martes, septiembre 29, 2009




VIDA Y MUERTE DE LA IMAGEN
Historia de la mirada en occidente

Régis Debray

"Dime lo que ves y te diré cómo vives y cómo piensas"


La tres edades de la mirada


Las tres cesuras mediológicas de la humanidad -escritura, imprenta, audiovisual- dibujan en el tiempo de las imágenes tres continentes distintos: el ídolo, el arte, lo visual. cada uno tiene sus leyes. Confundirlos es causa de tristezas inútiles.

Cada uno es libre de usar su propio vocabulario siempre que defina sus palabras. Esto ha tentado al curso de mediología general con una caracterización detallada de las tres mediásferas. Las divisiones entonces introducidas en la carrera del sapiens, de acuerdo con la evolución de las técnicas de transmisión. Distingamos de entrada tres conceptos claves.

A la logosfera correspondería la era de los ídolos en sentido amplio (del griego eidolon, imagen), se extiende desde la invención de la escritura hasta la de la imprenta. A la grafosfera la era del arte, su época se extiende desde la imprenta hasta la televisión en color (más pertinente, como veremos, que la foto o el cine). A la videosfera, la era de lo visual (ya estamos).

Así, la imagen artificial en el cerebro occidental habría pasado por tres modos de existencia diferentes: la presencia (el santo presente en efigie); la representación; la estimulación ( en el sentido específico del término). La figura percibida ejerce su función de intermediaria con tres conceptos globalizadores sucesivos: lo sobrenatural, la naturaleza, lo virtual. Además, sugiere tres posturas afectivas: el ídolo apela al temor; el arte, al amor; lo visual, al interés. La primera está subordinada al arquetipo; la segunda está ordenada por el prototipo: la tercera ordena sus propios estereotipos. No se declinan ahí atributos metafísicos o psicológicos de un ojo eterno, sino universos intelectuales y sociales. Cada edad de la imagen corresponde a una estructuración cualitativa del mundo vivido. Dime lo que ves y te diré cómo vives y cómo piensas.

Fuente: Vida y muerte de la imagen. Historia de la mirada en Occidente, Régis Debray, Paidós comunicación, 1998.

OPERACIÓN PANDEMIA, documental de Julián Alterini



lunes, septiembre 28, 2009




Homenaje


Luis Le-Bert


Me levanté temprano
sin conocer la aurora
te acuerdas de ese día
de mentiras

Tu vida era tu vida
la mía, otra historia
y el mundo era testigo
de los días

Sólo quiero cantar en presente
y poderte decir
pero muda quedó la palabra
y no quiero mentir

Me quieres desde lejos
te abrazo cuando vienes
mi canto era distinto
antes de ti

Hubiésemos vivido
la historia de las gentes
y nos habrías visto
sonreír

Sólo quiero saber quiénes miran
hacia donde miro yo
quiénes son los que enredadas las manos
se acuerdan del cantor

No vacilaremos
en tenderle una canción
un millón de voces
le dirán que no fue en vano
que nos diera de su boca
el pan del aire y una flor
Víctor, gran ausente
desde siempre te cantamos

La ciudad no es la misma
no es la que quisimos compartir
no tenemos las manos
no hay a quién mirar
tus ojos se apagaron
a quién voy a cantar

Dónde se han ido
los días de amistad
dónde está lo hermoso
que fuimos a sembrar
y maldigo el presente
sin tu nombre
di tú quién esconde
de tus labios el cantar

Préstame tus manos
sumemos soledades
si viene algún amigo
somos tres

Rompamos las distancias
de aquí hasta el mañana
y así podremos cantarle
al amor


Luis Le-Bert en FesteJARA 2007 - Homenaje



domingo, septiembre 27, 2009




Fue su encuentro con Angelita Huenumán, en medio de las chilcas y el pehuén, lo que hará enredarse en el corazón de Víctor este amor a la historia de sus antepasados, a sus raíces telúricas, a sus luchas.

Este encuentro lo motiva a crear una de sus más hermosas y significativas canciones "Angelita Huenumán". De este encuentro quedó una canción y un poncho tejido por las manos creadoras de Huenumán, como canta Víctor, y que Joan todavía conserva como uno de sus bienes más preciados.

Esta vez el amor le viene del fondo de la tierra y Víctor, tal vez sin darse mucha cuenta, lo incorpora al fondo de su ser.

En medio de su poesía y su canto se encuentra el olor húmedo de la tierra mojada, el revoloteo de alas de pájaros, el ruido del follaje revoltoso de los árboles. Y también se encuentra la conciencia de ser hombre y de crecer entre los más ignorados y explotados. Víctor se integra a la lucha de sus antepasados por la tierra y contra el despojo.


Angelita Huenumán

Víctor Jara

En el valle de Pocuno,
donde rebota el viento del mar,
donde la lluvia cría a los musgos,
vive Angelita Huenumán.

Entre el mañío y los hualles,
el avellano y el pitrán,
entre el aroma de las chilcas,
vive Angelita Huenumán.

Cuidada por cinco perros,
un hijo que dejó el amor,
sencilla como su chacrita,
el mundo gira alrededor.

La sangre roja del copihue
corre en sus venas Huenumán,
junto a la luz de una ventana
teje Angelita su vida.

Sus manos bailan en la hebra
como alitas de chincol,
es un milagro como teje
hasta el aroma de la flor.

En sus telares, Angelita,
hay tiempo, lágrima y sudor;
están las manos ignoradas
de este, mi pueblo creador.

Después de meses de trabajo
el chamal busca comprador,
y como pájaro enjaulado
canta para el mejor postor.

Entre el mañío y los hualles,
el avellano y el pitrán,
entre el aroma de las chilcas,
vive Angelita Huenumán.


Fuente: Víctor Jara Canto libre, Lliz vlkantun, Elicura Chihuailaf.



¿Es confiable nuestra percepción?


por Eduard Punset


Si nos perdemos, acabamos dando vueltas sobre nosotros mismos. ¿Por qué? Científicos alemanes han podido comprobar mediante un experimento que hacen falta algunas pistas esenciales para caminar en línea recta sin perderse.

