El equipaje del destierro
Patricio Manns
Tú me preguntas siempre cómo fue.
Y bien: vamos a suponer que yo salí de Chile,
que fui expulsado a puntapiés, o que hui
rompiendo el cerco como un puma aterrado.
Y bien: supongamos que ya no estoy
allá, que quizás no estoy en
parte alguna.
Pero voy a decir
muy claramente: pues, no he perdido nada. Porque,
cómo podrían quitarme mi volcán
con su volcana, mi río con su ría, mi
árbol con su arboladura, mi piojo con
su pioja, mi libro con
su librea, mi dolor con su dolora,
mi humo con su
humita, mi bote con su bota, mi solfeo
con su solfea, mi palo
con su pala, mi conducto
con su conducta?
Tú siempre me preguntas
cómo
fue.
Y bien: vamos
a suponer que ganaron la batalla
y falta aún –todavía- conocer
el resultado de la guerra.
Vamos
a creer
que no puedo tocar las cosas que tuve
y que amé. Pero voy a afirmar
solemnemente
que no he perdido nada, nunca nada, nada
de nada. Porque
cómo podrían arrebatarme mi caso con
su caza, mi saco con su saqueo, mi colchón
con su colchona, mi grillito
con su grillete, mi Bío-Bío con su Via-Via,
mi araucano con su araucaria, mi Baco
con su Baca, mi tumbo con su tumba, mi consejo
con su conseja, mi suelo con su suela, mi conjuro
con su conjura, mi cervatillo con su
cerbatana, mi gesta con su gesto, mi ceño
con su seña, mis esperadores con
su esperadura?
Yo poseo una máquina y maquino.
Yo poseo una boga y bogo.
Yo poseo una mesa y amaso masa.
El equipaje del destierro es una explicable
mezcolanza de verdad y de humo. Y sin fuego
no hay humo.
Fuente: Revista Araucaria de Chile, N°16 – 1981. Página 125.
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