Por Pamela Jiles
Los rostros de televisión se sacan las máscaras y comienzan a participar de frentón en política. Queda en evidencia que la cajita feliz sigue siendo el paraíso de los fachos, con el agravante de que quienes nos cuentan “la verdad de Chile” son en muchos casos los que le enmendaron la plana a la dictadura, mientras aquellos periodistas que batallaron por la libertad de expresión durante el régimen militar están muertos o son aislados del acceso a las grandes audiencias, o se les relega a espacios menores y muy desprestigiados.
Personajes como Patricia Espejo, invitada honorífica de Pinochet a Chacarillas y fiel funcionaria televisiva en los años de las “Sesenta Mentiras”, tiene programa propio y seguramente se jubilará en el canal público.
En una cara de rajismo sin parangón, debemos tragarnos a Santiago Pavlovic relatando los horrores de la dictadura. Al referirse al Caso Conferencia exhibe sobreactuado pesar por las atrocidades cometidas en mayo de 1976 contra la dirigencia del Partido Comunista en la clandestinidad. Pavlovic acaba de descubrir, con treinta años de retraso, que durante el régimen que él sirvió con entusiasmo, se quemó vivas, electrocutó y asesinó a personas indefensas en recintos secretos de detención. Pavlovic aparece ahora como defensor de los torturados -contando para ello con el aparataje del canal de todos- pero pasa por alto que esos apremios ocurrían mientras él era nombrado director del departamento de prensa de TVN, cuando todavía no se apagaban las brasas del bombardeo a
Otros dos contemporáneos de Pavlovic y Espejo, de la misma ralea, fueron sancionados por el Colegio de Periodistas: Claudio Sánchez Venegas y Julio López Blanco, por su participación en un montaje de
El Tribunal de Ética sancionó además a los ex profesionales de TVN, Roberto Araya Silva, Vicente Pérez Zurita y Manfredo Mayol Durán. Pérez era jefe de prensa y Mayol, gerente general de TVN, ambos con atribuciones sobre toda la programación.
El resultado de este caso ante los tribunales y la siguiente sanción gremial ni siquiera han sido consignadas por los noticieros de TVN, no es noticia, mientras Sánchez y López Blanco disfrutan de puestos vitalicios en los noticieros de Mega.
Estos “comunicadores” del más bajo pelaje moral siguen hoy felices y contentos en pantalla con el auspicio de ejecutivos desmemoriados y arratonados. Sobre esta vergüenza para el periodismo y el país no hemos escuchado una sola palabra del candidato Piñera –al que el pueblo llama “Tacones Lejanos” –ni de ninguna de las autoridades de gobierno concentradas en satanizar a una niñita llamada María Música Sepúlveda. Ella sí que es peligrosa. Ella sí que es un mal ejemplo. Ella sí que pone en serio trance la estabilidad del país.
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