Claro, ya sabíamos que cuando se tiene la Luna, el Sol o una montaña enfrente –en otras palabras, algún punto de referencia, además de querer caminar en línea recta–, era relativamente fácil conseguirlo: bastaba con seguir el punto de referencia si era visible.

Ahora bien, yo les pido a mis lectores que cierren un instante los ojos e intenten imaginar una situación en la que han tomado la decisión irrevocable de ir en línea recta hacia delante sin punto de referencia alguno: en plena oscuridad y con los ojos vendados, para no ver ningún resplandor que pueda servir de guía. ¿Saben lo que va a ocurrir? Van a descubrir que para seguir adelante en línea recta hacen falta estrategias cognitivas adicionales, sin las cuales van a acabar dando vueltas sobre ustedes mismos.

Uno habría pensado que, por lo menos, seríamos capaces de andar en línea recta. Pues lo siento, querido lector. Sin ayuda, nuestro mecanismo de percepción y guía para hacerlo va acumulando tantos errores que acaba desviándose y dando vueltas sobre sí mismo.

Habrá quien se pregunte para qué quieren los científicos saber si cuando nos perdemos, queriendo ir en línea recta, aunque no se tengan referencias, acabamos dando vueltas sobre el mismo camino… «¡Qué más da! –me dirán otros–, si son poquísimos a los que sueltan con los ojos vendados sin ver nada y los autoconvencen de que deben ir en línea recta.»

¿Para qué tanto esfuerzo inútil? Cuando se deja a los físicos especular sobre el universo, les da por intentar descubrir cómo y en qué momento de la evolución nació la materia; y ahora a los biólogos les da por emplear recursos escasos para descubrir si cuando nos perdemos nos da por seguir en línea recta o dar vueltas sobre uno mismo.

Nos ayudaría a todos saber cuántas dimensiones hay en el universo, además de las tres espaciales y la cuarta temporal que ya conocemos, pero también lo que investigan los biólogos porque, en realidad, lo que nos van a decir con esos experimentos sobre nuestra capacidad para andar a ciegas es si necesitamos estrategias cognitivas adicionales.

Si resulta que para una cosa tan simple como caminar en línea recta no nos podemos fiar de nuestros mecanismos de percepción, que por sí solos no van a llegar a ninguna parte –necesitan, además de nuestra voluntad, la presencia de la Luna, una estrella o un ruido–, ¿cómo vamos a podernos fiar a la hora de tomar decisiones más trascendentales como salir de viaje, casarnos o cambiar de trabajo? Obviamente, no basta con aceptar o rechazar estas disyuntivas. Habrá que pertrechar esas decisiones con estrategias cognitivas adicionales. Y eso es, justamente, lo que no quiere hacer mucha gente.

Si no queremos acabar dando vueltas sobre nosotros mismos, o sobre el mismo problema que nos estuvo atenazando durante tanto tiempo, será preciso aportar puntos de referencia nuevos tan grandes como la Luna, el Sol o una montaña. Cuando emocional o cognitivamente hayamos tomado una decisión –me caso o no me caso, cambio o no cambio de trabajo–, el grupo de científicos alemanes con cuyo experimento iniciaba esta columna nos está sugiriendo que eso no es más que el comienzo. Para no acabar dando vueltas sobre uno mismo hay que hacer muchas más cosas.

Imagen: Mind Map, iqmatrix.com

Fuente: Blog de Eduard Punset

sábado, septiembre 26, 2009

Utopía

A Fernando G. Guereta
Letra y Música de J.M. Serrat


Se echó al monte la utopía
perseguida por lebreles que se criaron en sus rodillas
y que al no poder seguir su paso, la traicionaron;
y hoy, funcionarios
del negociado de sueños dentro de un orden
son partidarios
de capar al cochino para que engorde.
¡Ay! Utopía,
cabalgadura
que nos vuelve gigantes
en miniatura.
¡Ay! ¡Ay, Utopía,
dulce como el pan nuestro de cada día!

Quieren prender a la aurora
porque llena la cabeza de pajaritos;
embaucadora
que encandila a los ilusos y a los benditos;
por hechicera
que hace que el ciego vea y el mudo hable;
por subversiva
de lo que está mandado, mande quien mande.
¡Ay! Utopía,
incorregible
que no tiene bastante
con lo posible.
¡Ay! ¡Ay, Utopía
que levanta huracanes
de rebeldía!

Quieren ponerle cadenas
Pero, ¿quién es quien le pone puertas al monte?
No pases pena,
que antes que lleguen los perros, será un buen hombre
el que la encuentre
y la cuide hasta que lleguen mejores días.
Sin utopía
la vida sería un ensayo para la muerte.
¡Ay! Utopía,
cómo te quiero
porque les alborotas
el gallinero.
¡Ay! ¡Ay, Utopía,
que alumbras los candiles del nuevo día!

jueves, septiembre 24, 2009




Manifestantes y policía del G20 se enfrentan en Pittsburgh


La policía cargó con botes de gases lacrimógenos en un intento por dispersar a un grupo amplio de activistas que se manifestaban por las calles de Pittsburgh, donde hoy se inicia la tercera cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del G20.

Unos 500 activistas, según la prensa local, iniciaron una marcha antiglobalización en el barrio de Lawrenceville, uno de los mayores de esta ciudad de Pensilvania, pero sólo pudieron recorrer unas calles antes de que la policía les ordenara dispersarse.

Algunos de los jóvenes que encabezaban la protesta, y que tenían el rostro cubierto con pasamontañas oscuros, desafiaron las órdenes de las fuerzas de seguridad que, eventualmente, disparó botes de gases contra ellos.

Los jóvenes, algunos de ellos procedentes del cercano campus universitario de Oakland, se reagruparon en otros puntos de la ciudad antes de retomar su marcha, en la que portan grandes carteles con lemas contra el capitalismo.

La policía les bloqueó el paso en otros puntos, con mensajes difundidos por altavoz en inglés y español, en los que se les recordaba que la protesta no contaba con la autorización pertinente y que, por tanto, era ilegal.

Pittsburgh se encuentra prácticamente tomada por las fuerzas de seguridad ante la cumbre del G20 que se inicia hoy, y que ha traído a la ciudad a los jefes de estado y de Gobierno de 19 países, así como a representantes de la Unión Europea.

