Roger Chartier: "Hoy los chicos entran al mundo de los libros a través de lo digital".
por Mariana Rolandi
Roger Chartier escribió a mano la conferencia que dio en la Universidad de San Martín hace 15 días, cuando recibió un doctorado Honoris Causa. Conocido internacionalmente por su libro El mundo como representación, gran parte de su trabajo se basa en el análisis de los cambios en la escritura y la lectura a lo largo de los años. De visita en la Argentina, dialogó con Clarín.
-¿Qué cambios hubo en el hábito de la lectura en este nuevo siglo?
-Los cambios que las nuevas tecnologías han producido en estos años son de muy alto impacto. La forma de transmisión y de apropiación cambia radicalmente, ya que una computadora no tiene nada que ver con un libro impreso y produce una transformación de la forma de inscripción, de la organización del texto, de la cercanía entre leer y escribir, y la continuidad entre las estrofas, entre otras cosas. Este cambio lleva a una nueva lectura, que es fragmentada, segmentada y discontinua. Así, la vinculación entre estas mutaciones de la técnica, la forma y la práctica de la lectura, crea una situación inaudita. Esto se complica aún más si pensamos que hoy convive lo digital con la escritura manuscrita. La dificultad será entender la coexistencia pacifica o no de estas formas.
-¿Cómo debería manejarse a nivel mundial la industria editorial?
-¡Hoy están todos haciéndose esa pregunta! Hay un esfuerzo del mundo editorial por introducir en el mundo electrónico los criterios estéticos y jurídicos que se dan en los libros impresos. Lo cierto es que también hay algunas teorías que piensan que puede abrirse un nuevo mundo de los libros, en el cual, en formato digital, todo sería un gran banco de datos, no habría límites, ni textos cerrados, ni totalidad, ni autores. Esto podría consistir en la desaparición del nombre propio, en fragmentos que tienen razón de ser en sí mismos, en la movilidade los discursos. Cada uno podría entrar en un texto y continuarlo. Sería un terreno abierto a todos. Claro que así se perderían las ideas de originalidad, singularidad y propiedad que hoy definen para nosotros el mundo de los discursos.
-Hablando de nombres propios y de su estudio de la escritura, ¿qué autores prefiere?
-Yo siempre he preferido a los poetas y a los dramaturgos por sobre los novelistas. Supongo que por la relación con la voz, con la música de la poesía, y con el juego que genera el texto del teatro. Moliére y Shakespeare son mis elegidos. Por otro lado, leo mucho a los autores que son críticos y realizan una reflexión sobre la escritura y la literatura, tales como Borges, en su momento, y más cerca en el tiempo, Ricardo Piglia.
-Ud. también es docente y crítico. ¿Cuál es hoy la realidad de la enseñanza de la escritura y la lectura?
-Los chicos entran al mundo de los libros a través del mundo digital, cuando antes sucedía al revés. La capacidad de leer y escribir es parte de la vida cotidiana, vivimos en un mundo de imágenes, pero en la vida cotidiana es un mundo de textos. Incluso, estas capacidades marcan las distancias sociales más fuertes. Creo que hay que restablecer la presencia del libro como tal, y mucho más, en el ámbito universitario.
Fuente: Revista de Cultura Ñ
-¿Qué cambios hubo en el hábito de la lectura en este nuevo siglo?
-Los cambios que las nuevas tecnologías han producido en estos años son de muy alto impacto. La forma de transmisión y de apropiación cambia radicalmente, ya que una computadora no tiene nada que ver con un libro impreso y produce una transformación de la forma de inscripción, de la organización del texto, de la cercanía entre leer y escribir, y la continuidad entre las estrofas, entre otras cosas. Este cambio lleva a una nueva lectura, que es fragmentada, segmentada y discontinua. Así, la vinculación entre estas mutaciones de la técnica, la forma y la práctica de la lectura, crea una situación inaudita. Esto se complica aún más si pensamos que hoy convive lo digital con la escritura manuscrita. La dificultad será entender la coexistencia pacifica o no de estas formas.
-¿Cómo debería manejarse a nivel mundial la industria editorial?
-¡Hoy están todos haciéndose esa pregunta! Hay un esfuerzo del mundo editorial por introducir en el mundo electrónico los criterios estéticos y jurídicos que se dan en los libros impresos. Lo cierto es que también hay algunas teorías que piensan que puede abrirse un nuevo mundo de los libros, en el cual, en formato digital, todo sería un gran banco de datos, no habría límites, ni textos cerrados, ni totalidad, ni autores. Esto podría consistir en la desaparición del nombre propio, en fragmentos que tienen razón de ser en sí mismos, en la movilidade los discursos. Cada uno podría entrar en un texto y continuarlo. Sería un terreno abierto a todos. Claro que así se perderían las ideas de originalidad, singularidad y propiedad que hoy definen para nosotros el mundo de los discursos.
-Hablando de nombres propios y de su estudio de la escritura, ¿qué autores prefiere?
-Yo siempre he preferido a los poetas y a los dramaturgos por sobre los novelistas. Supongo que por la relación con la voz, con la música de la poesía, y con el juego que genera el texto del teatro. Moliére y Shakespeare son mis elegidos. Por otro lado, leo mucho a los autores que son críticos y realizan una reflexión sobre la escritura y la literatura, tales como Borges, en su momento, y más cerca en el tiempo, Ricardo Piglia.
-Ud. también es docente y crítico. ¿Cuál es hoy la realidad de la enseñanza de la escritura y la lectura?
-Los chicos entran al mundo de los libros a través del mundo digital, cuando antes sucedía al revés. La capacidad de leer y escribir es parte de la vida cotidiana, vivimos en un mundo de imágenes, pero en la vida cotidiana es un mundo de textos. Incluso, estas capacidades marcan las distancias sociales más fuertes. Creo que hay que restablecer la presencia del libro como tal, y mucho más, en el ámbito universitario.
Fuente: Revista de Cultura Ñ
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