CHILENOS, ¿grandes, olímpicos?
Por Juan Jorge Faundes
“…Y en la calle codo a codo/somos mucho más que dos…” (Mario Benedetti)
“Para reproducirla sociedad es necesario que los hombres particulares se reproduzcan a sí mismos como hombres particulares. La vida cotidiana es el conjunto de actividades que caracterizan la reproducción de los hombres particulares, los cuales, a su vez, crean la posibilidad de la reproducción social”. (Agnes Heller, Sociología de la vida cotidiana)
“La historia es nuestra, y la hacen los pueblos”. (Salvador Allende)
Televisión Nacional de Chile nos invita a votar por uno entre diez personajes para escoger al chileno o chilena “que más haya contribuido a la construcción del país que somos”. Los candidatos son: Alberto Hurtado, Arturo Prat, Gabriela Mistral, José Miguel Carrera, Lautaro, Manuel Rodríguez, Pablo Neruda, Salvador Allende, Víctor Jara y Violeta Parra. Resultaron de un previo conjunto de sesenta, escogidos por una comisión de 18 ilustres que se prestó al juego de farandulizar la historia: Jorge Larraín (sociólogo), Sofía Correa, Cristián Gazmuri, Iván Jaksic, Rafael Sagrado, Lucía Santa Cruz y Manuel Vicuña (historiadores) y once premios nacionales: José Miguel Varas (Literatura), Juan Pablo Cárdenas (Periodismo), Gabriel Salazar (Historia), Cirilo Vila (Artes Musicales), Gonzalo Díaz (Artes Plásticas), Rafael Benguria (Ciencias Exactas), Gabriel Castillo (Educación), Ricardo French-Davis (Humanidades y Ciencias Sociales), Fernando González (Artes de
En su último discurso –pronunciado en “un trance histórico”, una coyuntura, un nudo donde la historia de Chile, de ese país que somos, da un violento giro-, Allende nos deja muy claro quiénes son los sujetos (los protagonistas y antagonistas) de ese momento y el rol que están cumpliendo:
“Trabajadores de mi patria:…En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las fuerzas armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.
(…)
Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clase para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.
Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente: en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo los oleoductos y los gasoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos…”.
No he votado ni votaré. Porque todos ellos (todos los mencionados por Allende, y por supuesto Allende mismo) desde diversas perspectivas, desde trincheras antagónicas o desde la vereda del frente, y en distintos momentos, han contribuido a ser el país que somos. Chile es una construcción colectiva. Chile somos muchos, los que fueron, los que somos y los que seremos. No hay, no hubo, ni habrá un único gran personaje.
Camilo José Cela dijo que hay dos clases de hombres: quienes hacen la historia y quienes la padecen. Pero eso es hasta por ahí no más. Es cierto, hay quienes influyen más que otros. Hay quienes influyen de tal modo que logran que la historia cambie drásticamente de rumbo. Pero solos no lo pueden hacer. Hay niveles de responsabilidad, grados de influencia. Y finalmente es la acción de cada individuo, sumada o sinergizada con las acciones de otros, la que logra el cambio. Hasta quienes la padecen en su padecer la están construyendo, que es el papel reservado a los explotados, a los perseguidos. Todos y cada uno son igualmente necesarios.
La historia no es una olimpiada, aunque haría falta que muchos dejáramos la inercia del menor esfuerzo, de la entropía social, y nos pusiéramos en campaña de alto rendimiento histórico. Chile necesita que quienes creemos en la solidaridad, en la democracia participativa, en la utopía (¿por qué no?), nos esforcemos por ganar las medallas de oro de la organización, movilización y justicia social.
Fuente: Punto Final
Imagen: Mural BRP
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