A los cerca de mil policías de la ciudad se suma un batallón de combate de la Guardia Nacional recién llegado de Irak, así como 3.000 agentes adicionales de las fuerzas de seguridad estatales y nacionales.

Las autoridades han desplegado alrededor del centro de convenciones muros de hormigón y vallas metálicas, mientras que varios helicópteros militares sobrevuelan la zona para prevenir incidentes.

Las protestas comenzaron anoche, cuando miembros de Greenpeace se colgaron de uno de los 400 puentes que atraviesan la ciudad y desplegaron un gran cartel de 25 metros para alertar de los peligros del cambio climático y de la necesidad de reducir las emisiones de CO2.

Ayer, representantes de varios grupos se concentraron en la sede de la organización “Resistance Project”, que agrupa a varias asociaciones anarquistas, para planear las protestas de hoy.

Fuente: El Universal



Pedagogía diferencial: diversidad y equidad


Presentación


La diversidad es natural en todo grupo humano y la educación tiene una importancia radical en la interpretación y cultivo dado a la misma. Nacemos iguales pues vemos la luz como seres desvalidos, pero nacemos con unas capacidades y potencialidades diferentes que el medio se preocupa por modelar. La educación es el modelaje por excelencia. De su calidad depende, en gran medida, la calidad y grado de inclusión y de exclusión social de las personas y de sus grupos de pertenencia y de referencia.

La educación parte de unos supuestos, se apoya en unas estrategias técnicas de amplio espectro y camina hacia un horizonte valorativo. Un supuesto de importancia radical es cómo se conciben las diferencias humanas y cómo se articula se gestión en los sistemas educativos (y sociales). A lo largo de la historia el debate sobre la educación ha oscilado entre dos polos o igualdad y diversidad. Es un debate que debe concitar nuevos planteamientos a la luz de sus logros y limitacines. El libro que presentamos va en esa dirección.

Las diferencias humanas con significado para la educación han sido estudiadas evolutiva y transversalmente y clasificadas desde una doble perspectiva o diferencias individuales y de grupo. Los sujetos difieren en sexo, edad, inteligencia, expectativas, cultura étnica, etc. Los grupos, a su vez, difieren en las mismas o similares características. Y en cada momento histórico el origen, la modificabilidad y el sentido de dichas diferencias se ha atribuido básicamente al sujeto, básicamente al ambiente o socialización o a la interacción entre ambos cosntructos. De ello derivan modelos de trabajo tanto para la investigación pedagógica como para la práctica de la educación.

Los avances hacia la igualdad de todas las personas han sido importantes. Recordemos que las culturas griega y latina no daban a los esclavos la consideración de personas. El desarrollo de la democracia ha significado avances en la igualdad de los seres humanos en campos como la educación, el derecho o la medicina. Sin embargo, la sociedad del conocimiento y de la globalización tiene carácter ambivalente. Por un lado, abre posibilidades inmensas para mejorar la calidad humana de la vida de todas las personas; por otro, aumenta la brecha entre ricos y pobres. Tanto en los llamados países ricos como en los pobres se podría estar excluyendo de sus circuitos de participación social a un buen número de personas; aquéllas que a lo largo del período formativo terminan por no reunir los requisitos necesarios para merecer la condición de "ciudadanos productivos", es decir, de personas con una preparación relativa y con capacidad para integrarse en los circuitos económicos de la sociedad más desarrollada. El tipo de educación recibida es determinante para decidir la inclusión o la exclusión social de las personas.


Fuente: Pedagogía diferencial. Diversidad y equidad, Carmen Jiménez Fernández, Pearson Educación S.A., 2005.

miércoles, septiembre 23, 2009



Eran las diez y media de la noche del 23 de septiembre de 1973.



Matilde abrió la maleta que había preparado para el viaje a México. Sacó la chaqueta a cuadros favorita, una camisa escosesa, y le enrolló un pañuelo de seda roja alrededor del cuello. El médico había dicho que si no sobrevenía un imprevisto, podía vivir cinco o seis años más. Teruca Hamel la ayudó a vestirlo completamente. Porque era un hombre que moría con los zapatos puestos. Las dos salieron para comunicar la noticia de la muerte por teléfono. Cuando volvieron, Pablo no estaba. Salieron corriendo. Lo buscaron en la planta baja. Tampoco lo encontraron. Se fueron al sótano. Vieron un rótulo: "Capilla". Estaba oscuro. No había nadie. Momentos después, entre ruidos de ruedas y chillidos metálicos, lo vieron venir por el pasadizo. Entró a la capilla y el enfermero le dijo: "Señora, está prohibido quedarse aquí." Matilde les gritó: "¡Pueden irse! ¡Ustedes no tienen nada que hacer aquí!" Reclinó su cabeza sobre la de Pablo. Alguien entró de puntillas. Era Laurita. No lo velaban en una pieza, sino en un corredor.

Cerca de la medianoche, un locutor había dicho por radio: "El poeta Pablo Neruda se encuentra en estado agónico y se estima que no pasará la noche. Hay prohibición absoluta de visitarlo en la Clínica Santa María, donde se encuentra."

Al día siguiente, cuando se levantó el toque de queda, y comenzaron a llegar los periodistas, los fotógrafos, la Dirección de la Clínica decidió sacar al muerto del pasadizo. Lo colocaron en un hall. Era un VIP.

Un enjambre de fotógrafos apretaba el obturador. "Por favor, no más fotos", dijo Matilde. Llegaron los amigos: Homero Arce, Graciela Alvarez, Juvencio Valle, Francisco Coloane, Aída Figueroa, Enrique Bello, Juan Gómez Millas, unos cuantos más.

