CUENTOS COMPLETOS
José Miguel Varas
(In Memoriam)
Prólogo
¿Son cuentos? Sí, pero más que los cuentos contados y releídos.
Son historias de un chileno dentro y fuera del país, llevándolo siempre a cuestas, los de un oyente de otros y de sí mismo, transmitiéndonos nuevas antiguas y duraderas, las perpetuidades de una vida larga pero precaria, haciéndola memorable.
La biografía de una chileno social, fragmentada en episodios salientes, discretos, escuetos, irónicos. El monólogo a nombre de una galería de personajes significativos que muchas veces sacan fuerza de carácter a costa de extremar su propia y dramática trivialidad de ánimos.
¿Muy complejos? Sí, por más que se rvelen en el estilo murmurado con sencillez por Varas. Ni abstractos ni alegóricos, sin embargo, del total de estas historias podría deducirse la alegoría moral de la manera de ser chilena.
Es la vida de Varas elevada-o reducida- a arquetipo. La variedad de los fantasmas nacionales viviendo en el país y reproduciéndose en otros lugares del mundo al mismo ritmo que durante todo el tiempo vivido hasta ahora por Varas.
El primer cuento data de 1947.
Todos son el hoy constante de su pasado que se vuelve repentinamente concreto, objetivo. Al autor no le gustaría que le dijeran que son historias de su vida en historietas dramáticas y cómicas a la vez. El protagonista es él mismo, en ocasiones poniéndose a la vista y en otras mirando tácito desde corta distancia.
Este libro es de Memorias.
Incluso el orden temático, entre lo Del Álbum hasta lo Del exilio y De Rusia, sigue una cierta cronología desde la niñez hasta la avanzada madurez.
Se nos presenta la integridad de un hombre real, que representa a una multitud, aunque no lo supiera ni quisiera. Talvez lo sabe, talvez hasta lo quiere.
Su prosa tranquila da lugar a la poesía de las situaciones más excesivas. Como en el último y prolongado relato, Formación de un académico, obra maestra en que culminan muchas otras que también lo son.
Las narraciones, impregnadas de humanidad cariñosa, revelan al mismo tiempo la omnipresencia del Mal que intenta vanamente suprimirla. Su conjunto significa un vade retro a la anti-humanidad. En ese sentido se trata de cuentos morales.
No es de mi incumbencia compararlos con los de antiguos o contemporáneos.
A mi juicio de lector encarnizado, no se parecen a los de nadie. Ni siquiera siguen servilmente los recursos y convenciones del género. Los grandes nombres con que se quisiese parangonarlos, Chéjov, Maupassant, o en Chile, Federico Gana, Manuel Rojas, no bastarían.
Acaso habría que recurrir a algún historiador que se ocupe con gran literatura de lo que Stendhal llamaba petiots faits vrais, pequeños hechos verdaderos, significativos, anécdotas cargadas de sentido y emoción hasta el máximo posible.
No solo son verosímiles, como corresponde a las ficciones, sino sobre todo verídicos.
Se admitirá que no cabe en prólogo resumir tramas de estos cuentos de escrito tan prolífico y prolijo como lo fuera Pirandello.
En cambio elegiré trazar un pequeño retrato incompleto de la persona José Miguel Varas Morel.
De familia de letrados criollos y antiguos en Chile, es un cristiano cultural que pasó por la más rigurosa escuela del siglo veinte, la de Marx y Lenin, para ser ahora nada menos que sí mismo.
Su madurez psicológica es admirable y le permite comprender cualquier conducta aunque es contrario a varias premisas, que no admite por moral, decencia y sentido de la belleza espiritual. Tal belleza la encuentra también en situaciones al parecer estrambóticas pero siempre humanas y en creaturas deformadas por el dolor pero iguales a sí mismas íntegramente, de una pieza, a pesar de lo antiguo y contradictorio a veces de sus vidas. Varas no es nunca equívoco frente a esto último; lo reconoce y pasa. Guarda una sonrisa que no es nunca un rictus.
Se interesa por todos los seres a su alcance; todos ellos son su prójimo.
Su apariencia, igual a su espíritu, es serena, digna, sencilla.
¿Soy demasiado apologético? Sea.
Lo considero el mejor cuentista de historias en mi mlengua chilena.
