Resurrección de Zapata
por Eduardo Galeano
Fuente: ESPEJOS, Una historia casi universal, Eduardo Galeano, Siglo Veintiuno, 2008.
por Eduardo Galeano
Nació, dicen, con una manito tatuada en el pecho.
Murió acribillado por siete balazos.
El asesino recibió cincuenta mil pesos y el grado de general de brigada.
El asesinado recibió a una multitud de campesinos, que sombrero en mano visitaron su muerte.
De sus abuelos indios habían heredado el silencio.
No decían nada, o decían:
- Pobrecito.
Murió acribillado por siete balazos.
El asesino recibió cincuenta mil pesos y el grado de general de brigada.
El asesinado recibió a una multitud de campesinos, que sombrero en mano visitaron su muerte.
De sus abuelos indios habían heredado el silencio.
No decían nada, o decían:
- Pobrecito.
Nada más decían.
Pero después, poco a poco, en las plazas de los pueblos se fueron soltando las lenguas:
- No era él.
- Otro era.
- Muy gordo lo vi.
- Le faltaba el lunar de arriba del ojo.
- Se fue en un barco, salió de Acapulco.
- En la noche se voló, en un caballo blanco.
- Se fue para Arabia.
- Por allá, por Arabia, está.
- Arabia queda muy lejos, más lejos que Oaxaca.
- Ahorita vuelve.
Pero después, poco a poco, en las plazas de los pueblos se fueron soltando las lenguas:
- No era él.
- Otro era.
- Muy gordo lo vi.
- Le faltaba el lunar de arriba del ojo.
- Se fue en un barco, salió de Acapulco.
- En la noche se voló, en un caballo blanco.
- Se fue para Arabia.
- Por allá, por Arabia, está.
- Arabia queda muy lejos, más lejos que Oaxaca.
- Ahorita vuelve.
Fuente: ESPEJOS, Una historia casi universal, Eduardo Galeano, Siglo Veintiuno, 2008.
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