Neruda estaba tendido sobre una mesa envuelto por un sudario blanco, con la cara decubierta. Sonreía, expresión difícil de concebir considerando la hora de los chacales que regía en el momento en que expiró. Cuando llegó la urna, le quitaron las sábanas y fue trasladado a ella. Coloane le abotonó la punta de la camisa. Cerraron, soldaron la urna. Salieron en dirección a La Chascona. Cuando llegaron a ella no pudieron entrar. La escalera de acceso a la casa estaba anegada, cubierta de lodo y agua, y obstruida por los escombros. La urna no cabía. La gente de la Junta había cumplido con su misión. Entonces los que componían el cortejo decidieron dar la vuelta a la manzana y penetrar por la entrada posterior, que daba al cerro. Allí había un puñado de jóvenes que se colocaron junto al féretro y luego rompieron el silencio, alzando los puños en alto mientras uno decía a toda voz, como llamándolo:

-¡Compañero Pablo Neruda!
-¡Presente!
-Ahora...
-¡Y siempre!
-Ahora...
-¡Y siempre!

Fuente: NERUDA, Volodia Teitelboim,. Editorial Sudamericana, 1996.

martes, septiembre 22, 2009



¿Somos todos chilenos?



Editorial de Punto Final


Preguntarnos si los nacidos en Chile somos todos chilenos plantea una respuesta compleja. Se aparta de lo establecido y del clima emocional de las Fiestas Patrias. Sin embargo, es una cuestión pertinente a 199 años de nuestra Independencia.

Si bien existe un Chile profundo y un sentimiento indudable de chilenidad, enormes sectores de la población ven negada su ciudadanía por grupos privilegiados que se han adueñado del poder, y que hacen suyo el nombre de Chile y la condición de chilenos que niegan a los demás. En realidad, sólo la cédula de identidad es igual para todos los chilenos.

La desigualdad -somos uno de los países con mayor desigualdad en el mundo-, ha cavado un abismo entre ricos y pobres, estableciendo categorías diferentes de ciudadanos. Los estamentos inferiores, en términos rigurosos, son chilenos sólo de nombre porque no tienen acceso a los derechos más elementales que la ciudadanía permite alcanzar en un país democrático. Esta realidad se quiere disfrazar con paliativos que hacen del ciudadano un consumidor. El mundo evanescente de las tarjetas de crédito, que agudiza la explotación fomentando un consumismo irracional -en loca imitación del modo de vida de las clases adineradas-, no logra esconder las carencias de educación, salud, vivienda y salarios dignos que sufren las mayorías.

Sin duda ha habido momentos o períodos en que hemos sido plenamente chilenos en un sentido colectivo. Como en medio de la lucha por la Independencia de España o en el gobierno del presidente José Manuel Balmaceda, antes de la conspiración que originó la guerra civil de 1891. Después hubo otros todavía más significativos, como la administración del presidente Pedro Aguirre Cerda y el Frente Popular en 1938, que tuvo como centro el mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo y su acceso a la difusión y a la cultura, así como la industrialización del país a través de la Corfo. Y sobre todo, en el gobierno del presidente Salvador Allende que recuperó el cobre para Chile y dio comienzo a un proceso de cambios estructurales destinado a abrir camino al socialismo en democracia, pluralismo y libertad.

Fueron también destacables los momentos culminantes de la lucha contra la dictadura de Pinochet y su pandilla. O el comienzo de la transición a la democracia, que se vio frustrada por los pactos con la derecha y los militares. El enorme esfuerzo popular -con derroche de valor cívico y heroicas acciones de resistencia- fue convertido en sal y agua por los manipuladores políticos de siempre. Se mantuvo la institucionalidad de la dictadura militar-empresarial; el modelo económico neoliberal, levemente retocado, mantuvo su esencia individualista basada en el lucro; la impunidad debilitó la lucha por la verdad y la justicia, y las Fuerzas Armadas -culpables de horrendas violaciones de los derechos humanos- se retiraron del gobierno sin asumir responsabilidades institucionales, sin depurarse de los oficiales fascistas -que hasta hoy permanecen en sus filas- ni comprometerse ideológicamente con la democracia y la defensa efectiva de la soberanía.


Recabarren y la emancipación del pueblo

Después de grandes masacres obreras, Luis Emilio Recabarren escribía, en 1909, con motivo de las Fiestas Patrias de aquel año: “¿Qué es, pues, lo que hemos ganado con la llamada independencia nacional? ¿Acaso el pueblo de Chile no es ametrallado, asesinado, encarcelado y perseguido cuando pretende hacer uso de sus derechos constitucionales? El pueblo en realidad nada tiene que celebrar. La verdadera emancipación del pueblo no ha sonado aún, ni sonará hasta tanto el pueblo mismo se organice y se emancipe de la tiranía burguesa y capitalista que hoy lo oprime, social, política y económicamente, como lo ha oprimido toda la vida”.

Lo que se ha avanzado en derechos lo ha conseguido la lucha del pueblo, actor determinante en la búsqueda de la justicia, de la dignidad y en el anhelo de un Chile que sea la Patria de todos sus hijos. Toda sociedad supone una base mínima de entendimiento -un pacto social que interprete a los integrantes de la misma-. Ese pacto social está en crisis en Chile. Hay un sector privilegiado, de no más del 10% de la población, que maneja los grandes negocios, ligado al capital extranjero y a los verdaderos centros de poder. Los miembros de esa minoría plutocrática son considerados chilenos -ciudadanos con todos los derechos- y así lo hacen notar, apoderándose de los elementos simbólicos que los convierten en intérpretes de la esencialidad nacional. Junto con ellos, son privilegiados los militares que tienen hasta seguridad social propia y atención médica superior a la del resto de los chilenos. Además disponen de bolsa abierta -con oscuras comisiones por medio- para comprar armamentos; Chile se ha convertido en uno de los países que más gasta en armas, casi tanto como el gigantesco Brasil y más que Colombia, que vive un prolongado conflicto armado. Las armas se llevan casi el 4% del PIB, mientras el Fisco niega recursos que podrían mejorar sustancialmente la educación y la salud.

También la jerarquía de la Iglesia Católica juega su papel en defensa de lo establecido, que es decir la injusticia, la desigualdad y las restricciones conservadoras, ahogando las manifestaciones disidentes. Sus denuncias sobre el “escándalo social” de la desigualdad se quedan en la retórica, sin identificar el sistema que genera la injusticia y sin presionar a los empresarios y políticos católicos, responsables de esa situación.

