Información + evaluación = conocimiento
Por Mario Bunge
La sociedad contemporánea ha sido llamada “la sociedad de la información”. Si con esto se quiere decir que la información es el motor de nuestra sociedad, se afirma una verdad a medias, porque los motores de toda sociedad, ya sea moderna o tradicional, son el trabajo, la cooperación, la competencia, y la coerción. Los flujos de información forman parte de las relaciones sociales que mantienen y transforman a las sociedades.
Lo que ocurre es que, a medida que una sociedad se moderniza, el trabajo, la cooperación, la competencia y la coerción se planean y ejecutan en medida creciente con ayuda de conocimientos y prácticas creados por la ciencia y por la técnica. Nótese que acabo de decir ‘conocimiento’, no ‘información’, porque la información puede comunicar superstición o mentira, promesa o amenaza, y virtud o pecado, tanto como conocimiento.
En otras palabras, lo que caracteriza al trabajo calificado, la cooperación, la competencia y la coerción organizada en las sociedades modernas es el conocimiento especializado, es decir, el que va más allá del conocimiento ordinario. Es claro que este conocimiento, como cualquier otro, se transmite por vía de la información. Pero la información en sí misma no es conocimiento.
Hablemos, pues, de sociedad del conocimiento en lugar de sociedad de la información. Y aun así, aunque apreciemos el conocimiento tanto como la bondad, no exageremos su importancia: recordemos que la enorme mayoría de la gente, incluso la gente más poderosa del globo, vive en ignorancia casi total de los mecanismos naturales y sociales.
Para transformarse en conocimiento, la información debe ser evaluada como verdadera o falsa, pertinente o irrelevante, práctica o impráctica, interesante o tediosa. Por ejemplo, un rumor acerca de un hecho presunto no es sino un indicio de que algo puede haber ocurrido. Para saber algo sobre el presunto hecho habrá que buscar datos fidedignos que confirmen o desmientan el rumor, y habrá que evaluarlos a la luz del conocimiento disponible.
Otro ejemplo: la información contenida en un texto científico no es conocimiento; se transforma en conocimiento a medida que el texto se lee o escucha y se comprende. El motivo es que no hay conocimiento sin sujeto cognoscente. En cambio, la información, que es señal “viva” que se propaga, o símbolo “congelado” en un impreso, puede circular en un sistema informático, o puede almacenarse en un libro o en un disco, sin que nadie la capte ni procese. Todo conocimiento lo es de algo y por alguien: no hay conocimiento de la nada ni conocimiento en sí mismo, salvo como abstracción filosófica, porque conocer es un proceso cerebral.
Otra diferencia entre información y conocimiento es que la primera puede ser pública o privada, mientras que el conocimiento es personal. En efecto, las informaciones de ciertos tipos circulan libre y gratuitamente, p. ej.. por Internet. Otras, en cambio, son atesoradas por el Estado o por empresas privadas. Por ejemplo, la información que se divulga sobre la bolsa de valores es pública, en tanto que el conocimiento de las entretelas de las empresas privadas es privado. Otro tanto ocurre con el conocimiento técnico, que es patentable, y con el que manejan las fuerzas de seguridad, que es secreto.
Las fuentes de información, tales como los periódicos, las estaciones de televisión y las editoriales, son bienes y pueden ser públicas o privadas. Quienes poseen o controlan dichas fuentes disponen de un poder que los ubica por encima del común de las gentes. Y todo lo que pueda ser de propiedad privada contribuye a la desigualdad. Por ejemplo, sólo el 7% de la población mundial tiene acceso a Internet. Con ello, los miembros de esa minoría obtienen conocimientos que les dan ventajas sobre el 93% restante de la humanidad.
Es verdad que el porcentaje de los “enchufados” está aumentando de un año al otro. Pero es seguro que la curva llegará pronto a un plateau, porque la enorme mayoría de los seres humanos seguirán sin disponer del conocimiento y del dinero que se necesitan para manejar Internet. Esto sugiere que no es verdad que la informatización esté democratizando la sociedad. Ya regresaremos a este tema.
VIDEOCONFERENCIA: XV Congreso Bienal OUI
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