TV DIGITAL: el enemigo en casa
por Paul Walder
“Los grandes canales no desean perder este control, que no es sólo comercial, sino también político e ideológico. Piñera no se compró un canal que estaba con pérdidas. Lo que espera es poder político, finalmente. Control de la información, control del imaginario popular”.
Chile tiene en estos momentos una oportunidad que no se repite con frecuencia: debatir públicamente las políticas y normas sobre sus medios de comunicación, polémica que podría articularse al interior del debate parlamentario del proyecto de ley de televisión digital (TVD).
Una controversia que se ha sumergido y estirado, porque los anuncios sobre la definición de la norma técnica que regirá la TVD comenzaron a levantarse hacia el 2007 y sólo en noviembre pasado el gobierno envió al Congreso el proyecto de ley. Aún así, la norma, que establece el marco tecnológico de la futura TV digital, cuya definición se hace por simple decreto, es todavía una incógnita.
Un asunto de gran importancia en la nueva legislación tiene que ver con las concesiones televisivas. Hoy en día los canales son entidades integradas, es decir, tienen el derecho de transmitir una señal de televisión y el uso del ancho de banda sólo para ese propósito. Con la TVD eso cambiará. Podrán usar el ancho de banda para otro tipo de servicios. Como dice el proyecto, la TVD permite destinar el ancho de banda asignado en uso a las concesiones para la transmisión no sólo una señal televisiva sino que múltiples señales distintas; y también a la prestación adicional de otro tipo de servicios como televisión digital móvil, servicios de datos y otros, lo que otorgará flexibilidad en los modelos de negocios asociados a la transmisión televisiva, algo que en actualidad el marco regulador no permite. Los futuros concesionarios de una señal digital podrían optar por no emitir señales propias, sino que arrendarlas a terceros. Esta facultad, sumada a los otros posibles servicios de alta tecnología, de por sí modificarán no sólo la estructura del sistema televisivo, sino también su concepción como negocio. Numerosas posibilidades comerciales surgirán del cambio, así como el ingreso de nuevos operadores, modificación que no tiene demasiado entusiasmados a los actuales concesionarios bien consolidados en el negocio. Se trata de un sector con ingresos publicitarios por casi dos millones de dólares anuales. Un sector controlado por las grandes cadenas que hace hoy en día, bajo la actual norma, el ingreso de nuevos operadores. Sólo una nueva legislación permitirá abrir, en todos los sentidos, el sistema de televisión.
Pero los grandes canales que se reparten la torta publicitaria no desean perder este control, que no es sólo comercial, sino también político e ideológico. Así comenta el documentalista Francisco Gedda, editor del libro El reto de la TV digital (Editorial Universitaria, en colaboración con ICEI): “Piñera no se compró un canal que estaba con pérdidas, o Ricardo Claro tampoco perdió plata durante mucho tiempo con Megavisión. Lo que se espera es un alto dividendo de su negocio, que es el poder político, finalmente. Control de la información, control del imaginario popular. Esa industria que concentra poder político y poder económico se resiste con todo a la apertura del espectro. Por lo tanto, ha habido un boicot real desde los poderes expresados transparentemente, como desde los poderes fácticos –que funcionan a escondidas-, para retrasar la definición de la norma, o de cualquier cosa que tenga que ver con la TV digital”.
Fuente: Punto Final
Viñeta: Ares
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