“Apartheid” a la chilena

Los partidos políticos y la llamada “clase política”, que incluye parlamentarios, voceros y dirigentes -de derecha, centro y de la Izquierda convertida al neoliberalismo-, también son privilegiados; pertenecen a la clase de los ricos y se sienten, por lo mismo, plenamente chilenos, ciudadanos de verdad. Se han convertido en un grupo cuya función es conservar el sistema mediante retoques y un maquillaje ocasional. La trenza política y social se amalgama en intereses comunes, alianzas familiares y de negocios, soslayando diferencias ideológicas que para ellos han perdido toda significación. Toman vacaciones en los mismos balnearios, viajan a los mismos países -donde muchos tienen propiedades-, sus hijos estudian en los mismos colegios y universidades, se atienden en las mismas clínicas, visten en las mismas tiendas, viven en los mismos barrios, etc. La Dehesa, en los faldeos cordilleranos, es el lugar con más alta densidad de políticos por metro cuadrado de todo el país. Lo mismo ocurre con Lo Barnechea, Vitacura y Las Condes, comunas que -por su nivel de riqueza- pertenecen al primer mundo.

Frente a la riqueza de la oligarquía que controla Chile, está la pobreza que grita su dolor sin ser escuchada. Sus demandas caen en el vacío o retumban entre muros de indiferencia. Un ejemplo dramático es el hermano pueblo mapuche, el más pobre entre los pobres, cuya lucha tenaz por la tierra y por su identidad le han ganado el respeto y admiración de los chilenos de corazón bien puesto y de amplios sectores internacionales. La desigualdad ha marcado a fuego fronteras inviolables en las grandes ciudades. Las reglas de este apartheid han instaurado formas diversas y odiosas de discriminación. Desde luego la exclusión por el aspecto físico y color de piel. Pero también la discriminación por el domicilio, que impide a los pobres acceder a determinados trabajos por vivir en poblaciones criminalizadas por la prensa. Sólo unos cuantos pobres -nanas, jardineros, choferes, guardianes, obreros municipales, trabajadores de supermercados- son admitidos cada mañana en los barrios de los ricos. Un pobre no puede caminar por los barrios de los ricachones sin ser denunciado como sospechoso. Pero los ricos, a su vez, no se atreven a pisar el territorio de los pobres. Temen entrar a poblaciones donde imperan las leyes que dictan los miserables. Conocen mejor París, Roma o Nueva York que los barrios de Santiago donde viven aquellos que han perdido hasta las esperanzas de una vida digna, que sólo conocen a través de la televisión.

Los pobres, sin duda, quisieran sentirse también chilenos. Los rechazados, los oprimidos de siempre, los explotados, son la mayoría en este país. Ellos son los verdaderos patriotas porque aman a Chile sin intereses subalternos de por medio. Han vinculado su suerte al destino del país. Ellos levantan la bandera chilena en la lucha social, la clavan en tierra cuando demandan una vivienda, la agitan en los estadios deportivos y caen con ella cuando son reprimidos y masacrados. Los pobres son chilenos a toda hora, todo el año y todos los años de su vida. No como esos ricos que se disfrazan de huasos para el 18 de septiembre pero que han demostrado -una y otra vez- que son capaces de entregar la Dulce Patria a la intervención extranjera o venderla a pedazos como una mercancía cualquiera.

A los pobres -a los chilenos de verdad-, debe dedicarse el próximo Bicentenario de la Independencia. Porque a ellos -y a su capacidad de organizarse- pertenece el futuro de una Patria sin privilegiados y libre de toda forma de opresión.

Fuente: Rebelión

lunes, septiembre 21, 2009


Gira, gira girasol

por Víctor Jara

Gira, gira girasol,
Gira, gira como el sol.
Trala, trala, trarilón,
Gira, gira como el sol.

Remolino de papel
Nueve puntas pueden ser.
Trala, trala, trarilén,
Nueve puntas de papel.

Soplando puedes juntar
La estrellita con el mar.
Trala, trala, trarilán,
Las estrellita con el mar.

Remolino, remolín,
A la luna quiere ir.
Trala, trala, trarilín,
A la luna quiere ir.

domingo, septiembre 20, 2009

Silvio Rodríguez, Juanes, Amaury Pérez

PAZ SIN FRONTERAS


El anuncio en La Habana del concierto Paz sin Fronteras, promovido por el músico colombiano Juanes, para este 20 de septiembre en la Plaza de la Revolución, ha generado diversas opiniones. En la Isla se respira expectación en espera del encuentro. También, la actitud agradecida por el reconocimiento a la voz de Cuba en nombre de la Paz.


Uno de los invitados, el cantautor cubano Silvio Rodríguez, en entrevista para La Jiribilla, al responder sobre las “preocupaciones” que ha provocado tal “atrevimiento”, lo reafirma como “un evento de Paz que le molesta a la ultraderecha porque la naturaleza de esta gente es agresiva, como el bloqueo, y porque la idea y el hecho de la Paz socavan el odio que les alimenta”.


Cuando aún sonaban los acordes de la presentación en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil por la conmemoración de la gesta independentista del 10 de agosto de 1809, Silvio, quien ante unas 25 mil personas en el Estadio Modelo interpretó canciones que constituyen parte sustancial de la historia trovada de este conteniente, compartió algunas reflexiones con esta revista.


El concierto del músico colombiano Juanes en la Plaza de la Revolución tiene una historia previa y espontánea en La Habana. Cuéntanos sobre esta historia y sus antecedentes.


Los antecedentes, en lo que a mi persona se refiere, comenzaron por una llamada telefónica del Ministerio de Cultura para decirme que Juanes quería hacer un concierto en La Habana por la Paz y que venía a hablar de eso a Cuba. Me llamaron porque iba a haber una cena y querían que yo asistiera. Allí conocí a Juanes y le escuché hablar por primera vez del proyecto. Él me preguntó si quería participar y le dije que sí. Yo había visto por televisión el primer concierto por la Paz que habían hecho en la frontera de Colombia con Venezuela y me pareció positivo.


En la presentación del libro Cancionero comentas que a los 20 años creías que la poesía podía cambiar al mundo y ahora a los 60 estabas convencido de que no podías cambiarlo, pero sí hacerlo mucho mejor. ¿Puede evidenciar este concierto de Juanes en Cuba tal certeza?


