, no sin cierta ironía, que cuando no se sabe nada sobre determinada cuestión, es un buen momento para comenzar a escribir un libro. Este disparate, aparte de anticipar el posible valor de nuestro trabajo, puede evidenciar las ventajas que tiene ser un profano en determinado ámbito, sin tener que recurrir a la docta ignorancia de Cusa: “Deseamos saber con certeza que somos ignorantes. Si consiguiésemos llegar a ella plenamente, habríamos conseguido l docta ignorancia. A ningún hombre, por más estudioso que sea, le puede ocurrir nada mejor en el orden del conocimiento que saberse doctísimo en ignorancia. Y tanto más cuanto más ignorante se reconozca”. Versión renacentista de la conocida máxima socrática: “sólo sé que nada sé”. Aquellos que creen saberlo todo se cierran la posibilidad de aprender.
El desconocimiento, si se mezcla con un poco de curiosidad, resulta mucho más incentivador que el saber, entre otras cosas por la gran cantidad de territorio a explorar que presupone (“Remember that creative persons enjoy talking about the parts of a subject they do not know, while others prefer to talk about what they know”, Walkup). Y es que, la ignorancia ha sido el elemento desencadenante de este trabajo; esperamos que no el principal ni el más significativo.
En principio sólo existía el hechizo de una temática seductora y que intuíamos sería difícil de sistematizar; a la vez que nos movía también la inquietud de estudiar posibles alternativas al pensamiento lógico. Profanos en todo aquello que no fuese nuestra propia práctica de la creatividad; completamente inexpertos en los procesos que generan cosas nuevas y originales; desconocedores de la bibliografía más fundamental en este ámbito, iniciamos nuestra búsqueda espoleados, como decíamos, por una curiosidad que, esperábamos, nos habría de ayudar a vencer toda clase de escollos.
Dos años después, conscientes todavía de nuestras múltiples deficiencias, habiendo construido nuestra competencia en técnicas creativas en buena parte de la literatura actual sobre el tema; adiestrados ya en sus procedimientos más habituales y enriquecidos por algunas experiencias interdisciplinares, hemos querido sistematizar todo lo que hemos ido aprendiendo, pensando, básicamente, en una aplicación práctica inmediata en la escuela.
Para ser sinceros una vez más, y puede que de nuevo demasiado impulsivamente, querríamos comentaros que la parte más estimulante de este trabajo ha sido la última (la primera que elaboramos), por diferentes motivos:
1) Su originalidad en nuestro contexto educativo.
2) Su carácter eminentemente práctico.
3) La efectividad que ha demostrado.
4) Su orientación interdisciplinar.
5) La ecuación de los procedimientos a la enseñanza secundaria.
Ya veis que cuando conviene tampoco nos quedamos cortos. Y es que, muchos de los manuales de creatividad que conocemos, aunque pueda parecer contradictorio, es difícil que puedan ser útiles en el ámbito escolar, precisamente por su falta de concreción, por no añadir ambigüedad, retorcimiento o precariedad. Son pocos los teóricos que, como por ejemplo, De Bono, Sikora, Aznar o Torrance ofrecen prácticas concretas para conseguir los objetivos que nos planteamos, más allá de un programa estandarizado a la americana (de los que hablaremos también).
Cualquier forma de creación significa un rechazo de la realidad, una especie de dialéctica negativa que huye del orden habitual de las cosas. Su poder heurístico nos hace partícipes de la quimera que representan el arte, la ciencia o el marketing, por ejemplo. Una teoría científica se convierte en un oasis de significados que calma nuestra angustia sobre la naturaleza; de la misma manera que la escritura expresa el placer que comporta entrelazar un texto, o el anuncio de un perfume dibuja un sueño de belleza y gozo. Toda creación, como decíamos, es una tentativa utópica.
Pero, posiblemente, no es éste el elemento más irreductible de la creatividad. La dialéctica que enfrenta invención y mundo, aunque está directamente relacionada con el proceso generador de cosas nuevas que presentamos aquí, es externa a ella misma. En cambio, intentar definir el azar de la creación a través de unas técnicas, es una contradicción que se alza en el centro mismo de las innovaciones.
Fuente: El Pensamiento Creativo: desarrollo del Programa Xènius. Ed. Octaedro, 1994.
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