Cultura HP
por Juan Jorge Faundes
"Mi canto particular (que te interprete, pingüino),
producto de la recesión y de otras restricciones...".
Enrique Lihn, El Paseo Ahumada, 1983.
La Ñ me hace un guiño amarillento y coqueto, un coqueteo de meses, desde un asoleado y aburrido quisco de Ahumada (muy cerca de donde en dictadura se plantó Enrique Lihn) y entre el sudor que me gotea por la frente y me empapa la misa (y el redoblar de El Pingüino, ya viejo, que todavía croa por allí, ¿o es un fantasma?) le pregunto al quiosquero, cuánto vale esa revista argentina Ñ, y me dice: "Esa no es revista; no me le venga a subir el pelo. Ese es un diario no más", y desde su podio tapizado de periódicos, juegos de azar, tarjetas de celulares y golosinas (y direcciones clandestinas de casas de masaje) ríe con una dentadura estilo Pepe Cortisona: "Ja-ja, son quinientos". Sí (sostengo, circunspecto, mientras le tiendo la moneda con el cardenal Raúl Silva Henríquez) es la revista cultural del diario Clarín de Buenos Aires; ahora que La Tercera suprimió Cultura ya no nos queda qué leer; hay que comprar Ñ (suspiro) aunque venga con cinco meses de atraso. El hombrón sale de su cubículo; es bajo, grueso, viste camiseta y shorts, desprende ese único ejemplar (del 2 de agosto de 2008), me mira en contrapicado (con esos mismos ojos medio desorbitados de Enrique Lihn) y me da el pésame remedando la voz de pito supuestamente astuta del ex dictador: "Quélevamoh a hacele, poh, ja-ja... Nos quedamos sin cultura, ja-ja...". Heredia, que bebe a sorbos un café en el Haití próximo (está siguiendo a un ex Dina que se va a reunir con políticos de derecha para darles datos falsos sobre supuestos "aparecidos"), alcanza a escuchar y me hace un gesto de "ayudándote a sentir, compañero".
Sí estoy absolutamente de acuerdo, Cultura no era Ñ, no era el Magazine Dominical de El Espectador, que fue dirigido por el poeta colombiano Juan Manuel Roca y que se encuentra en los mercados de las pulgas de Bogotá y en mi bodega, hábitat de arañas del rincón y de las otras; no era la revista Casa de las Américas ni la semestral Revista de Crítica Cultural de Nelly Richards, ni tampoco la desaparecida Rocinante. En fin; no era. No era Pluma y Pincel (de la que en los 90 fui director durante un año, antes lo había sido Guido Eytel, y después Fernando Quilodrán... hoy lo es Pancho Herreros, revista que sobrevive estilo cometa). No era Araucaria (¡Qué nostalgias! Gracias, Carlos Orellana)...
Pero todos los sábados, a las 08:20 AM podía comprar Cultura en la estación de Ferrocarriles del Estado al abordar el tren a Parral e írmela leyendo, subrayando, increpando, criticando, o, simplemente, modorrando, rumbo a mis clases en la Universidad Bolivariana de la ciudad donde nació Neruda. Y, si por alguna razón me quedaba en Santiago, podía cruzar al minimarket de la Shell y tener el mismo rito, pero con vista a los cerros San Cristobal, El Plomo y a todas las cumbres andinas que se asoman por sobre el smog. Pero en fin, el asunto es que Cultura murió hace algunas semanas y ahora (explicó el diario), la cultura se "fortalecerá sustancialmente" porque será diaria en las páginas habituales del periódico. La verdad es que no fue negocio y punto: no podemos pedir responsabilidad social cultural a la prensa mercantil. De algún modo había llenado los espacios dejados por la revista Literatura y Libros de La Época (muerta junto con ese diario) y Revista de Libros de El Mercurio (succionada o abducida por Artes y Letras, donde todavía patalea)... Semanal, quincenal o mensualmente: ¿Qué resta? Me refiero a revistas impresas, de quisco, porque electrónicas (sólo en Chile) hay 35 revistas literarias y 76 de cultura y arte, según el sitio memoriachilena.cl
Lo más próximo a lo que uno querría es The Clinic. Cuando el otro día lo sugerí en una sobremesa, casi me comieron. ¿Será bueno o malo eso? Lo que sí es bueno es que el número de Ñ que compré en el Paseo Ahumada (el Nº 253) trae como tema de tapa el artículo "De transgresor a clásico", escrito por Alejandra R. Ballester sobre el escritor argentino Osvaldo Lamborghini (1940-1985) y su relato "El fiord" ("..una novela orgiástica y casi pornográfica sobre el peronismo"). Lamborghini y su obra "marginal" son considerados hoy "una pieza central del sistema literario argentino". Pensé en William Burroughs, en Charles Bukowsky, y en mi propia obra oculta (si no lo digo yo ¿quién?). No sólo secreta, panfletaria y marginal, sino ¡inédita! ¿Rechazada por mi editor de cabecera! ¡Empolvada! (en todos los sentidos de la expresión)... Y me hice el propósito de publicarla antes de mis exequias para disfrutar su impacto.
Y, ¿que haya desaparecido Cultura? ¡Mejor! ¡Así no hay ambigüedades ni equívocos! ¡Ojalá se acabe también Artes y Letras! El diario de Agustín asesinó a la cultura cuando guardó silencio o desinformó ante los asesinatos "por necesidad biológica" de Víctor Jara, Máximo Gedda (uno de los 119) y Homero Arce, entre otros.
Fuente: Punto Final
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