Efectivamente, no creo que una canción o un concierto puedan cambiar la compleja realidad de la noche a la mañana, pero sin duda un evento como este puede ser un fuerte mensaje de voluntad de Paz, en este caso entre los EE.UU. y Cuba, países separados por discrepancias de medio siglo. A mi entender este concierto pretende unirse a la voz de muchos de aquí y de allá que deseamos que la situación se normalice y que cada cual viva como lo desea, respetando al otro diferente.


La idea de este evento musical ha levantado bastante revuelo en Miami acusándolo de concierto politizado. ¿Por qué puede molestar tanto un evento a favor de la Paz?


Las voces que condenan a este concierto no son las de la inmensa mayoría de trabajadores emigrantes cubanos. Mucho menos la de los 11 millones que vivimos en Cuba. Las voces incómodas y agresivas son de la pequeña pero muy poderosa ultraderecha cubana, que se da besitos con la ultraderecha estadounidense (la que ya se sabe lo que hace por todo el mundo). Un evento de Paz le molesta a la ultraderecha porque la naturaleza de esta gente es agresiva, como el bloqueo, y porque la idea y el hecho de la Paz socavan el odio que les alimenta.


Hay muchas guerras desatadas en todo el mundo: bélicas, ideológicas, económicas... Y este concierto se dedica a contraponer la Paz ante tales conflictos. ¿En favor de qué causas o contra qué actos vale la pena "disparar" canciones?


Juanes dice que desea que este concierto sea blanco; también se ha dicho que el blanco es la ausencia de color, por lo que interpreto que Juanes desea que no haya predominio de una razón sobre otra, que todos tengamos la misma oportunidad. Creo que en este concierto caben todas las canciones que transmitan aspectos de la condición humana, que es algo muy diverso, muy rico, al margen de las ideologías. Por eso, todo lo que sea respeto al derecho a la vida, a la educación, a la libertad, a la diversidad, será válido. Y más que "disparar" supongo que será un concierto donde se soplarán canciones para que el viento —ayudado por los satélites— las haga llegar lo más suavemente posible a todas partes.


Entre tus canciones, existen varias que se pronuncian contra la guerra. ¿Escucharemos algunas de ellas en el concierto? ¿Acaso algún adelanto de la nueva producción Segunda cita?


Para hacer el programa supongo que primero hará falta saber cuántos artistas participarán. Entonces se podrá tener una idea del repertorio que tocará a cada cual.


Segunda cita es un disco bastante enfocado en la realidad cubana, quizá pudiera cantar alguna de esas. Aún no lo sé. En algún momento pensé cantar “Rabo de nube”, que me fue imposible hacer en el homenaje a Pete Seeger. También he pensado en "Días y flores". Pero también pudiera desempolvar una, llamada "Blanco", que hice hace 40 años.


Cantar en la Plaza de la Revolución supone un deber, rememorando tu antológico tema. ¿Qué significación tiene entonces hacerlo hoy, en las actuales circunstancias, y acompañado de todos estos músicos?


Sigue siendo un deber y, por supuesto, también un gusto.


Acabas de realizar varios conciertos en Ecuador, uno de los centros de la renovación social que tiene lugar en América Latina. A partir de la experiencia de esta visita, tu contacto con el pueblo, unido a los hechos recientes del golpe en Honduras, la crisis mundial y las bases yanquis en Colombia, ¿qué señales o lecciones nacidas en este contexto nos debieran servir para el futuro latinoamericano más inmediato?


Creo que el golpe de Estado en Honduras se parece mucho al que dio Pinochet en Chile y creo que aquí tampoco lo hicieron solos. Los ambiciosos han vuelto a manchar la dignidad de las fuerzas armadas de un país latinoamericano. Hay muchos heridos de bala y si hay menos muertos ha sido por la presencia vigilante de TeleSur. Es obvio que el pueblo hondureño dirá la última palabra. Por otra parte, la intensidad de lo que hemos vivido en Asunción y en Guayaquil refuerza mi fe en que la segunda independencia latinoamericana continúa.



Fuente: La Jiribilla

Ver en Vivo Concierto


viernes, septiembre 18, 2009


Décimas de la República


por Michelle Bachelet


“En las fondas del dieciocho,

quiero alegre celebrar,
y ponerme a zapatear,

igual que hice el dos mil ocho,
alzo mi copa y derrocho,

mi verseo más feliz,
por los logros del país,

que afirmamos año a año,
porque más que un gran tamaño

tenemos ñeque pa’ surgir.

Hoy tengo buenas razones

para beberme este buen vino,
vamos abriendo camino,

para que la gente mejore
tenemos mejores pensiones,

hay auge y bono por hijo,
y porque en diciembre elijo

con ustedes mi sucesor,
con zapato volador

igual es cueca po’ mijo.

Chile es nación respetada,

en la región y el mundo,
pucha el orgullo rotundo,

ver a la patria alabada,
no estoy hiperventilada,

lo dicen Lula y Obama,
y eso es pega antes que fama,

le respondo con afán,
y les digo Yes we can”,

porque soy todo una dama.

A la pista voy contenta,

agito fuerte mi pañuelo,
pal alcalde es el señuelo,

y para las autoridades,
afueras las vanidades,

esto no es pa’ mi calvario,
abran cancha y escenario,

soy presidenta y cuequera,
y que flamee la bandera,

en nuestro bicentenario".



Cueca al Bicentenario


por Carlos Muñoz Aguilera



Brindis:

Por un Chile soberano
yo siempre voy a luchar
porque no puedo aceptar
que se halle en otras manos
De los tiempo del tirano
que lo están privatizando
y ya se van agotando
los recursos naturales
porque las trasnacionales
con todo están arrasando.

Cueca:

En este bicentenario
no hay nada que festejar
si Chile es de los privados
¿qué vamos a celebrar ?

El agua y la energía
son extranjeras
que dirían Rodriguez
y los Carreras.

Y los Carreras ay sí
y Salvador
las cosas cada día
siguen peor.

De Pinocho pa' ca
‘ta la cagá.

Imagen: La Zamacueca, Manuel Antonio Caro.

miércoles, septiembre 16, 2009



La poesía de mis compañeros


por Martín Poni Micharvegas


Llenos de falsas palabras como andamos,
entre ofertas y eslógans y ritmos traicioneros,
por amor a mi fe y a la vida que viene,
canto la poesía de mis compañeros.

