ANGELUS NOVUS
Paul Klee, 1920
"Hay un cuadro de Klee que se titula Angelus Novus. Se ve en él un ángel, al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su rostro está vuelto hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que arroja a sus pies ruina sobre ruina, amontonándolas sin cesar. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destruido. Pero un huracán sopla desde el paraíso y se arremolina en sus alas, y es tan fuerte que el ángel ya no puede plegarlas. Este huracán lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas crece ante él hasta el cielo. Este huracán es lo que nosotros llamamos progreso."
Walter Benjamin. "Sobre el concepto de historia".
Galeano, del otro lado del muro
El símbolo de este mundo es el muro, dice Eduardo Galeano antes de viajar a Europa para presentar su nuevo libro, Espejos. Años después de Berlín, se levantan otros: en los countries, en Cisjordania, en España y EE. UU. para contener a los pobres, a los inmigrantes, para "protegerse" de la realidad.
Por Marta Platía
Walter Benjamin hablaba del ángel de la historia basándose en un dibujo de Paul Klee, y decía que el ángel de la historia volaba sobre los escombros tratando de rearmar los pedacitos para contar la historia de los que no fueron contados... ¿Se considera una especie de ángel de la historia?
En la versión del dibujo que Klee le regaló a Benjamin, el ángel está obligado a mirar hacia adelante. El viento de la historia lo empuja hacia adelante y es incapaz de mirar hacia atrás. Por eso Benjamin tenía mucho miedo de que los horrores de la historia pudieran repetirse. Porque si uno no es capaz de mirar hacia atrás, no aprenderá nunca a no tropezar con las mismas piedras. Pero en realidad la historia no se repite. La historia no tiene marcha atrás.
¿Qué marcas dejó el exilio en su vida y su literatura?
Para mí fue una muy buena experiencia. Nacida de una desgracia como esta enfermedad que al fin y al cabo desembocó en el libro. El exilio, también nacido de una penitencia, se convirtió en algo muy fecundo para mí. Me abrió muchos espacios. Me hizo conocer otros horizontes, me despejó mucho la mirada. A veces es bueno salir de la vida cotidiana y de las urgencias para poder ver el bosque en su totalidad. Tomar cierta distancia. Eso decía Paulo Freire. Para mirar de cerca hay que alejarse, decía. Y el exilio da esa perspectiva de distancia que cuando uno está metido en el baile de la realidad cotidiana de tu país no se tiene. Lo cual no quiere decir que yo en el exilio me haya dedicado a hacer una vida de hombre sentado. Actué, milité y escribí. "Memoria del Fuego" la escribí gracias al exilio al que me condenaron los militares.
¿La escribió en Barcelona?
Sí, en las afueras de Barcelona los dos primeros tomos. El último lo terminé acá, en Uruguay. El exilio nunca es un acto voluntario. Nunca. El exilio político en cierta forma está limitado a una minoría militante. Pero el exilio económico, que hoy castiga a millones de personas que deambulan por el mundo golpeando puertas, buscando casas, queriendo tierra, trabajo, no es un exilio voluntario. Se van empujados. Cuando el exilio ocurría al revés, o sea, cuando era el Norte del mundo el que derramaba población sobre el Sur, era la civilización que avanzaba sobre la barbarie sembrando a su paso cultura y felicidad. Pero cuando se da a la inversa y es el Sur el que invade el Norte con todas estas legiones de desesperados, resulta que es la barbarie al asalto de la civilización. Entonces surgen estos brotes racistas horrendos.
Ahora que somos nosotros los que necesitamos ir, hay muros, hay visas...
Los muros son símbolos de nuestro tiempo. El símbolo de este mundo en crisis. Jodido. Organizado contra la mayoría de la gente y contra sí mismo, porque estamos arruinando el planeta, la casa donde vivimos. Es un mundo cuyo símbolo perfecto es el muro. En primer lugar, los muros que en las ciudades están separando a los que tienen de los que necesitan. Al otro lado de los muros está la realidad de los demás.
Estamos los de afuera...
Los de afuera. Hay una minoría parapetada detrás de los muros para la cual la realidad es una amenaza. Pero esa realidad es la que sus propios privilegios generan. Ellos crean una sociedad injusta, y después se refugian en estas islas de felicidad artificial. Yo me crié escuchando sobre el muro de la infamia, de la vergüenza, que era el Muro de Berlín. Que ahora, visto a la distancia, queda ridículamente corto y bajo si se compara con otros muros de los que rara vez se habla. Por ejemplo el muro que Marruecos construyó que es infinitamente más largo que el de Berlín, dicen que casi tan largo como la Muralla China. Marruecos lo construyó para perpetuar su ocupación de las tierras saharauis. Tampoco se habla tanto del muro de Cisjordania, que Israel está construyendo para perpetuar su ocupación de las tierras palestinas. Tijuana: empezó siendo un murito pero ahora ya está siendo y creciendo hasta convertirse en el que probablemente será el muro más alto y más largo de la historia, y que los Estados Unidos construyen para impedir el paso de las personas en la frontera con México.
Y están las alambradas de Melilla y Ceuta...
Sí, los muros españoles para evitar la inmigración, que están sumándose a la lista de muros del mundo de hoy, que celebra el paso del dinero y de las mercancías, pero impide el de las personas.
¿Hacia dónde cree que va Latinoamérica? ¿Cómo evalúa este momento?
Lo que me parece más importante es una energía de cambio que está expresándose desde abajo hacia arriba. Ayer, por ejemplo, recibí una carta muy linda desde Ecuador, de la gente que está trabajando en el nuevo proyecto de Constitución. Y están terminando de redondear la idea de incluir por primera vez en la historia los derechos de la Naturaleza. Cosa que hasta ahora a nadie se le había ocurrido.
¿Qué es la muerte para Ud. ?
Depende de la hora del día. A veces me angustia. A veces le tengo miedo. A veces me resulta indiferente, y otras veces, las más frecuentes, creo que la muerte y el nacimiento son hermanos. Que la muerte ocurre para que el nacimiento sea posible. Y que hay nacimientos para confirmar que la muerte nunca mata del todo.
¿Le temió a la muerte en el momento de su enfermedad?
No. Ya habíamos tenido otros encuentros. Estamos acostumbrados, somos íntimos.
Fuente: Revista Ñ
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