PABLO DE ROKHA: LA TERNURA Y LA FURIA
Por Neda Brkic
"Yo no me sujeto a reglas, y por eso no tengo estilo". Pablo Picasso
Las páginas centrales de una revista chilena ya extinta, muestran unas fotografías en gris y negro que revela una historia sombría: el éxodo de desplazados – refugiados llegando desde otras fronteras. Son desposeídos y arrojados de sus hogares por los habitantes de esos pueblos. Pocos llevan más que sus trajes raídos; muchos están enfermos y hambrientos. Algunos ya murieron en los vagones del tren que los trajo a la estación de Anhalter, Berlín. Vienen de Polonia, Checoslovaquia, Hungría…. vagan de un lado a otro o se ocultan en las ruinas de la ciudad. La mayoría no tiene otra perspectiva que morir de hambre en el invierno europeo…son alemanes de Europa Central que a su regreso son rechazados por sus compatriotas. Es 1945.
Se expande un escenario de incertidumbres mientras se avivan las pugnas entre los sobrevivientes –culpas, responsabilidades, razones, fracasos- que motiva, una vez más, un repensarse y cuestionarse en un lenguaje de efervescencias que ya se había presentado durante el interludio de pax precaria entreguerras. Ciudadanos y ciudadanas, artistas plásticos, escritores, músicos, políticos reaccionan frente a la desolación, que requiere urgentemente un reordenamiento humano; un acogimiento al clamor de una voz que pide respuestas porque “la tierra entera es huella de vagabundaje”
En Chile, gracias a su lejanía, el oprobio se sintió menos; tal vez pudo notarse el efecto en el comercio local y en las importaciones o en el distanciamiento entre un arribo y otro de naves europeas a Valparaíso. Las voces de vencedores y vencidos no alteraban mayormente el sueño de nuestro país y aquella gran devastación era debida y escuetamente referida en las pautas de noticias internacionales, así como el detalle de invitados a un estreno en sociedad o matrimonio santiaguino y, desde luego, reflexiones de Alone sobre, por ejemplo, Paul Valery o Victoria Ocampo.
Sin embargo, aquí también hubo quiénes acusaron la dimensión monstruosa de esa guerra terminada por segunda vez; el relato monocorde del extermino sistemático y tecnificado en Mathausen, Bergen-Belsen, o Treblinka….. Hubo muchos chilenos, algunos de ellos agrupados en la denominada Alianza de Intelectuales, creada por Pablo Neruda, cuyo propósito era también acoger a los desterrados de España franquista. Hombres y mujeres chilenos, pensaron, trabajaron, repensaron desde su taller, mesa o lienzo, cómo, para nombrar algunos, Pedro Lobos, Stella Díaz Varín, Camilo Mori, Juvencio Valle, José Miguel Varas….y también Pablo de Rokha.
El poeta ya venía expresando la angustia del mundo desde su juventud, en el fértil período de la entreguerra, en su trinchera, cavada con su fuego personal y desesperado, “hallando el olor y sabor del dolor del mundo” , enfrentando la sinrazón de un orden donde impera el progreso y el cientifismo. Su lenguaje da cuenta de los tiempos que, de alguna manera, se reflejan también en Chile. Es, además, una voz que se adelanta a su época en 30 o más años; luchando para lograr derramarse en el entramado espiritual de su patria. Durante mucho tiempo fue poco comprendido y aceptado aún menos.
El hombre que se auto proclama “capitán de conciencias” o “patriarca cósmico” es un ser que con su vida “va arañando el dolor del Hombre y las entrañas de Dios con las uñas”. Por cierto, un Dios que no es tal, porque le “envenenó la alegría de la existencia” y cuya desidia parece burlarse de las desgracias del ser humano; él incluido.
Aquellas fotografías negro-grises de seres famélicos y enfermos que emprenden un retorno a su tierra, autorizados para refugiarse en ella sólo durante 24 horas, son el espejo no tan sólo del paso de una generación y la tragedia de un continente durante un período de la historia, sino también la entronización de un ser y estar en el mundo: fisurados y lacerados. Ello conmueve entrañablemente al poeta, reconociendo, tal vez, su propia desesperación y la desdicha del Hombre contemporáneo. He ahí, entonces, sus textos caóticos y fragmentados, desbordantes y repetitivos… atacados y alabados:
“…mis pantalones continúan la raya quebrada del siglo;
semejante a una inmensa oficina de notario,
poblada de aburrimiento,
la tinaja ciega de la voluntad llena de moscas.
“Un muerto errante llora debajo de mis canciones
deshabitadas.”
…”escucho la muerte roncando por debajo del
mundo
a la manera de las culebras, a la manera de las
escopetas apuntándonos a la cabeza, a la
manera
de Dios que no existió nunca.”
Fuente: La Maga
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