La verdad es más fuerte que cualquier cadena.
Nada grita más alto que un verso prisionero:
Mientras la canción se cansa y el arte se desploma,
canto la poesía de mis compañeros.

La tallaron en sierras, en selvas, en montañas,
en fábricas y campos en jornadas de acero,
en quebradas oscuras donde brilló la muerte
y en ciudades perdidas bajo los tiroteos.

La salvaron del riesgo de morir asfixiada
en la cámara cínica del mensaje con miedo.
Porque ella ha sido escrita para alentar coraje,
canto la poesía de mis compañeros.

Viviré para verla vivir sobre la muerte
y arrasar las paredes del terror que erigieron.
Ya que hoy aún libra lucha contra esas maldiciones,
canto la poesía de mis compañeros.



Imagen: Eros y Psiqué de Martín Poni Micharvegas
Fuente: Micharvegas


lunes, septiembre 14, 2009




La flor más grande del mundo


por José Saramago

Las historias para niños deben escribirse con palabras muy sencillas, porque los niños, al ser pequeños, saben pocas palabras y no las quieren muy complicadas. Me gustaría saber escribir esas historias, pero nunca he sido capaz de aprender, y eso me da mucha pena. Porque, además de saber elegir las palabras, es necesario tener habilidad para contar de una manera muy clara y muy explicada, y una paciencia muy grande. A mí me falta por lo menos la paciencia, por lo que pido perdón.

Si yo tuviera esas cualidades, podría contar con todo detalle una historia preciosa que un día me inventé, y que, así como vais a leerla, no es más que un resumen que se dice en dos palabras… Se me tendrá que perdonar la vanidad de haber pensado que mi historia era la más bonita de todas las que se han escrito desde los tiempos de los cuentos de hadas y princesas encantadas…

¡Hace ya tanto tiempo de eso!

En el cuento que quise escribir, pero que no escribí, hay una aldea. (Ahora comienzan a aparecer algunas palabras difíciles, pero quien no las sepa, que consulte en un diccionario o que le pregunte al profesor.)

Que no se preocupen los que no conciben historias fuera de las ciudades, ni siquiera las infantiles: a mi niño héroe sus aventuras le esperan fuera del tranquilo lugar donde viven los padres, supongo que también una hermana, tal vez algún abuelo, y una parentela confusa de la que no hay noticia.

Nada más empezar la primera página, sale el niño por el fondo del huerto y, de árbol en árbol, como un jilguero, baja hasta el río y luego sigue su curso, entretenido en aquel perezoso juego que el tiempo alto, ancho y profundo de la infancia a todos nos ha permitido…

Hasta que de pronto llegó al límite del campo que se atrevía a recorrer solo. Desde allí en adelante comenzaba el planeta Marte, efecto literario del que el niño no tiene responsabilidad, pero que la libertad del autor considera conveniente para redondear la frase. Desde allí en adelante, para nuestro niño, hay sólo una pregunta sin literatura: “¿Voy o no voy?” Y fue.

El río se desviaba mucho, se apartaba, y del río ya estaba un poco harto porque desde que nació siempre lo estaba viendo. Decidió entonces cortar campo a través, entre extensos olivares, unas veces caminando junto a misteriosos setos vivos cubiertos de campanillas blancas, y otras adentrándose en bosques de altos frenos donde había claros tranquilos sin rastro de personas o animales, y alrededor un silencio que zumbaba, y también un calor vegetal, un olor de tallo fresco sangrado como una vena blanca y verde.

¡Oh, qué feliz iba el niño! Anduvo, anduvo, hasta que los árboles empezaron a escasear y era ya un erial, una tierra de rastrojos bajos y secos, y en medio una inhóspita colina redonda como una taza boca abajo.

Se tomó el niño el trabajo de subir la ladera, y cuando llegó a la cima, ¿qué vio? Ni la suerte ni la muerte, ni las tablas del destino… Era sólo una flor. Pero tan decaída, tan marchita, que el niño se le acercó, pese al cansancio.

Y como este niño es especial, como es un niño de cuento, pensó que tenía que salvar la flor. Pero ¿qué hacemos con el agua? Allí, en lo alto, ni una gota. Abajo, sólo en el río, y ¡estaba tan lejos!…

No importa.

Baja el niño la montaña,
Atraviesa el mundo todo,
Llega al gran río Nilo,
En el hueco de las manos recoge
Cuanta agua le cabía.
Vuelve a atravesar el mundo
Por la pendiente se arrastra,
Tres gotas que llegaron,
Se las bebió la flor sedienta.
Veinte veces de aquí allí,
Cien mil viajes a la Luna,
La sangre en los pies descalzos,
Pero la flor erguida
Ya daba perfume al aire,
Y como si fuese un roble
Ponía sombra en el suelo.

El niño se durmió debajo de la flor. Pasaron horas, y los padres, como suele suceder en estos casos, comenzaron a sentirse muy angustiados. Salió toda la familia y los vecinos a la búsqueda del niño perdido. Y no lo encontraron.

Lo recorrieron todo, desatados en lágrimas, y era casi la puesta de sol cuando levantaron los ojos y vieron a lo lejos una flor enorme que nadie recordaba que estuviera allí.

Fueron todos corriendo, subieron la colina y se encontraron con el niño que dormía. Sobre él, resguardándolo del fresco de la tarde, se extendía un gran pétalo perfumado, con todos los colores del arco iris.

A este niño lo llevaron a casa, rodeado de todo el respeto, como obra de milagro.Cuando luego pasaba por las calles, las personas decían que había salido de casa para hacer una cosa que era mucho mayor que su tamaño y que todos los tamaños.

Y ésa es la moraleja de la historia.

Éste era el cuento que yo quería contar. Me da mucha pena no saber narrar historias para niños. Pero por lo menos ya conocéis cómo sería la historia, y podréis explicarla de otra manera, con palabras más sencillas que las mías, y tal vez más adelante acabéis sabiendo escribir historias para los niños…

¿Quién me dice que un día no leeré otra vez esta historia, escrita por ti que me lees, pero mucho más bonita?…

sábado, septiembre 12, 2009



Último poema de Víctor Jara



Somos cinco mil
en esta pequeña parte de la ciudad
somos cinco mil.

