La educación de las masases, entonces, fundamental para nosotros. Educación, que desnudada de su ropaje alienado y alienante, sea energía de cambio y liberación. La opción, por ello, era también, por una parte, entre una "educación" para la "domesticación", para la alienación y por otra parte una educación para la libertad. "Educación" para el hombre-objeto o educación para el hombre-sujeto.
El hombre en el mundo y con el mundo. Naturaleza y cultura.
Mediante el debate de esta situación, en el que se discute al hombre como un ser de relaciones, se llega a la distinción entre los dos mundos: el de la naturaleza y el de la cultura. Se percibe la posición normal del hombre como un ser en el mundo y con el mundo.
Como un ser creador y recreador que, mediante el trabajo, va alterando la realidad. Con preguntas simples, tales como: ¿quién hizo el pozo?, ¿por qué lo hizo?, ¿cuándo?, que se repiten en relación con los demás “elementos” de la situación, emergen dos conceptos básicos: el de necesidad y de trabajo y la cultura se explica, en un primer nivel, como subsistencia. El hombre hizo el pozo porque tuvo necesidad de agua. Y lo hizo en la medida en que, relacionándose con el mundo lo hizo objeto de su conocimiento, sometiéndolo, por el trabajo, a un proceso de transformación. Así, hizo la casa, su ropa, sus instrumentos de trabajo. A partir de aquí, se discute con el grupo, en términos simples, pero críticamente objetivos, las relaciones entre los hombres, que no pueden ser de dominación ni de transformación, como los anteriores, sino de sujeto a sujeto, de sujetos entre sí.
CANTO PARA LOS FONEMAS DE
Pido permiso para algunas cosas.
Primeramente para enarbolar
este canto de amor públicamente.
Sucede que mi amor solo se cumple
cuando reparto el ramo azul de estrellas
que en mi pecho florece desde niño.
Pido permiso para deletrear
con las letras del sol pernambucano
la palabra la-dri-llo por ejemplo
y poder ver que dentro de ella viven
paredes, maravillas y ventanas
y descubrir que todos los fonemas
son mágicas señales que se entreabren
constelación de soles generando
en círculos de amor que de repente
se abren en flor en el suelo de la casa.
A veces ni hay casa: apenas suelo,
y sobre el suelo ahora reina un hombre
diferente, que acaba de nacer.
Porque uniendo pedazos de palabras
de a poco uniendo va greda y rocío,
tristeza y pan, castigo y ruiseñor,
y acaba por unir la misma vida
en su pecho partida y repartida
cuando por fin descubre iluminado
que el mundo es también suyo, y su trabajo
no es la pena que paga por ser hombre
sino un modo de amar – y de ayudar
al mundo a ser mejor. Pido permiso
para avisar que, como Jesús quiso,
este hombre renacido es hombre nuevo:
atraviesa los campos repartiendo
la buena-nueva y llama a compañeros
a luchar frente a frente en campo limpio,
contra el tigre de cuatrocientos años
pero cuya hiel espesa no resiste
cuarenta horas de total ternura.
Pido permiso para terminar
deletreando el canto de rebeldía
que crece en los fonemas de alegría.
Canto de amor general que vi nacer
en los ojos del hombre que aprendió a leer.
Santiago de Chile
Primavera de 1965
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