lunes, agosto 11, 2008



TV DIGITAL

Por Lidia Baltra


Crece la impaciencia pública porque el gobierno sigue dilatando -¿por quinto? ¿sexto año consecutivo?- la decisión sobre cuál será la norma que regirá nuestra televisión digital. ¿Por qué el alboroto? ¿En qué le cambiará la vida la TVDT (Televisión Digital Terrestre) al telespectador común?

Cuando en 1962 apareció la primera radio en FM -El Conquistador- casi no nos dimos cuenta del cambio. Sólo ahora, cuando comparamos las transmisiones FM con AM que aún subsisten, recién nos percatamos de la diferencia cualitativa (además de un sonido más claro, las AM no se escuchan en el subterráneo de un edificio, por ejemplo, en cambio sí las FM).

Los técnicos afirman que la TVDT permitirá una imagen y un sonido mejor por la misma vía inalámbrica actual gratuita. Pero seguramente no notaremos el cambio cualitativo en un comienzo. Por lo menos en nuestro caso, donde el espectro radioeléctrico de país en desarrollo nos facilita ver imágenes limpias y nítidas.

Entonces, si apenas vamos a advertir la mejor definición en nuestras pantallas caseras ¿para qué tanto barullo con la televisión digital?

Ciertamente, porque el progreso tecnológico no se detiene y no podemos quedarnos abajo: se nos viene el “apagón analógico” (el sistema de TV actual). En España y en Estados Unidos, ya comenzó parcial y progresivamente. En diez años o poco más, toda la televisión en el mundo será digital.

Lo más importante es que la TVDT permitirá ampliar la gama de canales abiertos gratuitos de entre 30 a más de 100, de donde seleccionar lo que queremos ver. A veces, tanta oferta apabulla. Pero si hoy nos quejamos de que todos los canales son una misma cosa, que todos transmiten las mismas noticias -policiales, deportes- y a la misma hora, y que ninguno de los cinco existentes ofrece una mirada distinta de la realidad que nos permita formarnos una opinión informada de cómo está nuestro país y el mundo, entonces, bienvenida la TV digital.

El problema reside en su costo y éste depende en cierta medida del sistema que rija en Chile.

Aunque cada vez se parecen más en cuanto a atributos, no es lo mismo elegir la norma estadounidense, la europea o la japonesa. De ello depende el costo para los operadores, y para el telespectador. Un sistema favorece a aquello, otro a éstos.

En segundo lugar -pero importantísimo- es si habrá más o menos posibilidad de que entren nuevos operadores dispuestos a disputar nuestra preferencia. Hace un año, había más diferencias entre una y otra norma. Pero algunas se han perfeccionado y ya casi todas compiten con las mismas características. Altos representantes de las que se veían más rezagadas, han venido especialmente al país a abogar por sus méritos.

Pero mientras esperamos esta atractiva posible diversidad de canales gratuitos, hay grupos ciudadanos que hoy mismo están entregando mensajes televisivos diferentes: manifestaciones en la calle, huelgas o represión policial sin cortes; la falta de luz en una calle poblacional; los problemas con el profesor de la escuela básica municipal... Primero lo hicieron las radios comunitarias. Y desde hace 10 años, la televisión comunitaria o televisión barrial.

Televisión barrial.

Existen Canal 3 La Victoria, en la población santiaguina del mismo nombre; Playa Ancha TV, en la comuna porteña de Valparaíso; Canal 6 de estudiantes de la Universidad de Chile, y así, hay por lo menos nueve de estas estaciones funcionando en el país en este momento.

Están agrupados en la Red de Televisiones Populares, RTP.

Para sintonizarlas, hay que pertenecer al barrio o la comuna, porque su alcance es limitado debido a que utilizan la frecuencia UHF de transmisión (y no la VHF que es la que usan los canales grandes, de televisión abierta). Transmiten, en promedio, unas dos horas diarias, desde las 19 o 20 horas, que es cuando la gente de trabajo vuelve al hogar.

A fines de julio, la Señal 3 de La Victoria organizó un festival de cortometrajes realizados por gente de a pie, que es la que produce sus mensajes, y llegaron 60 videos o DVD tanto nacionales como internacionales. Los organizadores estaban muy contentos porque ahora tienen mucho material interesante para transmitir y compartir con sus congéneres.

Porque su problema es cómo financiarse para producir y transmitir. Tienen gastos mínimos, pero que importan unos 200 o 300 mil pesos mensuales, entre arriendo de casa, mantención de equipo (tienen un pequeño transmisor), servicios básicos y algún dinero para moverse. Los de La Victoria -que carecen de toda ayuda estatal o de la solidaridad internacional- van los domingos en la mañana a pasar el platillo a la feria libre y los feriantes y clientes les pasan con gusto sus monedas para tener su televisión local.

¿A ellos tal vez les interesará la pronta definición de TVDT, puesto que habrá más canales disponibles? No, nos dicen, canal ya tienen; lo que sí les importa es la nueva legislación que venga acompañando al sistema, que ojalá los tome en cuenta. Porque hasta ahora, para las leyes ellos no existen. Están ocupando una frecuencia que nadie reclama y por tanto, no perjudican a nadie, pero tampoco nadie les tiende una mano.

Los más interesados en apurar la definición de la norma son los actuales operadores de los grandes canales de televisión, que deberán hacer importantes inversiones para renovar los equipos que les permitan transmitir TVDT. Y el gobierno se ha demorado en definirla porque está haciendo pruebas con los tres sistemas y buscando la mejor calidad y el menor costo social por un lado, y preparando la legislación que regulará la actividad televisiva en el país.

En este mundo globalizado, ya existe la preocupación por la afluencia de las voces locales. Entonces, bien podrían también favorecer esta televisión alternativa que desde los barrios y poblaciones necesitan apoyo para perfeccionar la voz ciudadana.

Fuente: Anchi


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