¿Cuántos seremos en total
en las ciudades y en todo el país?

Sólo aquí, diez mil manos que siembran
y hacen andar las fábricas
cuanta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura.

Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.

Un muerto, un golpeado como jamás creí
se podria golpear a un ser humano.

Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores
uno saltando al vacío,
otro golpeandose la cabeza contra el muro,
pero todos con la mirada fija de la muerte.

¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!

Llevan a cabo sus planes con precisión artera
sin importarles nada.

La sangre para ellos son medallas.

La matanza es acto de heroísmo.

¿Es éste el mundo que creaste, dios mío?

¿Para esto tus siete días de asombro y de trabajo?

En estas cuatro murallas sólo existen un número
que no progresa,
que lentamente querrá más la muerte.
Pero de pronto me golpea la conciencia
y veo esta marea sin latido,
pero con el pulso de las maquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona
lleno de dulzura.

¿Y México, Cuba y el mundo?

¡Que griten esta ignominia!
Somos diez mil manos menos
que no producen.

¿Cuántos somos en toda la patria?
la sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas.

Asi golpeará nuestro puño nuevamente.

¡Canto qué mal me sales
cuando tengo que cantar espanto!
Espanto como el que vivo
como el que muero, espanto.

De verme entre tanto y tantos
momentos del infinito
en que el silencio y el grito
son las metas de este canto.

Lo que vi,
lo que he sentido y lo que siento
hará brotar el momento...

Víctor Jara
Estadio Chile
Septiembre de 1973

viernes, septiembre 11, 2009



LA MUERTE ENTRE LA MUERTE



por Volodia Teitelboim





El golpe del 11 de septiembre se da mientras vuelo en un avión desde Roma a Moscú. Esa noche debo viajar a Santiago, para reasumir mis responsabilidades en Chile. Pienso partir a Isla Negra al día siguiente de mi llegada, para ver a Pablo. Cuando entro en el hotel, por unas horas, antes de tomar el avión que debe trasladarme a Santiago, un compañero cubano, Blas Roca, me pregunta si sé las últimas noticias de Chile. “Hay una sublevación militar. Valparaíso ha sido tomado. Allende se ha dirigido a La Moneda…”

“Valparaíso ha sido tomado.” Toda la agonía nerudiana comenzó el 11 de septiembre, cuando el poeta sintonizó el receptor en el velador, junto a la cama, y descubrió que no estaban transmitiendo, salvo la Radio Magallanes. Oyó con los puños apretados el último mensaje, bajo las bombas, de Salvador Allende: “…pagaré con mi vida mi fidelidad al pueblo…”” Después, el gran silencio. Neruda busca en el dial desesperadamente una voz. Sintoniza en onda corta la radio de Mendoza. Están contando toda la tragedia.

Matilde trata de calmarlo; pero es imposible. No se despegará de la radio. Quiere oírlo todo, saberlo todo, aunque se muera. Matilde llama por teléfono al doctor Vargas Salazar. “Eche a perder la radio, la televisión, desconéctela. Si sabe lo que está pasando será para él un golpe mortal.”

-Pero, doctor, ¿cómo puedo echar a perder la radio y la televisión si Pablo está como loco tratando de saber lo que sucede? (En el verano europeo de 1974 paso dos semanas con Matilde en la playa. Ella necesita reposo después de tanta prueba. Es para mí un gran reencuentro. Durante esos quince días me va narrando paso a paso lo que ocurrió en ese tiempo).

Cuando escuchó el discurso final de Allende, Neruda supo que todo estaba perdido. Para tranquilizarlo, Matilde le dijo: “Tal vez no sea tan horrible. “ “No –respondió Pablo-. Es el fascismo.” Esa noche la fiebre le subió. Había visto seis veces en la televisión el asalto a La Moneda. Escuchó en una radio de Mendoza la noticia de la muerte de Allende.




Fuente: NERUDA, Volodia Teitelboim, Ediciones BAT, 1984.

jueves, septiembre 10, 2009



Cuando me acuerdo de mi país


por Patricio Manns


Cuando me acuerdo de mi país
me sangra un volcán.

Cuando me acuerdo de mi país
me escarcho y estoy.

Cuando me acuerdo de mi país
me muero de pan,
me nublo y me voy,
me aclaro y me doy,
me siembro y se van,
me duele y no soy,
cuando me acuerdo de mi país.

Cuando me acuerdo de mi país
naufrago total.

Cuando me acuerdo de mi país
me nieva la sien.

Cuando me acuerdo de mi país
me escribo de sal,
me atraso de bien,
me angustio de tren,
me agrieto de mal,
me enfermo de andén,
cuando me acuerdo de mi país

Cuando me acuerdo de mi país
me enojo de ayer.

Cuando me acuerdo de mi país
me lluevo en abril.

Cuando me acuerdo de mi país
me calzo el deber,
me ofusco gentil,
me enciendo candil,
me encrespo de ser,
despierto fusil,
cuando me acuerdo de mi país.

Imagen: Mural "Víctor Jara" de Pato Madera

miércoles, septiembre 09, 2009



Crónica de celulares y pañales

por Eduardo Galeano


Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores.

¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor.. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables!

¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!

¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos!

¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!

¡Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!

¡Es más!

¡Se compraban para la vida de los que venían después!

La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas de loza.

Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.

¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de las Nike?

¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommiers casa por casa?

¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?

¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?

Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más basura.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.

El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!

¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de… años!

Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)

No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan.

Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De ‘por ahí’ vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el ‘guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo’, pasarse al ‘compre y tire que ya se viene el modelo nuevo’.

Mi cabeza no resiste tanto.

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo).

Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!

¡¡¡Las cosas que usábamos!!!: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus. Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón. Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón. Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor.

Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los cuentagotas de los remedios por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos. Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía ‘éste es un 4 de bastos’.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden ‘matarlos’ apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: ‘Cómase el helado y después tire la copita’, nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la ‘bruja’ como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la ‘bruja’ me gane de mano y sea yo el entregado.

Fuente: El Ciudadano