Son historias de un chileno dentro y fuera del país, llevándolo siempre a cuestas, los de un oyente de otros y de sí mismo, transmitiéndonos nuevas antiguas y duraderas, las perpetuidades de una vida larga pero precaria, haciéndola memorable.
La biografía de una chileno social, fragmentada en episodios salientes, discretos, escuetos, irónicos. El monólogo a nombre de una galería de personajes significativos que muchas veces sacan fuerza de carácter a costa de extremar su propia y dramática trivialidad de ánimos.
¿Muy complejos? Sí, por más que se rvelen en el estilo murmurado con sencillez por Varas. Ni abstractos ni alegóricos, sin embargo, del total de estas historias podría deducirse la alegoría moral de la manera de ser chilena.
Es la vida de Varas elevada-o reducida- a arquetipo. La variedad de los fantasmas nacionales viviendo en el país y reproduciéndose en otros lugares del mundo al mismo ritmo que durante todo el tiempo vivido hasta ahora por Varas.
El primer cuento data de 1947.
Todos son el hoy constante de su pasado que se vuelve repentinamente concreto, objetivo. Al autor no le gustaría que le dijeran que son historias de su vida en historietas dramáticas y cómicas a la vez. El protagonista es él mismo, en ocasiones poniéndose a la vista y en otras mirando tácito desde corta distancia.
Este libro es de Memorias.
Incluso el orden temático, entre lo Del Álbum hasta lo Del exilio y De Rusia, sigue una cierta cronología desde la niñez hasta la avanzada madurez.
Se nos presenta la integridad de un hombre real, que representa a una multitud, aunque no lo supiera ni quisiera. Talvez lo sabe, talvez hasta lo quiere.
Su prosa tranquila da lugar a la poesía de las situaciones más excesivas. Como en el último y prolongado relato, Formación de un académico, obra maestra en que culminan muchas otras que también lo son.
Las narraciones, impregnadas de humanidad cariñosa, revelan al mismo tiempo la omnipresencia del Mal que intenta vanamente suprimirla. Su conjunto significa un vade retro a la anti-humanidad. En ese sentido se trata de cuentos morales.
No es de mi incumbencia compararlos con los de antiguos o contemporáneos.
A mi juicio de lector encarnizado, no se parecen a los de nadie. Ni siquiera siguen servilmente los recursos y convenciones del género. Los grandes nombres con que se quisiese parangonarlos, Chéjov, Maupassant, o en Chile, Federico Gana, Manuel Rojas, no bastarían.
Acaso habría que recurrir a algún historiador que se ocupe con gran literatura de lo que Stendhal llamaba petiots faits vrais, pequeños hechos verdaderos, significativos, anécdotas cargadas de sentido y emoción hasta el máximo posible.
No solo son verosímiles, como corresponde a las ficciones, sino sobre todo verídicos.
Se admitirá que no cabe en prólogo resumir tramas de estos cuentos de escrito tan prolífico y prolijo como lo fuera Pirandello.
En cambio elegiré trazar un pequeño retrato incompleto de la persona José Miguel Varas Morel.
De familia de letrados criollos y antiguos en Chile, es un cristiano cultural que pasó por la más rigurosa escuela del siglo veinte, la de Marx y Lenin, para ser ahora nada menos que sí mismo.
Su madurez psicológica es admirable y le permite comprender cualquier conducta aunque es contrario a varias premisas, que no admite por moral, decencia y sentido de la belleza espiritual. Tal belleza la encuentra también en situaciones al parecer estrambóticas pero siempre humanas y en creaturas deformadas por el dolor pero iguales a sí mismas íntegramente, de una pieza, a pesar de lo antiguo y contradictorio a veces de sus vidas. Varas no es nunca equívoco frente a esto último; lo reconoce y pasa. Guarda una sonrisa que no es nunca un rictus.
Se interesa por todos los seres a su alcance; todos ellos son su prójimo.
Su apariencia, igual a su espíritu, es serena, digna, sencilla.
¿Soy demasiado apologético? Sea.
Lo considero el mejor cuentista de historias en mi mlengua chilena.
ARMANDO URIBE
Santiago de Chile, 2001
Santiago de Chile, 2001
Fuente: Cuentos Completos, José Miguel Varas, Ed. Alfagura, 2001.
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