martes, enero 27, 2009




Ser periodista es tomar partido


por Pedro Santander Molina



Como era de esperar todos los noticieros de la TV chilena informaron acerca de la detención del ex comandante en jefe de la FACH, Ramón Vega y otros 4 altos oficiales, acusados de recibir comisiones millonarias en el marco de una compra de aviones para el Estado chileno. Pero un informativo - 24 Horas de TVN - informó de una manera especial.

Fue el único que logró declaraciones en exclusiva del general (R) poco antes de ser detenido. Una periodista del canal -Gabriela Ramírez - lo ubicó y logró hablar con él en el hall de algún edificio santiaguino, a la salida de un ascensor. Este acierto periodístico, que seguramente fue celebrado por los editores, pasa a un total segundo plano, de hecho, se vuelve insignificante y pura forma, si analizamos el tratamiento de esta noticia en términos más generales.

Resulta que al finalizar la entrevista el general (R) se da vuelta para irse y la periodista (quien ya se había despedido de un beso del general) le grita ¡suerte! . Pero las sorpresas no terminan ahí. La noticia continúa con la lectura en off del periodista Claudio Fariña y éste nos informa que también hay otros oficiales de la Fach involucrados en el caso, según explica, a uno de ellos se le imputan 60 mil dólares y en el caso de otro aparecen consignados 60 mil dólares .

Hasta puedo comprender el beso de despedida, como una muestra inconciente de cierta euforia por parte de Gabriela Ramírez por haber conseguido una entrevista exclusiva que fue citada incluso por El Mercurio. Porque claramente no se trató de una técnica femenina para hacer hablar a un hombre, para ablandarlo. El recurso del besito podría justificarse al inicio del diálogo, en el momento crítico en que la fuente decide si le habla a las cámaras o no, pero el beso vino cuando el general ya había hablado. Y lo que vino después el deseo de -¡"suerte!" - sólo puede ser calificado como la expresión sincera y espontánea de complicidad ideológica entre ambos. ¿Por qué si no una periodista debería desearle suerte a una persona acusada de cometer crímenes de la magnitud de los que en este caso se señala?

Pasemos al texto leído en off, ¿qué significa exactamente que a alguien se le imputan 60 mil dólares y que a otro se le consigna tal cantidad? Se trata de construcciones oracionales extrañas. En ambos casos se emplea una forma impersonal en la oración, no sabemos quién imputa, ni quien consigna (se excluye el sujeto responsable de la acción), semánticamente además resulta difícil relacionar que a alguien se le imputen o consignen 60 mil dólares con el hecho de que se les acusa de robar esa plata al fisco.

Lo interesante en ambos casos es que siempre hay opción. Gabriela Ramírez podría no haberle dado el besito de despedida al general y no haberle deseado suerte; Claudio Fariña podría haber optado por usar sujetos oracionales en vez de formas impersonales y oraciones mas claras en términos semánticos (por ejemplo: La Justicia le imputa haber obtenido comisiones ilegales por 60 mil dólares ; o El magistrado Astudillo le atribuye haber obtenido comisiones ).

Por lo mismo, el ejercicio periodístico e informativo implica siempre toma de decisiones de ese tipo y es pues siempre una toma de partido, una toma de posición frente al modo en que como profesional me voy a aproximar a los hechos y como luego voy a dar cuenta de esos sucesos que me toca reportear.

Puedo hablar del general y sus cómplices como lo hizo El Mercurio- o puedo optar por hablar del general y otros cuatro altos oficiales como lo hizo TVN; puedo hablar de la resistencia palestina como lo hizo La Nación Domingo- o de los radicales de Hamas, como siempre lo hizo un periodista de apellido árabe en 24 Horas.

Se trata de opciones, se trata de tomar partido, se trata de periodismo.

Y claro, hay varias maneras de hacerlo, una es la inconciente que es la más ideológica: opto por formas de interpretar y de consignar hechos de manera automática, reproduzco las visiones hegemónicas y, por supuesto, no creo en los análisis como este, pero aun así, he tomado partido, sin saberlo ni creerlo. Otra es la manera hipócrita: defiendo la objetividad y la confundo con neutralidad, tomo partido, convencido de que me libré de ese desafío. Finalmente, podemos creer que la actividad periodística es una actividad política, que los medios participan de la lucha ideológica y que sus discursos tienen cierta influencia social, entonces, tomo partido con gusto y convicción.


Nota: Pedro Santander Molina es Director Magíster en Comunicación, Pontificia UCV.


Fuente: Punto Final

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